El fútbol, según Emery (2-0)
Sevilla - Málaga · la crónica
El Sevilla da una lección de manejo de las diferentes fases de un partido para derrotar con claridad al Málaga. Dos buenos goles y lograr que después no pase nada; tan fácil, tan difícil.
El Sevilla acabará la primera vuelta con 39 puntos en su casillero clasificatorio, por lo menos 39 y aún tiene pendiente una visita al dentista, léase Real Madrid, para tratar de adicionar alguno más. Lo que sí es seguro, de cualquier manera, es que los blancos han alcanzado un récord histórico en este tipo de torneos ligueros, algo que tiene mucho mérito si se analizan las plantillas de futbolistas desde que naciera el siglo XXI y los seguidores que profesan la fe balompédica nervionense han podido disfrutar de lo que han logrado gozar con los suyos. Ya no están Kanoute, Daniel, Palop, Jesús Navas y compañía, pero el Sevilla se impuso con claridad al Málaga gracias a su excelente manejo de la situación y aquellos equipos fueron superados, aunque sólo se trate de un título honorífico.
Porque ese registro se quedará en nada si el Sevilla no consigue prolongarlo en el tiempo, si no continúa con esa adición de puntos a su casillero. Pero eso entra en el terreno del fútbol ficción y conviene analizar lo mucho, y bueno, que ayer hizo el equipo de Unai Emery sobre el césped en este supuesto derbi que se vende desde el otro rincón, desde una Málaga que le da una enorme trascendencia a este tipo de encuentros. Cabe suponer, por tanto, que en esta ocasión también se la otorgarían y eso le da aún más mérito a la disertación de control de la situación que ofrecieron los 14 futbolistas que puso en liza el cuadro nervionense.
El Sevilla, probablemente, se está acercando al estadio que busca su entrenador, Unai Emery, a la hora de planear un partido de fútbol. El vasco está consiguiendo que hombres tan dispersos, en la teoría al menos, como Figueiras, Reyes, Deulofeu, incluso Banega en ocasiones, sean capaces de interpretar este juego como si se tratara de una sinfonía y todos tuvieran que afinar sus instrumentos para que comparezcan en el momento justo que lo precise el director de orquesta y lo hagan, además, con una precisión absoluta.
Ésa fue la gran virtud del Sevilla en este mal llamado derbi contra el Málaga, porque aquí sólo existen a la hora de la máxima rivalidad los Sevilla-Betis/Betis-Sevilla, todo lo demás pertenece a otros lares, por mucho que sean respetables todos ellos. El cuadro blanquirrojo supo meterse de lleno en todos las fases del partido y lo hizo con sapiencia, con serenidad, con un control de la situación que llegó a ser exagerado incluso. Tanto que lo más cercano a un disparo inquietante por parte del piropeado Málaga fue un lanzamiento de Luis Alberto, algún tiro lejano de Darder o Recio a las manos de Beto y la ocasión que le brindó Banega a Duda. Pero ni ésa, pues al portugués se le echaron encima como fieras los defensas locales para subsanar el error del compañero.
El control atrás fue absoluto, por tanto, y lo fue gracias al excelente partido de Carriço, Kolodziejczak y Fernando Navarro, que no se desconcentraron jamás a la hora de proteger a Beto, siempre con la inestimable ayuda de Iborra y de Krychowiak. Estos dos últimos, los medios centro, se encargaban de evitar que llegara cualquier rival con ventaja, algo que cobra aún más mérito si se tiene en cuenta que ambos, sobre todo el polaco, supieron jugar con el riesgo de haber visto muy pronto una tarjeta amarilla.
Todos los factores anteriores tienen que ver con el fútbol defensivo, con la seguridad de sentirse protegidos atrás, pero el Sevilla de Unai Emery no fue sólo eso y sería tremendamente injusto quedarse en ese apartado del análisis. También en ataque supo hacer el cuadro nervionense las cosas de manera casi perfecta. Porque hallar las vías de agua del rival también tiene su mérito y el Sevilla supo interpretar que el problema del Málaga estaba por el centro de su zaga. Esa zona del ajedrez fue la elegida para el ataque y ya pudo decantar el choque cuando Bacca le robó un balón a Angeleri y no pudo rematar con precisión ante Kameni.
El Sevilla sabía que debía percutir ahí y que la cuestión era llevar la pelota a los lugares exactos para mover a un Angeleri que tiene mucho más de modelo, porque lo es, que de futbolista a veces. Lo consiguió a través del ingenio de Deulofeu, pues el extremo catalán engañó con una salida hacia la banda y, sin embargo, metió un pase espectacular al corazón del área cuando ya lo perseguían tres rivales. Resultado, Bacca solo y uno a cero.
Desde ahí se incrementó incluso el control de la situación. Ya no existía ninguna excusa para protegerse aún más e incluso finiquitar aquello si era preciso. Los hombres de Emery sólo sufrieron cuando tuvieron que reajustar las piezas tras los cambios, pero el reloj volvió a funcionar con precisión. Roba Krychowiak, arranca Denis Suárez, gran pared con Bacca, todo muy rápido, dos a cero y punto final. El manejo del fútbol, según Emery. ¡39 puntos, nada más y nada menos que 39!
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