Un guerrero con el alma de Bielsa

El Celta apela la fiereza del mentor de Berizzo y a un dinámico Orellana

J. A. Sevilla

04 de febrero 2016 - 05:02

El Celta es el mejor equipo, con diferencia, que ha pasado por el Sánchez-Pizjuán con permiso de un poderosísimo Manchester City que ganó a base de físico. Lo de los ingleses fue, básicamente, fuerza, pero lo del equipo de Berizzo fue puro fútbol, sobre todo en una primera parte en la que los jugadores del Sevilla perseguían sombras.

Aquello fue en septiembre, justo hace una vuelta liguera, y los dos equipos han cambiado. El de Emery ha mejorado notablemente, siendo ahora mismo un conjunto más potente que un Celta que entraña sus peligros. Berizzo, obligado por las circunstancias, ha cambiado algo el escaparate, aunque el modelo de juego sigue inquebrantable. Fiel a esa movilidad en los puestos de arriba, es verdad que la baja de Nolito ha motivado algunos cambios sintomáticos. Guidetti, sin ser un poste, fija algo más a los centrales mientras Iago Aspas cae a la derecha y Orellana, a la izquierda. El chileno sigue siendo el hombre más peligroso de los celestes. Aparece por todos lados y atrae a defensores para abrir espacios por donde sorprenden otros compañeros.

Es el sello de este Celta que lleva por bandera el espíritu de lucha y potencia la importancia de la batalla individual. No llega a ordenar Berizzo marcajes al hombre como hacía Marcelo Bielsa en ocasiones, pero sí da especial sentido al duelo entre pares. Garra, corazón, sangre en las disputas, solidaridad, pelea... son marcas de la casa y que rememoran el espíritu bielsista en fase defensiva, herencia del trabajo codo con codo en la selección chilena, en la que Berizzo bebió en primera persona como segundo entrenador del alma futbolística del mago.

La imaginación en el cambio de espacio de Iago Aspas, la conducción y el disparo de Wass, las subidas de Jonny, los continuos ofrecimientos del Tucu Hernández, la movilidad y a la vez el empuje de Guidetti... aparecen como registros de un ataque bastante coordinado en organizado y tremendamente eficaz en las transiciones. Y todo, con un Orellana con libertad y dinamismo para moverse como el mejor abrelatas.

Sin duda un equipo complicado, con las ideas muy claras y que en el Vicente Calderón se sacudió cualquier posible complejo, aunque un buen guerrero nunca los tiene. Mucho menos si el espíritu Bielsa también aparece para atacar.

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