La fórmula de los 40 millones

El modelo de negocio del Sevilla prevé amortizar sus apuestas con ventas en el segundo año de revalorización. El riesgo con la inversión de Konoplyanka se apoya en una alta rescisión que ahora negocia para Krychowiak.

Konoplyanka, durante un entrenamiento con David Carmona, del filial.
Konoplyanka, durante un entrenamiento con David Carmona, del filial.
Jesús Alba, Sevilla

28 de octubre 2015 - 05:02

El modelo de negocio del actual Sevilla exige la realización de varios puntos que están muy marcados en la hoja de ruta de los dos directores generales. Tanto Monchi por un lado como José María Cruz por otro deben cumplir con unos objetivos. Luego el mercado -previa intervención del entrenador del primer equipo con un papel primordial en la faceta de la revalorización- dirá el resto, pero el éxito de este Sevilla se basa en la adquisición de futbolistas en la última fase de crecimiento y un trabajo posterior de optimización económica de ese activo a través de renovaciones en el tiempo preciso con cláusulas de rescisión fijadas de manera que garanticen un ingreso importante en las ventas.

Ese criterio se ha seguido en los últimos años, con un techo en los 30 millones de cláusula que se quedó pequeño de un día para otro, a finales de mayo, cuando el Sevilla, de golpe y porrazo, conquistó otro título europeo en Varsovia y se convirtió en equipo de Champions. A partir de entonces, esos 30 millones ya no eran suficientes para ahuyentar a los clubes que se encapricharan de alguna de sus estrellas. El caso de Bacca fue el mejor ejemplo.

Hay inversiones con las que se toman riesgos, con unas más que con otras. Por ejemplo, el caso de Konoplyanka es un ejemplo de una operación digamos cogida con alfileres en materia económica que significaría un fracaso de nefastas consecuencias si deportivamente no se justifica. Sin embargo, con el ucraniano, una de las cosas que tuvo clara la ejecutiva blanca fue que la cláusula tenía que ser potente para tener las espaldas cubiertas. Este aspecto, junto a otros como las novias que tenía el jugador y la dureza negociadora del presidente del Dnipro, demoró el acuerdo final, pero el Sevilla logró fijar el precio de su libertad en 40 millones.

Ahora, el paso siguiente es que el club necesita por todos los medios rentabilizar esa operación en dos años. Es decir, en todos los casos anteriores el Sevilla ha acordado con sus agentes una línea de actuación muy clara. Pese a que la explosión llegue en el primer año de su fichaje, salvo excepciones (Aleix Vidal), la segunda temporada ha de ser la del despegue definitivo y posterior venta. Así ha sucedido con Bacca, así puede decirse que fue con Rakitic, aunque éste estuvo un poco más porque llegó en enero, y así es lo que tiene preparado el Sevilla también con sus figuras ahora. Konoplyanka está en su primer año en Nervión, en el que el club entiende que debe servir de adaptación y ensamblaje, y tiene ya un precio que deja tranquilos a los rectores.

Krychowiak sí está en su segunda temporada, pero puede decirse que la segunda parte está incompleta, pues su crecimiento futbolístico ha rebasado la cifra fijada en su cláusula de rescisión, que es de 30 millones, como la de Bacca. El Sevilla, que ya temió en verano quedarse sin un jugador clave si Wenger se hubiese decidido a llevárselo al Arsenal y que puede ver repetida la historia en enero, está enfrascado en un duro proceso de renovación para ampliar su contrato, cuya finalidad en realidad es elevar esta cantidad, pues tanto los agentes del polaco como el club tienen claro que el momento de su salida a una liga o un club superior será el próximo verano.

El Sevilla quiere elevar esa cifra lo máximo posible, pasar de los 40 millones y acercarse a los 45, mientras la agencia que lo representa quiere tener un mejor control de la situación con una cantidad más baja. De cualquier forma, tras una primera propuesta del Sevilla rechazada por el jugador, las posturas no son radicales.

Krychowiak tiene contrato hasta 2018 y la ampliación en años (posiblemente dos más) será una mera cuestión de fortalezas, pues las partes saben que el contrato no se agotará y que saldrá, igual que ha hecho Bacca, al final de su segunda temporada.

No obstante, nada es seguro. Entre otras cosas porque en el fútbol todos los negocios cambian según entre la pelota o no. Lo que sí parece claro es que esta temporada el Sevilla ha asumido unos riesgos económicos extrañamente altos. En la Junta de Accionistas se podrán saber algunos detalles, pero los responsables en materia financiera sabrán marcar las inversiones en ejercicios distintos para no descuadrar las cuentas, que en el caso presente Diario de Sevilla ya adelantó que el consejo de Castro presentará un superávit de 10,5 millones antes de impuestos y 6,5 después de impuestos.

Pero el sentido común, cuantificando las inversiones (Llorente, Konoplyanka, renovación de Emery...) y sabiendo que la masa salarial de plantilla y cuerpo técnico es de 70 millones, dice que el Sevilla necesita volver a clasificarse para la Champions para mantener este volumen de negocio. Si no, tendrá que vender, y no como hasta ahora, sino a la baja.

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