Carlos Navarro Antolín
La pascua de los idiotas
Cuitu Negru/El español Pablo Castrillo (kern Pharma) apareció brazos en alto entre la espesa niebla de la cima del Cuitu Negru para firmar una nueva hazaña como vencedor de etapa en la Vuelta a España, una jornada épica en la mantuvo el jersey rojo de líder el australiano Ben O'Oconnor (Decathlon).
Castrillo (Jaca, 23 años), el mismo que sorprendió el pasado jueves en Cabeza de Manzaneda dedicando su primera victoria profesional a Manolo Azcona, el presidente del equipo fallecido, repitió la gesta imponiéndose en solitario y tras un ascenso sufrido metro a metro en la decimoquinta etapa disputada entre Infiesto y el Cuitu Negru, de 143 km.
El ciclista aragonés atacó a pie de puerto, subió en solitario hasta el final, donde le alcanzó Vlasov, pero también eliminó el ruso y pudo consagrarse en la cima, donde regaló a su equipo, invitado en la Vuelta, la segunda victoria. Entró con un tiempo de 3h.45.51, a una media de 38 km/hora.
Mientras Castrillo empezaba a asimilar un nuevo sueño, entraron Vlasov a 12 segundos, Sivakov a 31, Enric Mas a 1.04 minutos junto a Roglic, Carapaz a 1.13, Landa a 1.27 y el líder Ben O'Connor a 1.42 salvando la roja por 43 segundos.
También exitazo para O'Connor, dispuesto a defender el liderato con uñas y dientes. Roglic y Mas solo pudieron sacarle 39 segundos, y ambos le siguen en la general a 43 y 2.33 minutos respectivamente. Carapaz, cuarto, queda a 2.44, Mikel Landa, quinto a 3.05 y Carlos Rodríguez es octavo a 4.40.
Después de 12 años la Vuelta volvía a la etapa del Cuitu Negru, una de las más esperadas, con alta expectación porque en sus terribles rampas se iba a escribir una auténtica guerra por el maillot rojo y el podio. La salida se dio en Infiesto, en el corazón de Asturias, y enseguida el pelotón mostró su actitud combativa.
Múltiples saltos de inicio, fugas, alternativas en el pelotón. El aroma de la jornada era bélico, rota desde las primeras pedaladas, cortes hasta que se fraguó una avanzadilla numerosa con nombres destacados camino de la Colladiella (1a, 6,5 al 8), en el primero de los dos ascensos del menú del día a dicho puerto.
El australiano Jay Vine, representante de un UAE que se empeñó en meter hombres en los cortes, coronó en cabeza La Colladiella y el Alto de Santo Emiliano (3a, 5,6 al 4,9), por lo que empató a puntos con Van Aert en la clasificación de la montaña.
Lucha sin cuartel y previsión de tormenta ciclista y meteorólogica a medida que la fuga y el pelotón perseguidor roto en mil pedazos surcaba las antiguas zonas mineras, como Turón o Mieres, donde los pozos inactivos recuerdan lo tiempos de prosperidad y dureza vital a través de rutas turísticas.
Los que iban picando piedra por la ruta camino de Pajares eran Pablo Castrillo (Kern Pharma), Pavel Sivakov y Vine (UAE), Vlasov, un hombre de Primoz Roglic, Küng y Pacher (Groupama) y Armirail, un gregario del maillot rojo. Resistencia en cabeza de carrera en el segundo asalto a La Colladiella, ahora perseguidos a 2.30 minutos bajo el impulso del T-Rex Quick-Step de Mikel Landa.
El encadenado del Puerto de Pajares y Cuitu Negru era el escenario del día, y uno de los marcados para toda la Vuelta. "Hoy va ser una guerra", dijo Landa en la salida de Infiesto. Al poco de iniciarse la subida final, a 23 de meta, Roglic cambió de bicicleta para manejar desarrollos más adecuados en la escalada a Pajares y Cuitu Negru.
El esloveno no se cortó un pelo a la hora de reintegrarse al pelotón de favoritos. Se pudo casi un minuto a rebufo de un coche y recuperó la posición, sin temor alguno a la aplicación del reglamento. Iba a empezar la etapa de verdad.
Subiendo Pajares la fuga se redujo al aragonés de Jaca Pablo Castrillo, Vlasov y Sivakov. Los hombres de Landa seguían dejándose el alma, hasta que el alavés tomó la delantera a 3 de la cima. Un simple amago, pues a pesar del trabajo del equipo durante todo el día, el símbolo del "landismo" no tuvo fuerzas para erigirse como protagonista de la etapa.
La continuación de Pajares lleva al Cuitu Negru (Especial, 18,9 al 7,1), una cuesta de las de "sálvese quien pueda", una pared asfaltada entre pistas de esquí, una tortura tanto para los valientes aficionados como para los profesionales.
"Miro para arriba y me deprimo" le decía un "globero" a otro compañero de fatigas a punto de empezar la subida a la cima de 1.849 metros de altitud. "Pues no mires", le contestó. Una receta lógica para afrontar una escalada por rampas hiperbólicas, donde las tácticas no existen. Solo valen las fuerzas y el coraje que almacene cada uno a esas alturas de la etapa.
Tres kilómetros verticales por delante. A pie de muro lanzó el ataque ganador Pablo Castrillo. Convencido, con confianza en sus fuerzas, el futuro corredor del Ineos decidió quemar las naves. Se distanció de Vlasov y Sivakov y empezó a retorcerse sobre la bicicleta.
Por detrás Roglic ya había soltado a O'Connor y puesto el crono en marcha para ver si le podía quitar la roja. A su lado no cedía Enric, incluso capaz de atacar al esloveno en algunos tramos. Dos peleas apasionantes entre las nubes.
Castrillo no cedió en las terribles rampas del 24 por ciento, en aquellas curvas que desembocaban en repechos aún más delirantes. Se fue para adelante, sin mirar atrás. Se le acercó Vlasov, que iba tan tostado o más que el jacetano.
"Ya queda poco", decía una pintada sobre la carretera, pero ese "poco" era un pedazo de muro al 20 por ciento. Pues allí Castrillo le arrancó un par de veces más a Vlasov. La etapa era suya. Segunda hazaña en 4 días. La consagración para un corredor que comenzó en el hockey sobre hielo y que luego se enganchó a la bici por su hermano Jaime, que fue profesional en Movistar.
Un año pletórico para el aragonés, quien comenzó en el Lizarte en 2020. Esta temporada se rompió la clavícula en la Itzulia, se recuperó y llegó a la Vuelta con el sueño de ganar una etapa con el maillot de unos de los dos equipos que corren la Vuelta por invitación. Pues ya tiene dos. Normal que un equipo grande como el Ineos ya le tenga en sus planes para 2025.
Este lunes la Vuelta disfrutará de su segunda jornada de descanso para volver el martes a la actividad con la decimosexta etapa entre Luanco y Lagos de Covadonga, de 181.5 km.
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