La lengua fuera ante tanta vulnerabilidad

La incapacidad para cerrar un partido afea, y mucho, la reacción guiada por Kanoute · El Sevilla acabó extenuado con 6 defensas

El Sevilla pasa a la siguiente ronda de la Liga Europa tras empatar 2-2 con el Borussia Dortmund. / Antonio Pizarro
Jesús Alba

16 de diciembre 2010 - 05:02

Este Sevilla no es capaz de controlar ningún partido. Por eso la alegría por la clasificación puede llevar a engaño. El equipo de Manzano no ganó los tres puntos, sino que empató un partido con muchísimo sufrimiento, con muchísimo esfuerzo, quizá demasiado. Jugadores que ya salieron al campo tocados, como Perotti, no podían acabar el encuentro por lesión; a Kanoute le daba la cara la cantidad de kilómetros que lleva sin descansar; los 95 minutos largos eran inacabables para un Luis Fabiano que lleva parado tanto tiempo; Romaric acababa desfondado; a Zokora le perseguían los calambres y a Dabo igual después de correr y correr la banda arriba y abajo en su bonito duelo con su par, el impronunciable Blaszczykowski...

El Sevilla empató y pasó a la siguiente ronda por esos diez o quince minutitos que tuvo Kanoute, como en la primera parte de París, que dieron para dos goles que levantaron algo que ya estaba imposible. Lo de después fue casi lo mismo que ante el PSG con la notable salvedad de que en el Parque de los Príncipes le cayeron más goles a Palop. Ayer, el Dortmund no estuvo muy fino arriba, porque si no...

Defensa

Es el gran problema de este Sevilla, pero no por su línea de atrás, sino por el entramado entero. Todo se corrigió, no obstante, a base de un esfuerzo titánico que seguro que pasará factura en la Liga, aunque tratándose del Bernabéu ahora mismo sencillamente da igual.

El equipo de Manzano sigue igual de vulnerable, continúa sin dar sensación de control ni después de remontar y sus partidos son una moneda al aire. Eso no quita para que haya que valorar el desgaste que hicieron sus jugadores, algunos aún tocados y otros con mucho cansancio acumulado.

Ataque

Le costó entrar, pero, afortunadamente para sus intereses, el Sevilla encontró la fórmula en esa fase de la primera mitad. Comenzó, como en otras citas, conduciendo demasiado (este equipo tiene muchos futbolistas que conducen: Zokora, Perotti, Konko, Dabo...), pero Kanoute hizo de eje para marcar el camino, como en París, como en Lviv, fabricó un gol y culminó otro en un espléndido cabezazo a un gran centro de Perotti. Se fue el franco-malí y se oscureció todo.

virtudes

Esa reacción que, en simbiosis con la grada, hizo posible el sueño.

talón de aquiles

No hay control nunca. El Sevilla no sabe cerrar un partido y le dice con suma facilidad a sus rivales que le ataquen.

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