Con la miel en los labios (1-1)

Betis-celta

El Betis rompe su dinámica negativa en Heliópolis tras maniatar a un Celta con diez jugadores al que mereció noquear Mel revolucionó el equipo con sus acertados cambios.

Foto: A. Pizarro
Javier Mérida

06 de diciembre 2015 - 05:02

Pegando porrazos en los asientos. Con las manos en la cabeza. Zarandeando cariñosamente al de al lado. Ésas y muchas escenas similares se vivieron ayer en Heliópolis en el tramo final de un partido en el que Betis saboreó una victoria que abortaría el silbato de Hernández Hernández tras 94 minutos que al bético se le hicieron cortísimos.

El Betis logró romper ante un buen Celta su dinámica negativa en casa. Cuatro derrotas consecutivas eran demasiadas y otra más podría haber provocado una neuralgia difícil de extinguir. Pero anduvo tan cerca de la victoria en la segunda parte que el sabor final que dejó el equipo entre su clientela fue agridulce, con la miel en los labios y el amargor de ese punto que no acabó de llenar el paladar.

Claro que hubo un instante clave en el partido, la temprana expulsión del céltico Jonny, recién iniciada la segunda mitad, que facilitó el trabajo del equipo de Pepe Mel, pero sobre esta acción y sus consecuencias habría que hacer dos matizaciones que hablan muy bien del Betis y de la competencia de su entrenador.

La primera es que, en absoluto, se trata de una jugada más, aislada, casual, baladí... El Betis, sabedor de que el Celta lo supera en calidad individual y también en la colectiva a la hora de circular el balón, ya que lo hace con más celeridad y fluidez, salió con la idea de presionar arriba para incomodar a los vigueses e intentar que el balón no asomase hilado por la zona en la que se mueven gente como Nolito u Orellana.

Cierto que la intención del Celta fue idéntica y que un error de Bruno a los siete minutos no acabó en gol porque Nolito y Iago Aspas la pifiaron en un extraño alarde de lentitud, pero no lo es menos que el robo de Petros ante Jonny que le allanó los caminos al Betis también estaba parido desde la pizarra.

Y es que el Betis se apostó bien desde los inicios sobre el regado césped de Heliópolis, jugándole de tú a tú al Celta, en una primera parte que se convirtió en un cúmulo de pérdidas y robos de balón si no fuese por la hilazón que sólo hubo en el gol del Celta, cuando Nolito enhebró la aguja para poner a Bongonda solo ante Dani Giménez, el único cambio en la alineación de Mel respecto al once de Valencia. Había sucedido, además, justo después de que N'Diaye debiera haber adelantado a los verdiblancos tras un error de Jonny ante Rubén Castro, quien dejó solo ante el meta al francés.

Otro robo intencionado el del canario, como el que sirvió a Petros para reventar a un Celta que, en esos tres minutos transcurridos de la primera parte, había mostrado claramente la superioridad que hoy existe entre uno y otro equipo. Apenas dos centenares de segundos que hacían presagiar lo peor con los celestes meneando el balón con un garbo que hacía recordar al de sus mejores días.

Pero surgió la figura de Petros y luego la de Mel, quien escalonó las sustituciones, cada cual con más acierto y reubicó a sus futbolistas para dar un curso de cómo jugar frente a diez futbolistas. El Betis, que había demostrado ante la Real Sociedad y el Valencia cómo se actúa con diez -el Celta no fue capaz ayer-, supo también cómo hacerlo contra diez: sin precipitarse y abriendo el campo, auspiciado por la batuta de su entrenador desde la banda.

Vadillo entró por la banda izquierda y combinó por dentro, Piccini y Varela entraron también cerca de la cal, Joaquín trazó interiores, Van der Vaart también supo asociarse y filtrar un par de pases de categoría y Jorge Molina, otro de los que se sumó comenzado el partido, goleó. Lo hizo, además, gracias a un pase de Petros, quien salió de su obligada querencia como central porque Mel había sentado a Westermann para dar entrada a Van der Vaart. Fue solo un gol, pero pudieron ser más, muchos de ellos perdidos en un bosque de piernas celestes y otros en la aciaga noche de Rubén Castro o en disparo al palo de Joaquín. Claro que el Celta tuvo una contra que marró Nolito, pero el Betis fue más y, quizá fruto de los efluvios coperos, coqueteó con la victoria. No pudo decantar la balanza, pero abandonó su asepsia y moralmente sale reforzado.

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