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Semfinal
No parece tener límites esta España empeñada en que los sueños patrios se hagan hermosa realidad. Día a día, etapa a etapa, el crecimiento es continuo, la ambición enorme y hasta las adversidades se convierten en guiños. La selección perdió a su goleador cuando más espeso estaba su fútbol y reencontró a la España que maravilló para cerrar la clasificación con cinco centrocampistas y mucho toque, con los 'bajitos' armándola y añadiendo al esquema que permitió a Luis remontar una mala fase previa una seguridad defensiva que pocos recuerdan en el combinado nacional.
España jugó las semifinales contra Rusia. Así, a simple vista, no dice mucho. Pero Rusia venía de desarmar al equipo que más expectativas había creado en esta Eurocopa, Holanda, y merecía mucho más que respeto a pesar del 4-1 de la primera jornada, porque este torneo es raro hasta en eso, repitiendo encuentros antes de la final.
Puede que por el dramatismo y la falta de confianza propia de una afición nada acostumbrada al éxito, se miraba con recelo a la sorprendente Rusia. ¿Cómo se iba a ganar de nuevo, y con esa claridad, al mismo rival? Dos veces, difícil.
Además, España tuvo que cambiar su forma de jugar por varios motivos. Primero, porque la apuesta de ritmo alto de Rusia no le interesaba para nada, pero en cierta manera se veía arrastrado. Segundo, porque los rusos retrasaron su línea defensiva para cerrar la espalda de sus vulnerables centrales y por ahí no hubo mucho que rascar. Tercero, porque una semifinal es una semifinal y aunque sea instintivamente las precauciones son mayores. Encima, se añadió un imprevisto que cambió del todo cualquier premisa. Villa lanzó una falta lejana y se lastimó la parte posterior del muslo derecho. Aun así se arrastró cinco minutos, pero el cambio estaba cambiado y España retrocedió varios meses para volver a jugar con un único punta claro. Villa, lamentablemente, dio por terminada su participación en la Eurocopa.
Entró Cesc, lo cual no parecía mala cosa para tener más el balón, ralentizar más el juego sin perder llegada y para que Rusia se viera un poco más obligada a salir para recuperar. Pero se perdía al máximo goleador del torneo y eso no tenía vuelta atrás ni había táctica que lo remediara. Con Torres poco cómodo y con Iniesta tan diluido como en las citas anteriores, la pérdida tenía un valor enorme por mucho que un mayor control pudiera compensarla.
Con Villa en el campo, España llegó diez veces y Rusia apenas una. Salvo saques de esquina, lo más peligroso de Rusia era la tibieza con la que el colegiado belga De Bleeckere sancionaba las faltas rusas. Inexplicable que llegara al descanso sin amonestar a nadie. Pavlyuchenko era una amenaza evidente, y muy seria, con Arshavin algo más tapado de salida. Pero Casillas apenas se lució en un tiro lejano del enorme delantero ruso, que además tuvo una clarísima opción tras un buen control entre los centrales, si bien Marchena y Capdevila le estorbaron lo suficiente para que no pudiera rematar en condiciones.
España, en cambio, llegaba con cierta fluidez. Un par de controles de Torres y otros tantos de Iniesta, de haberse completado con éxito, habrían cambiado las cosas sin duda. El marcador no habría llegado al descanso a cero en ningún caso con un poco más de tino entre tanta lluvia.
La entrada de Cesc lo cambió todo. Pero absolutamente todo. Rusia ya no tuvo el balón jamás y si en el primer tiempo llegó poco, en el segundo, nada. Tocar y tocar hasta aburrir, hasta que la frágil defensa rusa dejara algún resquicio. Pronto lo hizo.
Iniesta, que no ha llegado bien al torneo, cogió la pelota en la izquierda y por primera vez se puso a pensar sin que le agobiaran demasiado. Por fin, con un punta, España logró lo que buscaba, romper desde atrás. Xavi cortó la parcela central como un cohete, Iniesta le pegó fuerte al punto de penalti y el primero acompañó el balón con el pie para batir a Akinfeev.
El primer gol no hizo sino plasmar lo que se intuía, que España había hecho de la desgracia alegría. Adelantarse no cambió las cosas y el equipo español continuó creciendo a base de tocar y tocar, desesperando a unos rusos que no tenían nada el balón y que se encontraron con una defensa de libro. Arshavin ni apareció y Pavlyuchenko acabó engullido.
A Luis, con veinte minutos por delante, le dio por hacerse notar. Se lo merece. Es tan protagonista de este éxito como los jugadores, más aún. Agotó los cambios sin necesidad alguna, pero con 70 años cualquier decisión que tome estará bien tomada aunque luego salga mal. Metió a Xabi Alonso y a Güiza por Xavi y Torres. Cambios agotados. Si se lesionaba alguien...
Tres minutos tardó el fútbol en darle la razón al seleccionador. Sergio Ramos, enorme en defensa y rompiendo como quería España en ataque, cedió a Cesc, quien con un toque sencillamente magistral bombeó para que Güiza se quedara solo ante el meta ruso, elevando con tranquilidad para dejar totalmente KO al rival.
Cesc se daba un festín. Partido de auténtica estrella el suyo. Dominador absoluto del balón, del campo, del fútbol, Iniesta vio su carrera y le lanzó en largo. Cesc, con enorme tranquilidad, asistió para la incorporación de Silva, quien fusiló a Akinfeev redondeando una goleada sin paliativos.
Arrollando al rival, plantándose en la final con sensacionales credenciales, sin haber sido superado nunca por ningún rival, España abrió la última puerta, la de la final. Con una seguridad creciente e inquebrantable, se marcó un segundo tiempo irrepetible. La selección cerrará el torneo, el domingo ante Alemania, también en el Prater vienés, el Ernst Happel. Ya era hora. Se lo merece.
Rusia, 0: Akinfeev; Anyukov, Berezutski, Ignashevich, Zhirkov; Semak; Zyryanov, Shemchov (Bilyaletdinov, 55'), Saenko (Sychev, 56'); Arshavin; y Pavlyuchenko.
España, 3: Casillas; Sergio Ramos, Puyol, Marchena, Capdevila; Senna; Iniesta, Xavi (Xabi Alonso, 68'), Silva; Villa (Cesc, 33') y Fernando Torres (Güiza, 68').
Goles: 0-1 (50') Xavi a pase de Iniesta.
0-2 (73') Güiza engaña a Akinfeev tras pase picado de Cesc.
0-3 (82') Silva a placer tras asistencia de Cesc.
Árbitro: Frank de Bleeckere (Bélgica). Mostró cartulinas amarillas a los rusos Zhirkov (55') y Bilyaletdinov (60').
Incidencias: Segunda semifinal de la Eurocopa 2008, disputada en el Ernst Happel Stadion, lleno, con la asistencia de 51.428 espectadores. Presidieron el encuentro los Príncipes de Asturias. Junto a ellos estuvieron la ministra de Educación, Mercedes Cabrera; Michel Platini, presidente de la UEFA; Jaime Lissavetzki, secretario de Estado para el Deporte; Alejandro Blanco, presidente del Comité Olímpico español; Angel Villar, presidente de la RFEF, más numerosas personalidades de la política y el fútbol de España y Rusia.
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