El gusto es mío
sevilla - las palmas
Sevilla y Las Palmas convocan en Nervión el espíritu de un fútbol de alta escuela al son de Sampaoli y Setién. Los canarios, líderes, examinan un proyecto que debe mejorar en equilibrio.
Nunca sabemos hacia dónde se dirige el fútbol. Si hace diez años podía apostarse a que el físico dominaría sobre cualquier otra variable estética sobre los campos de hierba, siempre hubo románticos a quienes se dieron por locos y a los que se les escapaba una sonrisa al ver un caño, un control de fantasía o una finta imposible.
Hoy se miden en el Ramón Sánchez-Pizjuán dos modelos con un mismo o parecido estandarte gracias a dos de esas mentes que siempre pensaron en que el balón y la cabeza deben correr más que las piernas. El fútbol como concepto adquirirá un sentido distinto -si las altas temperaturas lo permiten- cuando Sevilla y Las Palmas expongan sus idearios esta tarde en Nervión. Y lo que, para aficionados de antaño podía ser un enfrentamiento como otro cualquiera, sin más, hoy el Sevilla-Las Palmas que harán posible Jorge Sampaoli y Quique Setién no es un partido cualquiera. Para empezar, es el líder de la Liga española el que visita al vigente campeón y dominador absoluto de la Europa League, equipo Champions que acude al estadio de la Juventus este mismo miércoles, y uno de los rivales esperados por los grandes.
Salvando al Barcelona, que ha marcado un tanto más que el Sevilla, se miden los dos equipos más goleadores del campeonato en las dos primeras jornadas; dos equipos que han ofrecido un espectáculo ofensivo en sus primeras comparecencias, con el 6-4 ante el Espanyol aún en la retina de los seguidores sevillistas, a los que el corazón les dio varios vuelcos y que hoy acuden a su asiento casi dando por seguro que presenciarán no menos de media docena de goles pero también temiéndose lo peor en cuanto a todo lo que el espíritu sampaolino se deja atrás cada vez que ataca.
Ésa ha sido una de las cuestiones que el peculiar entrenador argentino destacó ayer como defecto a remediar si no quiere tener problemas para no cargar las escopetas hacia atrás en ese impresionante caudal ofensivo que propone. Los que disfrutaron/sufrieron la jornada inaugural ante el Espanyol aplaudieron un digno espectáculo, con ocasiones y goles de bella factura, como vieron a lo que antes era un equipo ordenado en un correcalles que en circunstancias normales acaba pasando factura en el fútbol profesional.
A ese fútbol le faltó equilibrio, mucho equilibrio. Pues si bien es un gustazo marcar seis goles como lo hicieron los Vietto, Vázquez y compañía, no siempre un rival que se adelante dos veces en el marcador va permitir una remontada. Y no siempre un equipo que reciba cuatro goles en su estadio va a ser capaz de ganar ante su público. Lo de Villarreal fue otra cosa. El toque y la posesión no se tradujeron en ocasiones, o al menos, en ocasiones suficientes, mientras que -en sentido contrario- Sampaoli tuvo mucho que agradecer a Sergio Rico en lo que de verdad ha de hacer un portero, evitar que su equipo reciba goles.
Hoy se abre una nueva dimensión a todo lo que este nuevo Sevilla tenga que exponer. Para empezar, se trata de la primera vez que Sampaoli tenga que devanarse los sesos por decidir con cada caso, con cada miembro de su talentosa plantilla, en lo de hoy o lo del miércoles, cita del estreno en la Champions ante la Juventus.
Ello ayudará a que, a priori, surjan varios nombres propios sobre el tapete. El primero, propiciado por una promesa de Sampaoli, es la última gran estrella llegada a la constelación nervionense. Puede ser el momento del debut de Nasri y de verlo asociarse con otros magos como Franco Vázquez, quien se metió al sevillismo en el bolsillo ante el Espanyol. Pero lo cierto es que el once es un autético misterio con tantas combinaciones posibles y el fútbol a borbotones que debe salir por cada una de ellas.
En el rival, un Roque Mesa que no fue sevillista por muy poco y, en general, un equipo que tratará de arrebatarles a los blancos la posesión de la pelota, el protagonismo del fútbol ofensivo y del buen gusto. Todo, mientras lo permita la tiranía del astro rey, un sol que castigará a todo lo que se ponga a su alcance a unos 34 grados Celsius.
1 Comentario