El lado bueno de la balanza

Pese a todo lo malo, el Sevilla está a sólo 6 puntos del cuarto tras medirse ya a todos los de arriba. Si funcionó el ataque en Alemania, el Valencia ni siquiera se acercó.

Unai Emery, junto a Juan Carlos Carcedo, durante el partido ante el Valencia.
Unai Emery, junto a Juan Carlos Carcedo, durante el partido ante el Valencia.
Jesús Alba, Sevilla

01 de diciembre 2015 - 05:02

Mucho se ha criticado de este Sevilla que tanta ilusión despertó. Irregular, sin alma fuera de casa, vulnerable en defensa, previsible en los cambios... Unai Emery está lejos de encontrar al equipo de la temporada pasada, es verdad, pero tampoco es fácil repetir una temporada en la que, con 76 puntos, estableció el mayor récord de puntuación de la historia del club, además del mejor quinto puesto desde la Liga de los tres puntos. El Sevilla está en un proceso de crecimiento aún y no ha dado la medida esperada, pero dentro de los motivos que llevan a los descontentos a discutir el trabajo que se hace en la plantilla, este Sevilla ha apuntado buenas cosas, cosas que están en el platillo positivo de la balanza.

En el negativo están la eliminación de la Champions y lo complicado que se ha puesto el tercer puesto del grupo para jugar la Liga Europa, el hecho -grave- de no haber ganado aún ningún partido fuera de casa, la cantidad de goles encajados por un sistema defensivo más vulnerable que el de la pasada campaña, las lesiones en el centro de la defensa o cierta falta de ayuda por parte de algunos de los fichajes. Pero, pese a todo, con el peor arranque que se recuerda en los últimos años, el Sevilla está sólo a seis puntos de la cuarta plaza en la Liga y a tres de los puestos europeos. Esto quiere decir que, en teoría, en cuanto el equipo de Emery deje de fallar y adquiera un rendimiento más regular podrá engancharse a la zona noble de la tabla.

También es cierto que el Sevilla se ha enfrentado ya a todos los grandes y a todos los equipos de arriba. Por el Sánchez-Pizjuán han pasado ya Barcelona, Atlético, Real Madrid y Celta, que ocupan actualmente las cuatro plazas de Champions (esta semana se mide al quinto) y también se ha cruzado ya con dos rivales directos como Villarreal y Valencia.

Pero, independientemente del tema clasificatorio (el Sevilla está en la mitad de la tabla), a lo que el cuerpo técnico se agarra es a las cosas buenas que este grupo es capaz de hacer en cada partido y por ese hilito, por tirar de él, está el filón de la mejoría sevillista. Si en Alemania el sistema defensivo fue una rémora ante un rival, el Borussia Mönchengladcbah, que encontró facilidades para tirar desde fuera del área, la valentía para salir y crear incluso más ocasiones de gol tanto en la primera parte como en la segunda es la carta ganadora de un equipo que siempre fue ambicioso. Esa filosofía no puede perderla jamás y precisamente eso es lo que quiere el técnico vasco.

Todos los esfuerzos se enfocan a mejorar en las carencias que el equipo muestra y si en Alemania lo que falló fue el nivel defensivo el pasado domingo ante el Valencia, pese a no mostrar ese rendimiento en ataque que quizá echó de menos la afición ante un rival en inferioridad, el Sevilla logró que Sergio Rico pasara desapercibido. Cancelo fue expulsado a falta de diez minutos del descanso, pero ni antes siquiera: el equipo de Nuno pasó por Nervión sin ninguna llegada y sin realizar disparo alguno (ya fuera a puerta o fuera de los tres palos) y, también, sin lanzar un solo saque de esquina. Datos que no garantizan nada, pero que dan una medida de las ganas de mejorar.

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