No iba de farol (1-2)

Copa del rey: Zaragoza-Betis

El Betis se planta en los octavos de final tras eliminar a un Primera como el Zaragoza y hace bueno el mensaje de Pepe Mel de ir a por todas en la Copa. Salvo en los diez primeros minutos, el Betis fue mejor y, guiado por un espectacular Rubén Castro, que estuvo en los dos goles, superó el de Jarosik

No iba de farol (1-2)
Samuel Silva / Zaragoza / Enviado Especial

10 de noviembre 2010 - 21:55

Aseguró Pepe Mel en la previa que el Betis acudiría a La Romareda dispuesto a remontar la eliminatoria. Y, con su alineación, demostraba que no iba de farol. Pero menos aun lo harían sus jugadores, que con un partido impecable, salvo en los diez primeros minutos, superaron a un Zaragoza sin ideas que sólo puso en apuros a Casto con centros al área o disparos lejanos. El Betis, este gran Betis de Mel, se coló por derecho propio en los octavos de final de la Copa del Rey y lo hizo tras derribar a un Primera, al que nunca había eliminado en esta competición. La Romareda acabó con gritos de dimisión. Y es que el Betis mereció incluso vencer por más goles.

Como le ocurriera en Balaídos o en otros tantos partidos, el Betis salió dormido, con una marcha menos que el rival, que en apenas diez minutos ya se había acercado en tres ocasiones con peligro a la meta de Casto, sobre todo en un remate de Braulio a pase de Bertolo. Pero, quién lo diría en otros tiempos, el Betis se adelantó en una jugada de astucia cuando menos lo merecía. Iturralde señaló falta de Boutahar por dejarse caer y, mientras el Zaragoza protestaba, Salva Sevilla puso el balón en juego con un pase a la espalda de los centrales, donde apareció Rubén Castro, quien, solo ante Doblas, decidió pasar a Jorge Molina, y Contini, en su intento de despeje, introdujo el balón en su portería. El Betis igualaba la eliminatoria, aunque poco le duró la alegría. Apenas tres minutos después, Boutahar centró al segundo palo y Jarosik, sin marca alguna, remató de forma inapelable para Casto.

El intercambio de golpes dejaba al Zaragoza por delante en la eliminatoria, pero, a partir de ese momento, el Betis comenzó a adueñarse del encuentro. Salva Sevilla y Arzu empezaron a cogerle el ritmo al juego, unidos a un Rubén Castro que era el mejor desde el primer minuto, y el equipo de Mel comenzó a tocar en el campo contrario. El conjunto local, que a la media hora perdía a su organizador Ander Herrera, amagaba con alguna ocasión, pero ya no era el equipodel arranque.

Y, cómo no, sería Rubén Castro quien colocase al Betis por delante. Arzu envió un pase entre líneas, Jorge Molina, de manera inteligente, la dejó pasar entre sus piernas, y el canario, solo ante Doblas aunque algo escorado, se sacó un tremendo disparo cruzado que heló La Romareda. El Betis, por vez primera, se colocaba por delante en la eliminatoria e incluso pudo aumentar su ventaja antes del descanso, sobre todo en un remate de Jorge Molina que se marchó arriba tras asistencia del omnipresente Rubén Castro. La grada local comenzaba a impacientarse ante el mejor juego del equipo de Mel, que, por momentos, parecía el de Primera.

Se esperaba a un Zaragoza que saliera mordiendo arriba tras el descanso. Pero ni mucho menos. El conjunto maño, que había recibido el mazazo del gol de Rubén Castro, era incapaz de asustar al Betis. Y cuando éste se dio cuenta de su superioridad empezó a enlazar contragolpes que pudieron dejar el partido sentenciado. No fue así por el desacierto de Jorge Molina. Al delantero aún se le nota falto del ritmo con el que empezó la temporada y esto se traslada a su olfato goleador. Primero sería en un pase al segundo palo de Rubén que intentó rematar de cabeza cuando pareció más fácil con el pie; luego llegaría la más clara, cuando tras otra asistencia del canario, que rozó en un defensor, Molina se quedó solo ante Doblas, al que tampoco ahora logró superar.

Ahí estuvo la sentencia para el Betis y, como no se materializó, el Zaragoza se vino arriba, sobre todo tras la entrada del colombiano Marco Pérez. No es que el equipo de José Aurelio Gay atemorizara a los que ayer vestían de azul, pero la incertidumbre del resultado hacía temer lo peor. Sobre todo en las jugadas de estrategia, donde el Zaragoza exhibía una mayor capacidad física. Y es que hasta diez lanzamientos de esquina acumuló el conjunto maño en la recta final del encuentro, lo que provocó que el banquillo bético se desesperase en la banda.

Mel solicitaba a sus jugadores que manejaran el balón, más aún después de volver a fallar en varias contras para lograr el tercero. Rubén, el mas inteligente de todos, la guardaba, la escondía o provocaba faltas. El Zaragoza estaba muerto e incluso Doblas se lanzó al ataque en un saque de esquina que pudo acabar en gol del Betis si Miguel Lopes hubiera estado acertado en la posterior contra con la portería vacía.

Pero ya no le harían falta al Betis más goles. Demasiado había realizado durante el encuentro. Con el esfuerzo de Israel, impresionante su partido; con la calidad y el saber estar de Rubén Castro; con la solidez de la pareja de centrales o del mediocampo, el Betis había sido superior. No iba de farol, no. Ni mucho menos. Y ahora le esperan los octavos de final.

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