1986. Una mano, un gol, un título: Maradona

MUNDIALES EN EL RECUERDO

El gol con la mano de Maradona.
El gol con la mano de Maradona.
Juan Luis De Las Peñas

26 de junio 2018 - 02:00

Diego Armando Maradona llegaba al Mundial de México 86 en toda su plenitud. Genio fue siempre, que podía ser uno de los más grandes se adivinaba desde que llegó a los Cebollitas de Argentinos Juniors, pero el Maradona que lideraba la selección de Bilardo en México ya no era fenomenal futbolista todavía de 17 años al que Menotti dejó fuera de la selección para el Mundial que Argentina afrontaba como local, a pesar de que había jugado ya cuatro partidos con la selección mayor; ni siquiera el jugador aún muy joven pero ya consagrado que tuvo una gris presencia en el Mundial de España, de donde salió por la puerta de atrás por una agresión al brasileño Batista, cuando su traspaso desde Boca Juniors al Barcelona ya se había concretado.

No. El Maradona de México, con 25 años, llegó como el gran crack mundial -y los había muy buenos en el campeonato, léase Platini, Rummenigge, Paolo Rossi, Boniek, Zico, Sócrates, Falcao, todos en la treintena, o los jóvenes Michael Laudrup y Butragueño- y salió de allí siendo el Astro, con mayúsculas.

Porque lo de Maradona en México no fue normal. El Pelusa se echó a las espaldas una selección llena de pretorianos con algún que otro toque de distinción (Burruchaga, Valdano, el nada utilizado Bochini...) y en la que sólo repetía Passarella, que no jugó ni un minuto, respecto a la campeona mundial de ocho años antes. Una selección muchos de cuyos integrantes pasaron directamente al olvido para el gran público -¿alguien se acuerda de Clausen, Garre, Cuciuffo, Giusti, que jugaron, y mucho, en aquel Mundial?- pero que se proclamaron campeones del mundo gracias en grandísima medida a un chaval de Villa Fiorito llamado Diego Maradona.

Tras ser el líder albiceleste en la primera fase, fue a partir de octavos cuando salió a relucir el genio que le daría nada menos que dos títulos de Liga al Nápoles ante el poderoso Norte y que en el 90 volvería a llevar a Argentina a la final.

Ahí quedaron los dos goles a Inglaterra en cuartos. El primero, el que el mundo conoce como la Mano de Dios, un tanto con el puño para superar la salida de Shilton. El segundo, tres minutos después, el considerado mejor gol de la historia de los Mundiales, un eslalom en el que Maradona dejó atrás a Hoddle, Reid, Samson, Butcher y Fenwick para luego batir al meta inglés. Dos goles para el recuerdo aunque, no contento con eso, el Diez le dio pasaporte a Bélgica en la semifinal con otros dos maravillosos tantos. Luego, en la final, Maradona no marcó. Visto lo que ocurrió, ¿a alguien le importa?

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