Seis meses, un año...
El Sevilla más blandito no gana fuera desde el 24 de septiembre en Riazor Jesús Navas marcó el 2 de abril de 2012 su último gol en Liga
El partido de anoche en Orriols lo ha jugado el Sevilla más de una vez esta temporada. Cierto que nunca perdió por 1-0, pero también que fue lo mismo de siempre. Un equipo inocuo, con sus momentos durante el partido -este envite en los inicios y en los estertores-, pero un equipo muy blando, tácticamente desairado y con una retahíla de minutos basada en un dominio del balón absurdo, con conducciones hasta aburrir, sin un cambio de juego ni una sola idea venenosa con la que sorprender al rival.
Al Sevilla le falta un líder. O quizá dos. Uno que maneje su fútbol y otro que tenga más que ver con el carácter. Uno que diga cómo hay que jugar y otro con ciertas dosis de sangre que no se salga del partido durante los noventa minutos: que lea el no juego, todo lo que rodea a un encuentro de la máxima categoría.
Este Sevilla imberbe no gana allende Nervión desde que lo hiciese en Riazor el 24 de septiembre. Más de seis meses después, con Míchel y con Emery, ha jugado varias veces este partido. A veces lo perdió por la mínima, casi siempre por 2-1, y en otras arañó un empate o encajó un segundo gol cuando se desnudó de forma obligada. Vigo, Palma de Mallorca, Bilbao, Getafe, Zaragoza... Siempre igual: un punto o ninguno y para casa con las orejas gachas. Una renta imposible para quien aspira a jugar en Europa.
Es medio año sin ganar a domicilio como uno entero se cumplirá pasado mañana del último gol de Jesús Navas en la Liga. Fue el 2 de abril de 2012 frente al Mallorca en Nervión (3-1). Desde entonces, sólo anotó frente a Croacia (1-0) con España y en la vuelta copera ante el Atlético de Madrid (2-2). Muy poco también para quien juega como extremo.
Ayer, el palaciego se hartó a correr, como siempre. Y a dudar si tirar o centrar o pasar abajo... Y, sobre todo, a conducir la pelota. Como Reyes. En el Sevilla se antoja extraño ver un cambio de juego, una pared bien trenzada por los medios, un buen regate que elimine al rival de esa jugada y de la siguiente. Como siempre.
Luego está el gol. Ve uno el de Rodri al Madrid y se pregunta por qué el soriano está en el Zaragoza y Babá en el Sevilla. Negredo también estuvo como suele. Falló un par de ocasiones claras pero se quedó sin el golazo, sin ése que mete cuando nadie lo espera. Ahí residió la distancia entre el empate y la pérdida del partido. Cuando el vallecano moja, al menos el Sevilla rescata un puntito.
El gol del adversario, también como siempre, llegó en una jugada sosa, aislada y, como casi siempre, tras un fallo propio, en este caso de Maduro. Y es que este partido se ha visto ya tantas veces esta temporada...
No hay comentarios