Una fulgurante carrera hacia la cima

Los Nuestros | Sofía Martos, campeona del mundo júnior ISKA de ‘Muay Thai’ y K1 Rules

Sofía Martos.
Sofía Martos. / M.G.
A. Durán

15 de julio 2019 - 05:04

Aunque comenzó a patear siendo muy pequeña, seguramente Sofía Martos (Coria del Río, 2002) nunca se imaginó que pasaría un verano entero en Tailandia, la cuna del muay thai. Ya estuvo en esas tierras dos años atrás, pero su estancia entonces fue breve y prometió volver. Ahora espera dar un paso más en su formación como luchadora y adquirir un grado de picardía que todavía no tiene, pese a ostentar varios títulos mundiales en categorías juveniles. “En cada pelea me veo un fallito”, dice ella.

Cuando Sofía conoció las artes marciales todavía gateaba. Las descubrió gracias a su tío, Jaime Cantos, que se dedica a ellas profesionalmente desde hace años. Éste recuerda que antes de que empezase “lo que es la práctica” del muay thai –a los tres años- ya “miraba y hacía movimientos” desde fuera. A medida que fue creciendo y desarrollando técnicas, vinieron los combates. Y las victorias.

A los ocho años ya empezó a destacar a nivel internacional, cuando se adjudicó en Liverpool un torneo de promesas llamado Europa Kids. En realidad, era únicamente un preludio de los éxitos que vendrían más tarde. Sofía ha sido campeona de España hasta en cuatro ocasiones. Y también se ha apuntado varios campeonatos del mundo de su categoría. El primero, en 2015, en Alhaurín de la Torre (Málaga).

"Yo en cada pelea me veo un fallito. Ninguna sale perfecta"

Aún en edad júnior, esta joven coriana presenta un balance que impresiona: 106 triunfos y sólo cinco derrotas. Sin embargo, ella tiene muy claro que tiene un talón de Aquiles y muchos aspectos a mejorar. “Me falta un poco de actitud, el intentar acabar las peleas un poco antes”, expone. Lo reitera su tío, que cree que necesita ganar “madurez” para continuar sus progresos. “En el muay thai estás expresándote como eres y ella todavía juega como una niña. Si ve que al rival le ha hecho daño, se cohíbe”, explica Jaime, que tiene claro que su paso por Tailandia le ayudará a ver el deporte “desde una perspectiva más profesional”.

A la vez, Sofía apunta a cuestiones más técnicas en su autocrítica. “Yo en cada pelea me veo un fallito. Ninguna sale perfecta. Y me falta utilizar más las manos, porque soy más de utilizar las piernas”, sostiene. Son errores que intentará corregir en el campo de entrenamiento de Sasiprapa, en el que se ejercita unas cuatro horas al día –dos por la mañana y otras dos por la tarde-. Admite que cuando surgió la oportunidad de marchar a Tailandia no se lo pensó dos veces. “La primera semana fue un poquito difícil, porque hay cinco horas de diferencia, pero estoy muy contenta”.

No es la primera vez que Sofía disfruta de una experiencia así en el extranjero. Son varios los veranos en los que ha pasado en Inglaterra. Entrenando y perfeccionando su técnica, porque ella nunca deja de lado el muay thai. “Es algo que me apasiona. Como llevo tanto tiempo haciéndolo, es como mi estilo de vida. Todos los días voy a entrenar, me distraigo, hago esto, lo otro…”.

De hecho, ya piensa incluso en un futuro como entrenadora. En septiembre, ya de vuelta en España, comenzará un módulo de técnico deportivo para ahondar en esa opción. La relación de Sofía con los estudios ha sido buena, pero subraya que “no es fácil” compaginarlos con el deporte. Y lamenta que en el colegio nunca le dieron comodidades para hacerlo. De cualquier modo, ella jamás detuvo su caminar. Y después de más de un centenar de combates ganados mantiene el mismo entusiasmo y dice no haber perdido “nunca” la motivación.

El 'sak yant', un talismán para los restos

A sus 17 años, Sofía Martos está viviendo una experiencia única en Bangkok (Tailandia). Ya estuvo allí en marzo de 2017, cuando acabó proclamándose campeona en los Mundiales WMF. Quedó impresionada por el país y ahora ha podido volver. En los tres meses que permanecerá allí no sólo espera sumar capacidades técnicas o tácticas, sino también espirituales. Este fin de semana, de hecho, se grabó en la piel un sak yant, un tatuaje de tradición milenaria que antaño utilizaban los guerreros como amuleto protector para las batallas. Puede parecer insignificante para una chica que ha ganado 106 de sus 111 combates, pero para ella no lo es. Si bien se ejercita a diario en el campo de entrenamiento de Sasiprapa, se cuida también de tener la fortuna de su parte.

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