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El Sevilla, con el mono de faena para sumar una exigible victoria en un campo difícil antes de lucir el traje en Manchester. La marcha liguera lo obliga a acelerar para no seguir descolgado.

Reyes y Vitolo bromean instantes antes de embarcar en la tarde de ayer en el aeropuerto de San Pablo.
Jesús Alba, Sevilla

17 de octubre 2015 - 05:02

Se consumió el segundo parón de las competiciones de clubes por la batalla final de las selecciones para entrar en la Eurocopa -aún queda el tercero y último, por la repesca- y el Sevilla está otra vez entre la espada y la pared. Con algunos aficionados, los pudientes y fieles, preparando ya casi la maleta para Manchester para disfrutar de otra histórica jornada de Champions y de sevillismo, los profesionales están todavía en otra onda. El equipo de Unai Emery, y el propio Emery, se juegan mucho en la Liga y la situación no está precisamente para tirar cohetes. Es cierto que la victoria sobre el Barcelona ha calmado las aguas, pero sólo ha podido hacer eso, calmarlas.

Fue una victoria más moral que otra cosa. Indudablemente, tuvo su reflejo en la clasificación y los tres puntos están sumados, pero esto no quiere decir que se pueda detener el mundo. De hecho, tras esta semana de cierto relax y cambio de chip para los internacionales, la exigencia vuelve al vestuario sevillista con la voracidad de siempre. El Sevilla aún está muy lejos de su zona natural y todo el mundo es consciente de que se ha dormido peligrosamente en el arranque de la competición, el torneo que será el que le dé de comer, como en alguna ocasión ha referido metafóricamente el entrenador de Fuenterrabía.

La excepción que rompe la regla fue precisamente el Sevilla al ganar la Europa League, pero los méritos para disputar las competiciones europeas se alcanzan por orden jerárquico jornada a jornada y en esa carrera el equipo nervionense lleva unos cuantos domingos de retraso.

Es verdad que el choque del miércoles aquiere una dimensión especial en la historia del club y que la derrota en Turín ha puesto a los de Emery con cierta necesidad en su grupo de Champions, pero lo que espera esta tarde a los blancos en Ipurúa es algo totalmente distinto. Un fútbol desagradable y de mucho contacto que requiere una preparación especial, tanto deportiva como mental para un grupo confeccionado para escenarios más lustrosos pero también para sufrir lo menos posible imponiendo su mayor calidad por presupuesto en estos envites con menos tirón. Y es precisamente en esta tesitura en la que el Sevilla no ha demostrado esta temporada saber manejarse como se esperaba y se le exige. En Las Palmas la imagen fue decepcionante y en las visitas a Málaga y Levante, tres cuartos de lo mismo. Los de Emery no saben aún lo que es ganar lejos del Sánchez-Pizjuán pese a haber visitado estadios de equipos para nada llamados a estar arriba. Encima, el Eibar, que arrancó un empate la temporada pasada en Nervión en un partido muy serio de los guipuzcoanos y muy mejorable de los locales, ha empezado fuerte la presente Liga. El equipo de Mendilibar, con sólo una derrota, está rozando puestos europeos, aventaja al Sevilla en cuatro puntos y recibe a un equipo de Champions con toda la tranquilidad del mundo, sin haber perdido futbolistas internacionales en el parón y viéndolas venir.

Emery, por su parte, tiene que hacer mil cuentas junto a los técnicos de su equipo técnico para cuadrar cargas de trabajo en grupos diferenciados de partidos peleando con lesiones musculares y procesos de recuperación. Se le va despejando el nublado en la enfermería y hoy podrá utilizar a algunos de los jugadores cuya ausencia más ha notado en un despegue para olvidar. El francés Rami, llamado a ser el pilar defensivo más sólido del equipo, se sube por fin al barco y hoy puede tener sus primeros minutos tras su lesión. Igualmente, Banega, aunque habrá que ver si el argentino entra de inicio o su puesta a punto es afinada por Emery con minutos para que vaya tomando ritmo de cara a la cita de Manchester.

La duda que había arriba se disipó ayer. Fernando Llorente, con muchas incógnitas en la calle alrededor de él, apenas se ha entrenado en esta semana a causa de una sobrecarga en los abductores y no entró en la expedición. No es un campo fácil ni para jugar ni para ganar el del Eibar, pero el Sevilla debe hacerlo y Emery dará la responsabilidad a los que mejor estén, con indiferencia de los que tengan preferencia o deseen jugar el miércoles mejor que hoy.

Tanto Eibar como Manchester se trata de fútbol y los profesionales tienen que demostrar que lo son tanto en la alfombra como en el empedrado, y para el entrenador la misma importancia tiene el choque de hoy que el que viene después. A Éibar pocos aficionados acompañan al equipo comparados con los que ya tienen el paraguas metido en la maleta de Manchester. La esencia es la esencia y las dunas grandes se hacen de pequeños granos de arena. Para jugar en escenarios como el del miércoles hay que hacerlo primero en plazas como las de hoy. Y, por supuesto, ganar.

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