La ilusión inunda la Ruta de la Plata

Pasado el mal sueño de Barcelona, el Sevilla se adentra en otra aventura con su estreno en la fase de grupos de una competición continental, hecho que no disfrutaba desde 2010 con Manzano como inquilino del banquillo sevillista.Ya ha llovido. El entrenador jiennense fue testigo de la última incursión seria del equipo blanco en Europa, un camino que se paró antes de acceder a los octavos de final de la versión moderna de la Copa de la UEFA en Oporto, más o menos cerca de donde esta noche acude el sevillismo en masa con renovadas ilusiones y decidido a apoyar hasta el final a la compañía que opera al mando de Unai Emery.

Después de decepciones como la eliminación a manos del Hannover 96 alemán hace ya dos años, la afición de este centenario club vuelve a sentir la fiebre de devorar kilómetros en autobús para ver a su equipo, de hacer nuevos amigos y de compartir con los viejos experiencias inolvidables con el fútbol como gran motor. El sevillismo vuelve a movilizarse y más de 2.500 almas sevillistas toman la Ruta de la Plata para vibrar con el nuevo proyecto que el club ha puesto en manos del entrenador guipuzcoano con la idea de volver a reconquistar el terreno que un día tuvo en el Viejo Continente a la estela de un grupo de jugadores irrepetible que marcó una época.

Parecerse a aquel Sevilla es el sueño de éste y por momentos -sólo por momentos- ha apuntado que puede estar en el camino. Uno de los días en que lo hizo, aunque fuera sólo durante unos minutos, fue el pasado sábado en el Camp Nou, donde los blancos vieron abortada de manera sospechosa una excelente reacción futbolística ante uno de los mejores equipos del mundo y que en su día fue el mejor sin discusión.

Y quizá a esa rabia aún presente en el corazón de los profesionales nervionenses deba apelar Emery para estimilar a los suyos ante un rival en teoría inferior pero que aconseja no perder ni un ápice de concentración. Que el Estoril Praia sea un neófito en Europa quiere decir que probablemente doblará en motivación a los sevillistas y eso puede ser peligroso para la integridad psicológica de un equipo que, se quiera o no, está todavía en construcción.

El nuevo sistema de competición, con puntos y en forma de liguilla, elimina en esta ocasión el dramatismo de un tropiezo, pero para evitar sustos cuando aún quedan a los que enfrentarse equipos que puedan complicar las cosas como el Friburgo (que un alemán es siempre un alemán), bueno sería que el Sevilla despejara las dudas cuanto antes -y si es el minuto 5 mejor que en el 85- y que la numerosa afición que hoy dará más colorido rojiblanco que amarillo al pequeño estadio Antonio Coimbra da Mota tenga motivos para pasárselo en grande a las primeras de cambio.

Por eso Emery no va a hacer tonterías con el once titular. Para eso le ha metido Monchi en el vestuario a gente suficiente para que pueda alternar y gestionar esfuerzos sin poner en peligro el potencial del equipo en las distintas competiciones en que aún tiene sus objetivos intactos.

Ya echaba de menos el sevillismo pensar en partidos de tres en tres días y está claro que Mestalla debe marcar un despegue que ya es urgente en la Liga, pero para tomar impulso, nada mejor que una ducha de autoconfianza ante la afición propia, que incluso superará en número a la local. Vuelve Europa, vuelve la ilusión por viajar, vuelve la aventura...