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Ese gol de Tolisso... (4-0)

Champions League: Sevilla - Dinamo de Zagreb · la crónica

El Sevilla barre al Dinamo, pero no puede certificar su clasificación para los octavos por el tanto del Lyon en Turín. Sampaoli utiliza un partido de 'Champiñones' para probar cosas.

Foto: Antonio Pizarro
Francisco José Ortega

03 de noviembre 2016 - 05:02

El Sevilla cumplió con su cometido en un partido sin salsa ninguna por la superioridad evidenciada ante el Dinamo de Zagreb. Sin embargo, el gol final del francés Tolisso en Turín hizo que los suyos recurrieran a las calculadoras con vistas a la clasificación final de este Grupo H. En teoría, la primera posición debería estar más cerca para los nervionenses; en la práctica, la próxima cita con la Juventus debe servir para serenar definitivamente los ánimos o para incrementarlos con vistas a la última visita a Lyon. Un punto necesitan los discípulos de Sampaoli en esas dos jornadas que restan para que todo quede definitivamente finiquitado.

Las matemáticas no mienten y son una ciencia puramente objetiva, pero otra cosa es lo referente a las sensaciones. El Sevilla está protagonizando una Liga de Campeones perfecta. Empató en su visita a Turín, el coco del grupo y uno de los grandes del continente, y saldó con triunfos sus otros tres partidos para meter muchos euros en las arcas del club del Sánchez-Pizjuán. Hasta ahí todo serían buenas noticias ¿y cuál puede ser la mala entonces? Pues que con semejante rendimiento la clasificación aún no esté asegurada, aunque el más recalcitrante de los suyos siempre le busque el lado positivo a las cosas y argumente que siempre les quedaría Estocolmo, sede de la final de la Liga Europa en la presente temporada.

Son las cosas del fútbol. Pero en lo referente al partido en sí hay que apresurarse a asegurar que apenas le presentó ningún problema a un Sevilla que se tomó aquello como una prueba con vistas al futuro más inmediato, léase Barcelona. Era lo más parecido a los antiguos partidillos de los jueves, que después recibieron el sobrenombre de la Champiñones League en la época de Joaquín Caparrós en el banquillo sevillista. De no ser por el himno de la primera competición europea antes de comenzar el juego y por la meticulosa organización, cualquiera podía entender que se trataba de una prueba de ésas.

Sampaoli, con el inconveniente inesperado, al menos para él, de la lesión de Nasri, entendió que no había mejor día para probar las soluciones que puede poner en liza por si el francés no se recupera rápido. Kranevitter era la baza elegida si decide acompañar a N'Zonzi por detrás; Ganso era la opción más ofensiva, más o menos moviéndose con el francés y con Franco Vázquez en busca de dar el último pase y romper la defensa croata. El problema, para que el experimento tuviera valor empírico, es que difícilmente van a coincidir Kranevitter y Ganso en un mismo once si el adversario es medianamente competitivo. Porque una cosa es medirse al Dinamo de Zagreb y otra bien distinta es buscar los puntos frente a cualquier equipo de la Primera División española, incluidos los que moran en la zona más baja de la misma.

Pero el técnico argentino entendió que era un día ideal para buscar soluciones a los problemas que se le puedan ir presentando en momentos puntuales del curso. No está mal hacerlo en choques así, por mucho que hubieran tres puntos en juego y algunos millones de euros de bolsa para el ganador de los mismos. El Sevilla, bajo esos parámetros futbolísticos con cuatro defensas atrás esta vez, no iba a llegar a sufrir en ningún momento; al contrario, el control de la situación fue prácticamente absolutista y más se incrementaría su superioridad con la expulsión de Stojanovic al filo del intermedio.

Fue la puntilla para un Dinamo sin la calidad mínima exigible para competir a estos niveles. El cuadro croata le había puesto voluntad, pero jamás fue capaz de acercarse siquiera hasta un Sergio Rico que fue más espectador que nunca. El Sevilla ni siquiera necesitó cambiar de marcha, meterle algo de velocidad al juego, aunque eso con Ganso y Franco Vázquez al mismo tiempo sea bastante complicado.

Tampoco hacía falta, pues Vietto esta vez sí cazó una para colocar los blanquirrojos por delante sobre la media hora del litigio. Asunto resuelto y mucho más tras la absurda entrada de Stojanovic sobre Vitolo. El Dinamo se había quedado con diez y ya era una utopía futbolística que aquello pudiera variar en el segundo acto. Por supuesto que fue así y hasta hubo tiempo para el lucimiento de Ganso con sus pases profundos en los desmarques y para que N'Zonzi evidenciara que es un auténtico jugadorazo con independencia de la posición en la que sea utilizado por Sampaoli. El Sevilla barrió al Dinamo y lidera su grupo, pero el horizonte no está totalmente aclarado. Eso si se piensa en el objetivo de pelear en los octavos. Lo otro sería pensar en Estocolmo...

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