Un grupo de desconocidos, en la élite gracias al orden

Petrescu ha pergeñado un equipo muy disciplinado y táctico en el que únicamente dos futbolistas son menores de 26 años

Los jugadores del Unirea atienden a Petrescu antes del entrenamiento en el Sánchez-Pizjuán.
Los jugadores del Unirea atienden a Petrescu antes del entrenamiento en el Sánchez-Pizjuán.
E. Florido / Sevilla

16 de septiembre 2009 - 05:02

Iulian Apostol y Marius Bilasco, dos de los escasos nombres propios de cierta entidad del Unirea Urziceni, conforman el retrato robot de una plantilla que ha llegado a la élite gracias al orden y la disciplina. Se trata de dos futbolistas de 28 años dotados del tradicional buen trato al balón de la escuela rumana que están en el escaparate de la Champions después de muchos años en la sombra. Dan Petrescu recibió en 2006 de Mihai Stoica, ex directivo del Steaua, el difícil encargo de sacar un equipo competitivo de un recién ascendido a la Primera División rumana. Y cumplió con creces.

Gracias al profundo conocimiento del fútbol de su país y a las dosis de competitividad y ambición que cobró siendo internacional con Rumanía y ganando títulos con el Chelsea, Petrescu comenzó a recopilar una plantilla en la que, actualmente, hay seis extranjeros: el lituano Arlauskis, el serbio Mehmedovic, el guineano Fernandes, el brasileño Ricardo Gomes, el argentino Brandán (que jugó en Primera con el Alavés en 2000-01) y el portugués Semedo. Todo lo demás son jugadores rumanos que no estaban destacando especialmente en diferentes equipos de su país y que sólo la visión de Petrescu, con potestad de mánager al estilo británico, propició que encajaran en un puzzle que ha dado con un club desconocido en la Champions.

El orden y la disciplina son las mejores armas de un conjunto con el oficio bien aprendido y una elevadísima media de edad, muy cercana a los 30 años. De hecho, apenas el portero Arlauskis, con su recién estrenada internacionalidad con Lituania a sus 21 años, y el extremo izquierdo rumano Rusescu, internacional sub 21, bajan algo esa media de edad. La veteranía y el oficio se le presupone a este equipo trabajado sobre la base de la solidaridad y el compromiso en el campo y que fue campeón rumano sorprendiendo a Cluj, Dinamo y Steaua. En 34 jornadas anotó 51 goles, menos que sus perseguidores, y sólo encajó 20. Bilasco fue el máximo realizador con 8 tantos, seguido de Onofras (7) y Rusescu (5). Un dato que ilustra sobre la forma de jugar de un equipo que se ordena con tres pivotes y las líneas bastante juntas para presionar y esperar su ocasión.

Su única experiencia europea fue el curso pasado en la UEFA: empató a cero en Hamburgo y perdió 0-2 en casa. Algo que también ejemplifica sobre cómo se aplica como visitante.

Apostol, que acaba de desembarcar en la selección rumana, es el cerebro del equipo. Un centro tenso suyo desde la derecha propició el autogol de Escudé que tantos dolores de cabeza dio al sevillista en el Serbia-Francia. A su lado, Parashiv aporta veteranía y el brasileño Ricardo, colocación y un toque en corto más que aseado. Frunza, zurdo que actúa en la derecha, y Rusescu tratarán de conectar con Bilasco, un punta alto y trabajador. Y los laterales, que apenas se soltarán, tienen buen golpeo a balón parado.

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