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La madre de las ciencias

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El Sevilla alza el telón ante otro equipo muy renovado, el Espanyol del gran Reyes y Quique Flores. Con nueve refuerzos y la plantilla por rematar, el giro de Sampaoli requiere paciencia.

Eduardo Florido

20 de agosto 2016 - 05:02

Hoy se alza el telón de la Liga en el Ramón Sánchez-Pizjuán, con un partido que empezará en sábado y terminará en domingo. Tres meses y dos días después de su último gran logro, el título de la Liga Europa ante el Liverpool, con el añadido lustroso del pentacampeonato en su torneo fetiche, el Sevilla vuelve a exponerse a los ojos de su afición, que aún rumia las dos derrotas en las Supercopas de Europa. Se trata de un Sevilla que poco o nada tendrá que ver con el que tocó la gloria en Basilea. Porque la revolución del equipo ha ido mucho más allá de los nueve refuerzos y tiene mucho más que ver con la nueva idea de juego que trata de implantar Jorge Sampaoli. Pero no sólo eso. El estreno liguero llega con el aliciente de ver vestido con la camiseta de otro equipo, el Espanyol de Quique Flores, a Reyes, y con la incertidumbre de ver la respuesta del nuevo Sevilla en el decepcionante mes de agosto.

El giro ha sido aún más brusco de lo que hubieran preferido los gestores sevillistas por el nuevo vaivén de entradas y salidas en la plantilla. De la columna vertebral del equipo apenas quedan el eje de la zaga y alguna pieza más de valor, como N'Zonzi y Vitolo, tras las salidas de gente principal como Coke, Krychowiak, Banega, Reyes y Gameiro, tres de ellos capitanes del equipo de Unai Emery, amén de otras despedidas menos lloradas como las de Beto, Immobile o Llorente. Es decir, que el abonado sevillista, que ha respondido en masa a ese prurito de crecimiento que mantiene el club aun con el cuestionado modelo de gestión, se apresta a vivir el inicio de una temporada en el que el Sevilla aún está en periodo embrionario. Es muy grande el giro en los planteamientos de Sampaoli y también es enorme el cambio en el perfil de una plantilla que, además, aún está por rematar, como han reconocido Monchi y el propio Sampaoli.

Dado que el fútbol apenas tiene memoria, las Supercopas han echado agua a la euforia que vivía el sevillismo hace muy poco. Han sentado mal las dos derrotas ante Real Madrid y Barcelona en esos títulos que siempre cogen a contrapié a este Sevilla que tiene la buena costumbre de empezar a competir antes que nadie pese a que siempre tiene el equipo, o la idea de equipo, a medio hacer. Siempre sienta mal una derrota, por muy gigantesco que sea el rival. Máxime si son dos y tan seguidas. Pero de ahí a que empiecen a aflorar agoreros por doquier hay un trecho demasiado largo que sólo responde a la ilógica pasional del fútbol, un deporte que basa su enorme popularidad en su capacidad para concitar las pulsiones emocionales más contradictorias.

Todo ese ambiente de incertidumbre que se respira en el entorno del Sevilla podría ser muy distinto si una mala lectura de un córner a favor en el minuto 92 no hubiese mediado negativamente para la consecución de una Supercopa de Europa que parecía tener bien asida el equipo de Sampaoli. Lo de la doble derrota ante el Barcelona, en ese título que pierde sentido cuando hay doble campeón de Liga y Copa, habría quedado en anécdota. Pero así es el fútbol y el nuevo entrenador sevillista empieza muy pronto a juzgar a los medios de comunicación por cómo juzgan su trabajo en el Sevilla. Y esto también es consustancial al fútbol, tan dado a la doble vía de comunicación.

Dejando al margen los partidos oficiales de pretemporada, hoy hay un Sevilla-Espanyol con muchísimo interés. En primer lugar porque empieza lo que de verdad importa y lo que pondrá el nuevo proyecto nervionense en su sitio, la Liga. En segundo lugar por ver si es cierto que la evolución del equipo es tan satisfactoria como dice Sampaoli, pese a esas derrotas. Y en tercer lugar por la visita de un rival que llega con viejas caras conocidas, desde Quique Sánchez Flores hasta Reyes. Ya sólo el regreso del carismático canterano bastaría para darle interés y emoción a la cita.

El Sevilla afronta este atractivo estreno liguero en medio de varios condicionantes sustanciales, empezando por la defensa. Sólo Pareja refuerza la mermada zaga y la primera incógnita surge sobre si Sampaoli volverá a la línea de cuatro o seguirá con la errática de tres. En cuanto al centro del campo, también hay dudas sobre si el argentino empezará a darle galones a Ganso, visto que está solicitando aún refuerzos en el medio, o tirará de los más habituales en pretemporada. Y en el ataque, pues existe desde ya la pugna por el puesto de delantero centro entre Vietto y Ben Yedder, más hecho a ser la única referencia.

Enfrente estará un Espanyol que también se ha renovado mucho, pero se ha fiado más al rendimiento inmediato de gente como Javi Fuego, Leo Baptistao, Piatti... Reyes. En Cornellá, con menos presión, han tirado por la vía pragmática de Quique Flores. En Nervión, con el nivel de exigencia de la mano de la premura, optaron por el riesgo y la estética. Y eso requiere paciencia, que es la madre de las ciencias.

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