La gran recompensa de Luis antes de su adiós

Daniel G. Marco (Dpa) / Viena

30 de junio 2008 - 05:02

No hay mejor manera de despedirse que en lo más alto. Eso es lo que consiguió Luis Aragonés, tras el mayor éxito futbolístico de la historia de España. "Si ganamos, todos nos alegraremos muchísimo por él, porque se lo merece", dijo antes de la final Puyol. La demostración de ello fue que todo el equipo lo manteó al final.

Por repercusión, circunstancias y rivales, la Eurocopa ganada ayer es mucho más importante que la conquistada en 1964, el único triunfo precedente. Pero este hito no le hará cambiar a Aragonés su decisión de dejar el cargo. "Me voy porque no se ha hecho más para que yo me quede", explicó el sábado.

El logro de Viena es la recompensa y el casi epílogo de una larga carrera como técnico que empezó inmediatamente después de colgar las botas. Aragonés no concibe la vida sin el fútbol. Valorado como técnico, dirigió a media Liga española, pero sus trofeos se limitaron a una Liga en 1977 y cuatro Copas del Rey. Tuvo más carisma que títulos. Hasta ayer, porque pasará a la historia como el técnico que borró los traumas de una de las grandes del fútbol mundial que por fin logró el refrendo de un gran título.

Luis, como el fútbol español lo llama, hará las maletas y pondrá rumbo al Fenerbahce. Al borde de los 70 años será su primera experiencia en el extranjero.

Aragonés llegó a la selección tras el enésimo fracaso en la Eurocopa de 2004. Era el técnico del consenso. El camino hasta el Mundial fue plácido. No conoció la derrota en sus primeros 25 partidos, hasta que en octavos de final del Mundial se cruzó con Francia. Más que la derrota, se le reprochó seguir en el cargo, pese a que aseguró que lo dejaría si no llegaba a semifinales. Tuvo salidas de tono escandalosas y se creó un clima adverso antes de las derrotas ante Irlanda del Norte y Suecia, antes de la Eurocopa. Y prescindió de Raúl por razones más personales que futbolísticas, en pro del grupo. "¿Cuántos títulos hemos ganado con Raúl?", decía. Y le salió bien. Deja el puesto como campeón y como el mejor seleccionador de la historia, con 39 triunfos en 54 partidos, 11 empates y 4 derrotas.

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