De la imagen a los fichajes: ilusión

Castro y Emery, con los rostros propios de la derrota y el largo viaje.
Castro y Emery, con los rostros propios de la derrota y el largo viaje.
E. Florido Sevilla

13 de agosto 2015 - 05:02

Orgullo, casta y coraje, rebeldía, legendario, épico, heroico... Los calificativos de la prensa internacional elogiando al Sevilla ante el Barcelona de un Messi en estado de gracia ilustran sobre la trascendencia de la derrota de Tiflis, donde aún resuenan los ecos de una "fiesta histórica", en la lectura de la prensa georgiana. El Super Sevilla, tal y como fue definido por La Stampa italiana, ilusiona a su afición, que recibió en un buen número a sus jugadores en el aeropuerto de San Pablo, donde aterrizó el equipo poco antes de las nueve de la mañana. Un centenar de aficionados dedicó cánticos y gritos de ánimo a los héroes en la derrota, ejemplificando sobre el sentimiento que comparte el sevillismo.

Porque la Supercopa de Europa, más allá de la épica reacción del equipo de Unai Emery, sirvió también para que los sevillistas vieran por primera vez, en un partido de verdad, no en un bolo de verano, a cinco de los ocho fichajes realizados este verano por la dirección deportiva. Y el debut fue más que grato, aunque unos jugadores, lógicamente, colmaron más las altas expectativas levantadas que otros.

Los únicos titulares fueron Rami y Krohn-Dehli. El francés, pese a ser uno de los tres afectados por la salmonelosis, respondió con una actuación más que meritoria, y no sólo por el lógico déficit físico. Si ya se preveía que Monchi había fichado un central de empaque, esto quedó en evidencia con la personalidad, la jerarquía y la valentía, con balón y sin él, con que actuó frente al Barcelona. El danés mejoró muchísimo cuando Emery le puso de escudero a Krychowiak. Más adelantado, sí participó activamente en el arrebato sevillista.

Asimismo, la irrupción de Mariano, Konoplyanka e Immobile fue esperanzadora y clave en la reacción. El ucraniano marcó su primer gol con el Sevilla, casi en el primer balón que tocó, y mostró sus credenciales. El brasileño cumplió abajo y arriba y el italiano fue una referencia y dio profundidad, además de dar un gol. La sensación, siempre precipitada a estas alturas, es de tremenda ilusión.

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