La felicidad de subirse a la piragua

piragüismo

Máximo Vela ha dedicado toda su vida a una actividad que le apasiona y que le ha dado grandes momentos Desde el club que preside busca promocionar el deporte de base

Máximo Vela posa en el interior de las instalaciones del Club Piragüismo Triana.
Máximo Vela posa en el interior de las instalaciones del Club Piragüismo Triana.
Macarena Lozano Sevilla

05 de agosto 2013 - 05:02

Máximo Vela conoce el río Guadalquivir como la palma de su mano. Se subió por primera vez a una piragua cuando tenía 17 años. Estuvo mucho tiempo ligado al Club Náutico de Sevilla, del que es socio de honor. Fue campeón de Andalucía y de España en varias ocasiones, aunque no pudo estar en unos Juegos Olímpicos. El deporte no le daba de comer y su trabajo, en el sector de la automoción, le exigía demasiado tiempo como para entrenarse a máximo nivel.

Una de las etapas más importantes de su vida abarcó desde 1996 a 2002, cuando fue presidente de la Federación Andaluza de Piragüismo. "Primero me propuse sanear las cuentas. Después, organizar un gran evento en la ciudad para encumbrar el piragüismo, que en aquel momento estaba en horas bajas, y así nació el Mundial de Sevilla 2002", recuerda con cariño Vela. Fueron años únicos, en los que conoció "a gente muy buena y muy capaz".

El palista dejó la presidencia de la Federación para ocuparse en cuerpo y alma a un nuevo proyecto: el Club Piragüismo Triana (CPT), fundado en 1999 y con sede inicial en el Charco de la Pava. Lo que movió a este veterano deportista a hacer realidad tan arriesgada idea fue el gran interés y el amor que siente por la piragua. "Esto me da la felicidad y si me faltara no sé lo que sería de mí", sentencia.

El CPT nació también con la premisa de ofrecer otras modalidades deportivas, como senderismo o escalada, así que organiza todo tipo de actividades para grupos de aficionados y turistas con las que percibe unos ingresos extras.

Algunos años después de su apertura, el Piragüismo Triana tuvo que trasladarse, dado que en su anterior ubicación se iba a construir un parque. Tras pasear por la ciudad en busca de una nueva sede, Vela dio con las instalaciones de Arjona, situadas al final de la calle Radio Sevilla. "Aquello estaba bastante abandonado y pasaba desapercibido, aunque consideré que, una vez se emprendieran las oportunas obras de acondicionamiento, nos serviría", recuerda Vela. Dicho y hecho. Se reformó el edificio para la colocación de las piraguas y el resto del material, se eliminaron columnas y se instalaron puertas metálicas. Todos los gastos corrieron a cargo de los socios del club.

Para practicar piragüismo en el CPT se pide el pago de una cuota que no llega a un euro al día. La edad mínima es de 9 años y la máxima... hasta que el cuerpo aguante. La inmensa mayoría de los socios (unos 200) son veteranos. Entrenan y echan una mano en lo que pueden. El propio presidente reconoce que no tiene empleados, sino colaboradores: "Todos arrimamos el hombro para limpiar, entrenar a los pequeños, arreglar las piraguas... Y el que viene lo hace porque de verdad lo siente, no por dinero". Esa es la seña de identidad de su club. Con el granito de arena que cada uno aporta desinteresadamente levanta una montaña de ilusiones, proyectos y resultados.

El club no dispone de ningún tipo de subvención, ayuda o patrocinador, aunque la ausencia de fondos no lo acompleja. De hecho, Máximo Vela cree que los momentos de dificultades sirven para descubrir cómo son las personas en realidad, quién se mueve por interés y quién por devoción. "La manera más bonita de trabajar es cuando no se tiene nada", afirma.

En su primer año de vida, el Club Piragüismo Triana fue campeón de Andalucía y cuarto a nivel nacional con los veteranos. Entre los logros más recientes, la victoria en el certamen andaluz de febrero de este año y el bronce que Máximo Vela y Antonio Peña se colgaron en el Campeonato de Europa celebrado en Vila Verde (Portugal) a principios de junio.

De cara al futuro, los objetivos pasan por seguir ganando medallas con los veteranos y, sobre todo, por cultivar el deporte de base, formar a un grupo de jóvenes que, a medio y largo plazo, puedan dar muchas alegrías. Unos 30 chavales ya están entrenando a las órdenes de Antonio Díaz Gil, veterano piragüista ya jubilado. Vela tiene fe en sus pupilos y espera de ellos la suficiente entrega y dedicación como para que el día de mañana se suban a lo más alto del podio y, quién sabe, se cuelguen una presea olímpica. La apuesta es laboriosa: "Primero tendremos alevines, más tarde infantiles, después cadetes... Y así sucesivamente. Esto es un cadena". Ése es el símil con el que Vela explica su plan, al que añade los beneficios que acompañan a la práctica de cualquier deporte. "Inculca valores que se pueden incorporar al día a día y a la educación, que tanta falta hace", concluye.

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