Aquellas lágrimas en Atenas

El Sevilla conoció el fallecimiento de Puerta mientras aguardaba un partido ante el AEK previo a la Supercopa.

Aquellas lágrimas en Atenas
Aquellas lágrimas en Atenas
F. J. Ortega, Atenas

08 de agosto 2015 - 07:04

28 de agosto de 2007, el Sevilla aguarda en el exclusivo barrio ateniense de Kifissia un partido contra el AEK de Atenas, fijado paradójicamente también unos días antes de la Supercopa de Europa que el cuadro sevillista debía disputar contra el Milan. La expedición está concentrada en el hotel Pentelikon y allí no hay un solo miembro de la plantilla y del cuerpo técnico que piense en el fútbol. La razón no puede ser más desgraciada, Antonio Puerta se había desplomado días antes, el 25 de agosto, en el césped del Ramón Sánchez-Pizjuán en el transcurso del encuentro contra el Getafe que servía para abrir el campeonato liguero español.

En la ida el Sevilla se había impuesto por 2-0 al AEK de Atenas que entrenaba precisamente Lorenzo Serra Ferrer, pero allí nadie podía perder ni siquiera un minuto en ese encuentro de vuelta que tantos millones debía reportarle al presupuesto de la entidad para el curso en cuestión.

Los futbolistas habían viajado con la esperanza de que todo se pudiera resolver finalmente y que Puerta lograra salvar su vida gracias a su fortaleza física. Así llegaron a aquel hotel Pentelikon que se convertiría en un recinto de infausto recuerdo para aquellos futbolistas. Sobre todo cuando a la hora prevista para el paseo matinal previo al encuentro, doce en Atenas, once en España, toda la expedición se volvía con rapidez hacia el hotel para recibir la noticia de que Antonio había entrado en estado crítico y que sólo estaba pendiente de que los médicos decidieran desconectarlo de las máquinas.

La situación, lógicamente, fue dramática, Duda salía llorando del hotel, el resto de sus compañeros salían con las miradas perdidas, Kanoute y Keita caminaban juntos sin dirigirse en ningún momento la palabra. La tragedia se había consumado y José María del Nido, el presidente entonces, acudía con rapidez a una reunión con el delegado de la UEFA para aquel encuentro, el esloveno Dane Jost, diera su autorización para la suspensión del choque debido a que la plantilla sevillista estaba destrozada y no se veía con ánimos para jugar como era lógico en ese estado.

Todo se precipitaría después cuando llegaba desde Sevilla la confirmación de que Antonio Puerta había fallecido, algo que sus compañeros conocieron alrededor de las seis de la tarde. Las escenas en aquel exclusivo barrio de Kifissia no pudieron ser más tristes, desde el sentido abrazo de varios minutos entre Del Nido y Monchi, con ambos llorando de impotencia por recuerdo de quien el entonces presidente bautizaría en ese mismo día como "la zurda de diamante".

El fútbol sí tuvo corazón ese día y las gestiones del siempre presente José Bernet, el hombre que se encarga de toda la logística en los desplazamientos sevillistas, hizo posible que todo el Sevilla regresara desde Atenas con premura para poder velar a su compañero fallecido, una muestra de dolor tremendo que tuvo su escenario en el antepalco del Ramón Sánchez-Pizjuán, incluido el hermanamiento con el Betis en un acto de indudable valor emotivo.

El retorno tenía lugar a las 22:00 y lo que la UEFA no llegó a conceder era la suspensión de la Supercopa de Europa prevista para el viernes siguiente en Mónaco. Allí ganó el Milan por 3-1 en un partido que fue un homenaje perpetuo a la figura de Antonio Puerta desde las camisetas de ambos equipos con el nombre de Puerta serigrafiado hasta el mismo gol de Renato con la mirada hacia el cielo en la celebración.

Ahora también se juega una final de la Supercopa, pero, afortunadamente para todos, el partido contra el AEK, un amistoso y no una vuelta de la Champions que se saldaría después con un contundente 1-4 para los sevillistas, se disputa en unas circunstancias completamente diferentes. Eso sí, Antonio Puerta siempre seguirá presente para este Sevilla Fútbol Club y no sólo cuando se cruza en el camino el AEK de Atenas.

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