El manejo del campeón (3-0)

Liga europa· crónica

El Sevilla apenas necesita diez minutos para aniquilar al animoso Basilea y dar un paso más para volver a su meta. Los sevillistas controlaron todas las situaciones del juego.

Foto: Antonio Pizarro
Foto: Antonio Pizarro
Francisco José Ortega

18 de marzo 2016 - 05:02

El campeón no dejó pie a ninguna duda. La inquietud con la que afrontaba el Sevilla esta vuelta con el Basilea por las dificultades que acarrea manejar un cero a cero en la ida se disipó por la vía de urgencia en menos de un cuarto de hora de inspiración goleadora. Los sevillistas se armaron de paciencia, no pecaron de ir a un abordaje absurdo y supieron esperar a su momento. Hasta que éste llegó poco después de la media hora de juego, un simple córner, un buen centro de Reyes, un par de pantallas por el camino para facilitar la llegada desde el otro lado de Rami, cabezazo picado perfecto y las puertas de los cuartos de final se abrieron de par en par para los hombres de Unai Emery, tremendamente superiores a sus rivales.

El plan del Basilea, prácticamente calcado al que expuso hace una semana en Suiza, se había ido al garete de esa manera. Hasta entonces, cierto es, estaban poniendo en muchas dificultades a los blancos, que peleaban por hallar los caminos y no tenían la clarividencia necesaria para ello. Es verdad que Gameiro tuvo un par de intentos en los diez primeros minutos y que Iborra no alcanzó un buen pase de Krohn-Dehli después. También el danés la tuvo al borde del área en una segunda jugada y finalmente sería Banega quien tocó a rebato de manera definitiva con un disparo lejanísimo que pilló desprevenido al solvente Vaclik.

El Sevilla, con la experiencia en todo tipo de situaciones que le da haber llegado a las dos últimas finales de la Liga Europa, entendió que había llegado el momento para golpear, para acogotar a un Basilea que en esos momentos llegaba a soñar con que saliera Embolo en la segunda parte y le pudiera dar una milagrosa clasificación para seguir peleando por esa cita que tendrá lugar en el mes de mayo en su feudo de St. Jakob Park. Pero no, los suizos tal vez habían olvidado que se estaban enfrentando con el campeón y éste se merece el mayor de los respetos.

Ahí surgió Reyes para coger la batuta, ayudado por Krohn-Dehli y también por un Banega que volvía a ser la fuente de la que manaba todo el fútbol en una posición mucho más retrasada para que Iborra pudiera ser el segundo delantero junto a Gameiro. Al estupendo testarazo protagonizado por Rami le seguiría una fase en la que el depredador olisquea la sangre de su presa. Un extraordinario pase de Krohn-Dehli desde el centro del campo serviría para que se originara el segundo tanto, tal vez el definitivo, para hundir definitivamente a los animosos suizos del Basilea.

Reyes recibió con calidad el fenomenal pase de quatterback del danés y se encargó de provocar un verdadero incendio en la zaga visitante. Control orientado, cambio de velocidad y pelota en la línea de fondo, junto al quinto o sexto árbitro, que ya ni se sabe cuántos son los encargados de impartir justicia en un partido de este tipo. Desde ahí sacó un pase el utrerano que no fue rematado en principio por Iborra pero que le cayó a Gameiro completamente a puerta vacía. Dos a cero y el campeón había hallado el camino para destrozar al Basilea. Para qué parar ahí si ya se puede materializar la faena del todo, debieron pensar los anfitriones. Y dicho y hecho, un robo en la salida del balón desde atrás del Basilea al inseguro Hoegh, Krohn-Dehli levanta la cabeza dentro del área rival para otear opciones y balón para el goleador Gameiro, quien se encarga de sentenciar previo remate fallido que había repelido el larguero.

El Sevilla lo había vuelto a hacer. El campeón se comportaba, una vez más, como un perfecto gobernador de las situaciones de máximo riesgo y dejaba resuelta su clasificación en apenas diez minutos, los que van desde el 35 hasta el 45. A partir de ahí tampoco era cuestión de gastar muchas más fuerzas de las necesarias, que no está la cosa para desperdiciarlas y menos para ir perdiendo piezas en esta fase del curso en la que los sevillistas están cayendo como moscas por las exigencias de tantos partidos de la máxima tensión.

Pero hasta eso parece que da igual. Emery lo comenta una y otra vez, que el nivel de los equipos se demuestra cuando faltan jugadores y hay que recurrir a los menos habituales. El vasco no pudo contar con los lesionados Vitolo y Konoplyanka, además de N'Zonzi, y ese problema en las dos bandas lo resolvió con un Reyes que también sabe estar en el momento justo, cuando se le requiere y sí fue capaz de tomar la responsabilidad en un partido de verdad, demostrando que citas como la de Molde no deben estar en su calendario.

Además, el vasco volvió a recurrir a Iborra como segundo delantero junto a Gameiro, algo que se está convirtiendo en imprescindible para que las piezas de ataque sean las justas, sobre todo al tener una de las bandas obturadas con la tendencia de Krohn-Dehli de ir a ayudar siempre mucho más al centro. Pero el rompecabezas, como siempre con Emery, se va completando cuando los cursos entran en sus momentos decisivos y el Sevilla es capaz de ir dando pasitos para volver a meterse en las peleas a las que está acostumbrado. Ayer, pese a la inquietud inicial por el resultado registrado en Basilea, el campeón volvió a ejercer de tal, con pegada, con criterio y con mando. Ya le queda un paso menos.

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