Un juez prevaricador (2-4)

Los clamorosos errores de Álvarez Izquierdo impiden al Betis optar a pelearle el triunfo hasta el final al Atlético. El árbitro convirtió un penalti de Filipe Luis en expulsión de Campbell.

Un juez prevaricador (2-4)
Un juez prevaricador (2-4)
Francisco José Ortega / Sevilla

26 de septiembre 2012 - 22:57

Las negligencias de Álvarez Izquierdo impidieron ayer al Betis optar siquiera a haber derrotado al Atlético y, de paso, situarse en la segunda posición de la tabla clasificatoria. Está claro que nadie podrá saber con certeza ya si el horrible, y no sólo por este partido, árbitro catalán no hubiera expulsado a Perquis en esa acción con Falcao que él estimó como penalti en los albores del segundo periodo; tal y como estaba el juego de loco era imposible predecir qué rumbo tomaría aquello definitivamente, pero lo que sí es indudable es que el Betis se quedó con escasas opciones de nada a partir de ese instante y, para colmo, el teórico juez se encargó de ajusticiarlo, todo lo contrario que discernir con equidad, con la flagrante mano de Filipe Luis que pasó de ser penalti a favor de los anfitriones a convertirse en la segunda tarjeta amarilla a un Campbell que casi debía pellizcarse para creer lo que estaba viendo. Tardó unos segundos incluso antes de querer tragarse al auxiliar en la banda.

Centrar el análisis de un encuentro de fútbol en la actuación de un personaje que, en teoría, debería ser secundario nunca es buena señal. Quien esto rubrica huye de tal circunstancia, pero hay días y días y ayer, indudablemente, fue uno de ellos. El diccionario de la RAE establece que se prevarica cuando se dicta a sabiendas una resolución injusta por parte de una autoridad, un juez o un funcionario. Álvarez Izquierdo, en su condición de árbitro, puede ser calificado de autoridad dentro de un partido de fútbol, lógicamente también como juez en el sentido de ser el encargado de impartir justicia, y cuesta trabajo creer que las decisiones de ayer no fueron tomadas a sabiendas de que son injustas, sobre todo en la mano de Filipe Luis. En caso contrario, el problema tendría que ver con uno de los cinco sentidos, la vista, y sería aún peor para un árbitro de fútbol. Porque en la acción de Falcao se pudo equivocar, aunque ya hay que ser benévolo para pensar en esa circunstancia, pero en esa mano del lateral del Atlético y la consecuente expulsión posterior de Campbell ya es imposible otorgarle el beneficio de la duda, considerar que no la vio estando tan cerca de la jugada...

Ése es el balance de lo dictaminado por Álvarez Izquierdo sobre la hierba, que también habría que tener en cuenta la posibilidad de una segunda tarjeta a Juanfran en una entrada con 2-3 en el marcador, pero también hubo un partido de fútbol, sobre todo durante el primer periodo, que es cuando se jugó en igualdad. Si ya en el arranque avisaba el Atlético de sus intenciones, de ese fútbol que no se pierde en acciones estériles y siempre busca estar lo más cerca del meta rival, el Betis sí supo mantener cierto equilibrio en el juego a la espera de que llegara su oportunidad para adelantarse.

Se estaba viendo un litigio igualado, incluso soso si se acepta este término, carente de oportunidades claras para unos y otros, pero un centro de Agra se metería en la red de Asenjo después de rozar en Miranda. Mel había apostado por exprimir al máximo a su equipo y sólo prescindió, por obligación, de Paulao para confiar de nuevo en Perquis. El resto eran los mismos hasta que las fuerzas aguantasen y es evidente que podía ser más fácil con ese 1-0, pero, a pesar de que Rubén Castro pudo hacer el segundo de inmediato, esa ventaja duró muy poco, casi nada.

El Atlético lograba una superioridad por la banda izquierda bética para restablecer la igualada a través de Falcao y desde ese momento los verdiblancos sufrieron de lo lindo hasta el descanso. Suerte que apareció la mejor versión de Casto para evitar que el rival se pusiera por delante, sobre todo con una parada prodigiosa a Falcao. Y hasta los verdiblancos se aliarían con la fortuna para irse al intermedio con ventaja en una acción de carambola en un centro-chut esquinado de Juan Carlos.

El Betis se había podido poner 2-0, pero en ese instante debía agradecerle a todos los dioses ir por arriba, aunque lo consiguió de una manera mucho más legítima de como lo iba a perder todo con celeridad tras el descanso. Ahí apareció Álvarez Izquierdo para decidirlo casi todo con el penalti y expulsión, después lo remataría Diego Costa y al Betis le costó trabajo salir del aturdimiento. Mel optó por la vía de prescindir de los extremos para arropar a un equipo que bastante tenía con seguir corriendo. Los minutos fueron consumiéndose y lo mejor de todo para el Betis es que el 2-3 seguía en el tanteo pese a la inferioridad numérica. Cualquier jugada aislada podía llegar y sucedió con las manos de Filipe Luis, pero el juez optó por equivocarse. ¿A sabiendas? Seguro que esta pregunta recibe un sí como respuesta mayoritaria.

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