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Una hipoteca muy pesada

Tras una semana marcada por la protesta de Luis Fabiano, Manzano lo puso junto a Negredo renunciando al equilibrio · El vídeo de El Madrigal no sirvió esta vez

Foto: AFP Photo
Eduardo Florido / Gijón / Enviado Especial

18 de octubre 2010 - 05:02

El equilibrio, esa premisa que junto con la frescura quiere grabar a fuego Gregorio Manzano en su plantilla, se fue al traste en su tercera cita como sevillista. Seguramente, alguien le habría avisado de que juntar a Luis Fabiano y Negredo era jugar con fuego. Pero eso no fue suficiente para convencerlo. No bastó en esta ocasión el vídeo de El Madrigal, el de aquel Villarreal-Sevilla del debut de Antonio Álvarez. La primera lección que aprenderá el técnico de Bailén en su aventura como técnico de Nervión es que una derrota de su equipo, sea cual sea y donde sea, deja derramar ríos de tinta. Y que a las primeras de cambio hay un debate abierto. Tras la derrota de ayer ya lo hay. Y la pregunta es si las palabras de Luis Fabiano reclamando su titularidad lastraron la objetividad y el criterio del entrenador sevillista.

Manzano se está especializando en sorprender con sus alineaciones. Ya fue muy llamativo el once que eligió para su debut liguero en Nervión frente al Atlético, cuando dispuso sobre el campo a Renato y Romaric para llevar el mando del juego. José María del Nido se encargó de desvelar que Monchi, cuando conoció el equipo que tenía pensado, advirtió al jiennense de que con ese mediocampo el Sevilla fue un pelele a manos del Villarreal aquel Domingo de Ramos. "Déjame que vea el vídeo". Y la apuesta de hace 15 días resultó ganadora y esperanzadora. Ayer hizo que de nuevo más de uno se echase las manos a la cabeza cuando vio en El Molinón a Negredo junto a Luis Fabiano. ¿Quién haría de Kanoute? Ésta era la pregunta que cabía hacerse en los prolegómenos del encuentro, porque esa misma pareja no había funcionado el curso pasado. Curiosamente, fue la misma con la que el Sevilla cayó en El Madrigal, día en que Álvarez quiso enmendar el entuerto metiendo a Kanoute por Negredo en el descanso. Pero ya era tarde. Igualito que ayer.

Desde luego, con estas decisiones sorprendentes Manzano ganara o perderá partidos, pero seguirá creando debates sobre el sistema, tan usuales en los últimos años por Nervión y su entorno. Porque, sin esa labor que realiza Kanoute, como si tuviera la patente de corso del delantero-centrocampista, o viceversa, el equipo necesita acertar siempre en cada pase, en cada combinación, para no verse a remolque a las primeras de cambio en el primer zamarreón del contrincante, sea cual sea su potencial.

Y el Sevilla, adormecido quizá por la tardía hora del partido, pecó de eso y rápidamente tuvo que remar contracorriente, porque una vez más quedó en evidencia que ni Negredo ni Luis Fabiano pueden hacer de Kanoute, el hombre que dota del equilibrio que pregona el técnico de Bailén como una premisa insobornable.

Sin el franco-malí, Renato, Romaric, Perotti, Negredo, Luis Fabiano..., todos los hombres que contribuyen al ataque, han de estar finísimos. Y ayer no lo estuvieron. Sólo Alfaro, con sus primeros toques, sus revueltas, sus pases interiores y sus inesperados remates de volea, se asemejó a Kanoute. Pero desde la banda no es lo mismo. Seguía faltando esa pieza. Y cuando salió al campo, por Negredo en lugar del desafortunadísimo Luis Fabiano, la losa ya no se podía levantar.

El brasileño quería hablar en el césped y ayer se lo concedieron. Pero sólo atinó a tartamudear. Un par de cabezazos altos; un piscinazo tras un gran pase de Romaric; su habitual pelea con los centrales, Gregory e Iván Hernández en este caso; un par de fueras de juego evitables... Su discurso no fue paralelo al del miércoles pasado. Sólo cargó de intereses la hipoteca de jugar con dos delanteros centro, y avivó este debate.

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