Un héroe en dos minutos

La rápida actuación de Tomás Calero, con ayuda del doctor del Salamanca, salva la vida a Miguel García · El medio sufrió un infarto y una parada cardiorrespiratoria

García es retirado del campo por la Cruz Roja ya consciente. / LOF
García es retirado del campo por la Cruz Roja ya consciente. / LOF
Samuel Silva / Salamanca Enviado Especial

25 de octubre 2010 - 07:24

Corría el minuto 58 cuando todas las miradas se dirigían hacia el bético Miguel Lopes, que se tiraba al césped para solicitar el cambio. A unos 15 metros del portugués, mientras tanto, Miguel García se desplomaba. El Helmántico se silenciaba. El recuerdo de Puerta o De la Red aparecía en la mente de todos. Pero una persona sí reaccionó con celeridad: Tomás Calero.

El jefe de los servicios médicos del Betis se lanzaba al césped sin esperar el permiso del árbitro, ante la gravedad que se intuía tanto por cómo se produjo el desfallecimiento como por los gestos de jugadores como Marcos Márquez o Emana, que se encontraban junto al caído. Los minutos que se sucedieron fueron de una angustia absoluta. Los jugadores de Salamanca y Betis ya no querían ni mirar; unos se tiraban al césped, otros se abrazaban; unos miraban al cielo, otros se echaban a llorar. Ambos banquillos permanecían unidos e incluso Mel, como desveló con posterioridad, le propuso a Óscar Cano, técnico del Salamanca, suspender el partido. Las tragedias que se han vivido en el fútbol están demasiado recientes en la memoria colectiva y todos se ponían en lo peor, sobre todo cuando desde la lejanía se observaba que Calero empezaba a realizar el protocolo establecido para una reanimación.

La grada permanecía en silencio, hasta que los más del mil béticos que otorgaban colorido al Helmántico estallaron en un grito de ¡Salamanca, Salamanca!, intentando ayudar a su manera a la vuelta a la vida del jugador que permanecía atendido y que muchos no habían identificado. El aplauso generalizado de todo el campo fue la respuesta a esos gritos de esperanza que entonaban los béticos. Pero la tensión se mantenía e incluso aumentaba ante los gestos de dolor de Marcos Márquez, que ya ni quería mirar a su compañero. Hasta que Calero y Miguel Ángel Garrido, su homólogo del Salamanca, no se levantaron y se fundieron en un abrazo, la grada no se tranquilizó. Mientras los equipos sanitarios trasladaban al jugador a una ambulancia, la afición explotó de alegría. Calero recibía felicitaciones. En apenas dos minutos, había salvado la vida.

"No sé exactamente el tiempo, pero habrán pasado unos dos minutos desde que cae hasta que recupera el pulso y la respiración. Ha sufrido una parada cardiorrespiratoria, ha habido que abrirle una vía respiratoria porque tenía la lengua caída", apuntó Calero tras el partido, confirmando que sin una rápida actuación de los médicos Miguel García no se hubiera recuperado: "Cuando llegó la asistencia para llevárselo en camilla volvió a sufrir una segunda parada, por lo que decidimos utilizar el desfibrilador. A partir de ese chispazo es cuando ha recuperado el conocimiento". Cuando finalizó el partido, los béticos estallaban de alegría y todo el banquillo saltaba al césped. Todos menos uno, un Tomás Calero que continuaba en estado de shock ante lo que había vivido instantes antes. "Son situaciones límite, con la vida de una persona en juego, y todo lo demás queda en un segundo plano. Ahora te vas satisfecho pero triste a la vez. No hubiera sido posible sin contar los elementos necesarios en el campo para una urgencia", explicaba Calero, un héroe que salvó una vida en dos minutos.

Las pruebas realizadas en el hospital, un cateterismo y una angioplastia, revelaron que el jugador sufrió un infarto previo al desfallecimiento y a la parada respiratoria.

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