El milagro o el adiós
Emery, pese al respaldo de su plantilla, cada vez está más solo en un entorno que mira ya un futuro que apunta a Caparrós. Un vuelco en la Liga o una hazaña europea, difíciles asideros.
El Sevilla de José Castro necesita un nuevo punto de partida que deje atrás definitivamente la era de José María del Nido y esta realidad está por encima del proyecto a tres años que esgrimió el ex presidente al final de la primavera de 2013. Quizá eso no lo sepa Unai Emery, o no quiera saberlo... El entrenador del Sevilla firmó en enero del año pasado por una temporada y media en un intento de la anterior cúpula dirigente de anclar una nave que había tenido demasiados vaivenes en los últimos años. Pero el tiempo se le agota inexorablemente a la par que el runrún sobre su posible sustituto cobra fuerza. El técnico guipuzcoano cada vez se encuentra más solo en un entorno que ya mira al futuro inmediato por encima de un presente poco alentador, y ahí cobra paulatinamente más fuerza Joaquín Caparrós.
Emery continúa contando con el favor de la plantilla. Su trato diario con los profesionales es directo y natural, más allá de algún desencuentro abierto como el que tuvo con Perotti, delante de sus compañeros, y que acabó con el argentino en su país. Su diligencia a la hora de trabajar y de preparar los partidos está fuera de toda duda, así como su denuedo en sacar adelante una temporada que está en su fase decisiva. Pero ese apoyo contrasta con la opinión mayoritaria de una afición que aún no sabe a lo que juega su equipo y que no termina de comprender muchas de las decisiones del entrenador. Su denuedo por "trabajar" y "creer en lo que hacemos", como volvió asegurar Emery ayer en su blog personal, choca con la realidad de un equipo que sigue incapacitado para mantener una línea de juego regular y, lo que es más grave, de mantener un resultado a favor. Lo que le pasó al Sevilla en Málaga y ante el Levante o ante el Barcelona volvió a darse en Maribor, donde sólo la falta de empaque del rival impidió un mal mayor. Ante la nueva evidencia de la falta de solidez, pese a que el técnico intentó enmendar la plana con cambios de piezas y variaciones tácticas, la conclusión generalizada es que Emery continúa buscando la solución a los problemas, mientras siguen cayendo las hojas del calendario inexorablemente. Y la afición, de forma cada vez más generalizada y determinada, ya mira inquieta a Caparrós.
Coincide este mal momento de Emery con los movimientos del presidente sevillista, que está obligado a buscar el apoyo mayoritario de la masa social para encontrar el respaldo a su recién inaugurado mandato. Castro quiere fortalecer los cimientos del club para comenzar de cero y Caparrós podría ser el hombre ideal para la buscada catarsis por el carisma que mantiene el técnico del Levante. El dirigente sevillista, lógicamente, desmintió ayer la información publicada en Diario de Sevillasobre su reunión, hoy, con el ex entrenador sevillista en Utrera. Está obligado a ello, como también está obligado a ir tanteando al posible sustituto de Emery para no ser acusado de pusilánime o inoperante. Castro debe preparar ya la temporada próxima y Emery debe acostumbrarse al zumbido de su sustituto: es la ley del fútbol.
Al técnico de Fuenterrabía sólo le queda intentar darle un vuelco a los acontecimientos con resultados, no sólo con trabajo. Es el único asidero que le queda para intentar no recitar el adiós del Sevilla. Sólo una hazaña europea, unida a un importante giro de los acontecimientos en la Liga, se presentaría como el último asidero de Emery.
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