Que nadie se libre del examen

Villarreal| sevilla · la previa

Ciclo El momento más crítico pone la lupa no sólo en Antonio Álvarez, sino también en la actitud del grupo y, sobre todo, en Del Nido y Monchi, que cruzan los dedos para que les cuadre su ejercicio de improvisación Alta Luis Fabiano ya se apunta

Antonio Álvarez recibe el apoyo de los aficionados al partir de Nervión.
Antonio Álvarez recibe el apoyo de los aficionados al partir de Nervión.
Jesús Alba / Villarreal / Enviado Especial

28 de marzo 2010 - 05:02

Una reacción cruel pero cierta. La vergüenza del futbolista, el ánimo en términos más eufemísticos, se recompone cuando le presentan a un nuevo entrenador. A rey muerto, rey puesto. Así es. Y así, las carreras de Luis Fabiano desde el miércoles ante Antonio Álvarez podían compararse a las que interpreta cuando al que tiene delante es Dunga. Romaric encogía la barriga, Negredo salía de su escondite en el área para pedirla y aguantarla. Todos reían, el sol lucía en el cielo, los circuitos de carga física eran pan comido, el balón era más redondo…

No se sabe muy bien cómo va a acabar esta historia, este lío en el que se ha metido ese Sevilla que tanto presume de planificación y entereza y que ha visto cómo un perro viejo como Luis Aragonés lo ha dejado con el culo al aire. El fútbol ha sido injusto con Jiménez, muy injusto, pero a lo mejor por el camino el más beneficiado es el Sevilla, la entidad, que encuentra sin comerlo ni beberlo y sin gastarse un duro -liquidación del arahalense al margen- la revitalización de un proyecto deportivo que se había caído de sopetón. No se sabe muy bien cómo y por qué pasan estas cosas, pero suceden. De la noche a la mañana ese mensaje claro y directo de un entrenador no llega, simplemente porque algunos no quieren recibirlo ya por lo que sea y parte de eso le pasó al que hasta la noche del Xerez era el entrenador del Sevilla, a quien se lo han tragado la eliminación de la Champions y ese balón que se le escurrió a Palop. Después todo ha sido muy rápido. Ese partido ante el CSKA se incrusta en el tiempo entre dos noches completamente distintas en cuanto a actitud de unos futbolistas que, no se olvide, han dejado arder a Jiménez. Ritmo, alegría y fútbol ante el Deportivo pese a no ganar y silbiditos y miradas para otro lado ante el Espanyol en Cornellà.

Luego, Del Nido y Monchi se metieron en un túnel de nervios, de tirar para'alante y de improvisación pura y dura cuando el del culo pelado se los dejó a ellos al fresco. Jiménez se despedía como un tío íntegro en su mejor rueda de prensa en dos años y medio, una pena que aprendiera al final, y deslizaba en ella las verdades del Barquero con su mejor barniz de elegancia. Y en la habitación de al lado, la misma en la que confeccionaban su ataúd mientras él -ajeno a todo- daba sus explicaciones tras lo de Xerez, ahora los mismos protagonistas le daban vueltas y vueltas a la agenda en busca de un entrenador exprés disponible y dispuesto a dirigir un equipo diez jornadas, ganar una Copa del Rey y salir corriendo.

Como no lo encontraron -¿cómo lo iban a encontrar?- aquí está un Antonio Álvarez que, inteligente él, lo primero que ha hecho ha sido decir lo que los sevillistas querían escuchar. Que el balón se va a tratar de lujo, que se jugará siempre en campo del contrario y que el fútbol será dinámico y ofensivo. Como si todo dependiera de él o tuviera los mandos de una de esas modernas videoconsolas.

Es el marchenero un hombre que llega cargado de grandes ilusiones rumiadas a lo largo de muchos años a la sombra de los que se llevaban las flores y también los palos. Le llega además la oportunidad cuando menos se lo esperaba, cuando creía que estaba condenado a marchitarse entre aeropuertos e informes para sus superiores. Pero los vericuetos del destino le han dado una alegría que le ha multiplicado por diez ese ánimo dicharachero que siempre lo acompañó. Hábil en el campo de entrenamiento y fuera de él y con el aval de la complicidad que guarda con los peces gordos del equipo, dice a la prensa lo que quiere oír y en el trabajo lo que ha visto desde fuera: hay que corregir el déficit creativo, sí, pero lo primero es cortar la sangría que sufre el sistema defensivo, incapaz casi últimamente de hacer una falta táctica, de cortar un contragolpe, de robar un balón antes de que entre en zona de peligro... Insistió en esos valores en su primer entrenamiento consciente de que, aunque las palabras vayan en una dirección, los métodos tienen que arreglar las cosas en su justo orden. Y todo casi con una mano delante y otra detrás. La enfermería parece un hospital de campaña, aunque algunos, como Luis Fabiano, se empiezan a subir al carro animados por la nueva tesitura.

¡Ah! Y hay un rival, el Villarreal, precisamente un club cuyo proyecto se le fue por el precipicio nada más irse su técnico franquicia, Manuel Pellegrini. No es por comparar, pero nada que ver con lo que sobrevino al Sevilla post-Juande. Algunos todavía piensan que sí, pero bueno, algo han ganado: Jiménez ya es historia.

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