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La manita de Bosch (0-5)

Betis-real madrid

Heliópolis vive una de las tardes más negras de su historia al asistir a la descomposición de su equipo y del propio club Quien vendió una regeneración ha obligado precisamente a eso

Javier Mérida

18 de enero 2014 - 17:45

Sevilla/¿Qué estaría haciendo José Antonio Bosch mientras Modric despellejaba al Betis jugando a un solo toque? Viendo por televisión el tristísimo episodio que se vivió a primera hora de la tarde futbolera en Heliópolis posiblemente no. El hombre -impuesto desde los juzgados merced al asesoramiento de béticos que han quedado absolutamente desacreditados por ello- que en menos de tres años ha laminado el Betis en un ejercicio nefasto de autocracia, con la connivencia de los que ayer sí se sentaron a sufrir en el palco y con el aliento de un grupo de béticos del entorno del club, podría hallarse en cualquier lugar al pairo de lo que los béticos de carné, los que deben gobernar por siempre este y cualquier club, se vieron obligados a soportar.

Porque lo vivido ayer al final de la Palmera fue mucho más que una derrota por 0-5 ante uno de los mejores equipos de España. El partido, por desgracia, fue lo de menos desde que Cristiano Ronaldo fuese eludiendo la vigilancia de Paulao antes de lanzar un misil desde casi 30 metros a las entrañas de las redes de Andersen. Por eso, por lo temprano de ese primer gol a los once minutos, el partido dio para mucho.

En 90 minutos pudo constatarse que el Betis no tiene entrenador. Desde que el ínclito Bosch -para esos pelotas que lo auparon y lo jalearon-, en su penúltima decisión caprichosa y cobarde optó por destituir a Pepe Mel, sin que ninguno de los que lo rondaban levantase el índice derecho en favor del madrileño, el equipo se maneja sin un conductor. Porque el último regalo que dejó el administrador judicial fue el de un técnico puesto a dedo que no le ha ganado a nadie y que ha empeorado todas y cada una de las prestaciones que ofrecía el equipo con Mel, que tampoco es que fueran muchas pero sí dieron la impresión de ir a más ese nefasto mediodía frente al Rayo Vallecano.

Pero desde entonces, el equipo ha sido el conjunto vacío. Ni ataca ni defiende. Ni presiona ni corre. Porque Garrido, la última obra de Bosch, ha dejado al equipo sin alma.

El Betis hoy no es nada. No se sabe quién manda, no tiene entrenador y la plantilla necesita la misma regeneración que el club: hay que limpiar y hay también que meter la tijera.

Y no vale decir que la empresa era difícil, porque encima es mentira. Si el Betis, ya con Garrido, hubiese vencido a Almería y Osasuna en casa, hubiese llegado al partido de ayer frente al Real Madrid con un punto más que Rayo Vallecano, Valladolid y el propio Almería. Sólo necesitaba eso este entrenador que además ha perdido frente a Real Sociedad y Real Madrid y arañado un ridículo punto en Valladolid. Eso junto a episodios vergonzosos como los vividos frente al Lleida, el Rijeka o en San Mamés.

Por eso la segunda parte de ayer sirvió para que el bético, el que paga su carné en la época de los calores con sufrimiento, repudiase a este entrenador, se acordase con cariño del anterior, pitase a sus futbolistas y exigiese que el consejo de administración siguiese el obligado camino emprendido por Bosch.

Porque sobre el césped su equipo duró diez minutos. Con el gol del portugués se acabó todo. Rubén Castro, dos minutos antes, había disparado de forma infinitamente más blanda para que Diego López se ejercitase por vez primera en toda la noche. Luego, ya cuando Bale había logrado el 0-2 de falta directa con Andersen nuevamente en su papel de estatua, el canario tuvo el gol en sus botas tras un brillante servicio de Leo Baptistao, quien sentó antes a Di María con un preciso regate.

Eso fue el Betis ante el Real Madrid: el tirito de Rubén Castro y el fallo de éste dándole al aire tras el gran pase del brasileño. Porque, encima, Modric, quien ofreció un curso de balompié de ésos que tanto gustan a Bosch (que es broma...), fue capaz de sentar a Matilla y Amaya con un solo recorte en el área y servir a Benzema el 0-3 justo al borde del descanso.

Así, si alguien esperaba una reacción tras el descanso ya sabía que la goleada estaba asegurada. Lo hicieron luego Di María y Morata con las bendiciones de Andersen y Paulao, como podría haberlo hecho incluso Di Stéfano si el Madrid lo llega a necesitar. Cabizbajos cada vez que el juego se detenía, ver la cara de Amaya y de alguno más de los que sienten esto, movía a compasión. Daba grima ver el comportamiento del Betis sobre el campo. Hasta Leo Baptistao acabó por tirar la toalla en esta segunda mitad en la que el equipo de Ancelotti no hizo más goles porque no los necesitó y porque juega el martes frente al Espanyol y decidió ahorrarse fuerzas. Dos paradas a disparos de Cristiano Ronaldo se le recuerdan a Andersen. Porque el Madrid no necesitó ni muchas ocasiones de gol. Con las justas le metió cinco al Betis, al peor Betis en lustros.

Ésta es la única crónica posible, similar a la de aquel Betis loperiano que también se despeñó. En este caso no lo hizo un bético. El pecado lo ha cometido un hombre que engañó a los béticos y se río de ellos. Un tipo vanidoso que se creyó Dios y jugó con el Betis con el permiso de casi todos, un nuevo ídolo de mentira que vendió que venía a regenerar el Betis y lo que ha hecho es provocar que tengan que venir otros a regenerarlo. Empezando por la destitución inmediata del entrenador y la llegada de otro administrador, esperemos que bético, futbolero y con buena mano. Porque la de Bosch no es otra que la manita que ayer le metió el Madrid, andando, al Betis.

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