Con la fe del ganador (1-2)

Liga bbva

El instinto depredador de Negredo en el minuto 90 le da al Sevilla de Manzano su primer triunfo fuera pese a acabar con diez. El mal inicio tras el descanso hizo peligrar la victoria

Foto: Efe
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Eduardo Florido / Zaragoza / Enviado Especial

14 de noviembre 2010 - 18:50

El gran momento de Negredo le dio un valiosísimo triunfo al Sevilla, el primero como visitante en la Liga desde que llegó al banquillo Gregorio Manzano. El instinto depredador del vallecano fue determinante y otorgó a su equipo una victoria que deja un gran sabor de boca por producirse en el minuto 90, después de que llegara a peligrar incluso el empate por la roja a Fernando Navarro. El Sevilla se impulsa hacia la zona noble y además lo hace con un gran espaldarazo moral, porque no era fácil ganar en La Romareda tal y como se puso el encuentro. El equipo de Manzano estuvo a punto de tirar el trabajo realizado durante la primera parte al salir adormecido en la segunda. Pero Negredo y la fe colectiva para no dejar de mirar el partido con la convicción del ganador terminaron por decantar la balanza hacia el visitante.

El gol de Negredo es para detenerse y también hay que apuntar en el haber de Manzano que arriesgara al sacarlo al campo por Renato, con lo que Kanoute tuvo que ejercer de nuevo el papel de organizador puro. El vallecano le dio la razón a su técnico al apostar por él en la segunda mitad y se quitó la espina de la pasada temporada en este mismo escenario, donde siguen recordando las calabazas en el verano de 2009. Cuando parecía que aquello acabaría en unas tablas de sabor agridulce, el vallecano presionó con fe a Jarosik en la medular, le ganó la pelota y luego se fue como un poseso hacia la portería para fusilar a Doblas con un magistral zurdazo cruzado a la cepa del poste. Un soberbio gol que confirma la definitiva eclosión de un futbolista clave actualmente en este equipo.

La conservadora salida del Zaragoza puso un escena un partido para masticarlo con lentitud hasta dar con el hueco, con la combinación adecuada que posibilitara encontrar el hueco entre tantas piernas. Porque José Aurelio Gay, muy presionado por la situación de su equipo, acentuó la versión ultradefensiva de su esquema con una descarada línea de cinco atrás y otra de tres en el medio que formaban Edmilson, Ponzio y Gabi. De esa forma, minó el centro del campo y cedió con hospitalidad el peso del partido al Sevilla.

El equipo de Manzano se aprestó a aceptar la invitación y muy pronto comenzó a jugar en el campo contrario. Pero había demasiadas piernas por el camino y para superar esa doble trinchera hacía falta una gran precisión en las combinaciones, en los pases en corto y en los controles. Llegar al área era sortear uno y otro obstáculo y, nada más que se fuera medio metro un control, había que empezar de nuevo. Así estuvo el Sevilla madurando el partido, con Dabo y Fernando Navarro intentando abrir el campo, hasta que el Zaragoza decidió estirarse un poco. Bueno, más que estirarse lo que hacía era buscar con balones largos a Lafita y Braulio para provocar segundas jugadas con la incorporación de los medios. Y ahí la defensa y Zokora, el hombre encargado de barrer en esa zona, se mostraron muy concentrados, después del aleccionamiento que Manzano les había dado tras las anteriores salidas ligueras.

En ésas estaba el encuentro cuando por fin el Sevilla, después de un par de intentos de Kanoute de romper las líneas con pases interiores, logró combinar en corto con precisión. Dabo salió con valentía y encontró a Renato, éste vio a Kanoute y el franco-malí no pudo ser más clarividente. Superó con su zancada a Jarosik y encontró el espacio suficiente para darle un pase de lujo a Luis Fabiano. El brasileño, que tiró perfectamente el desmarque, terminó la faena al ejecutar con frialdad a Doblas con un disparo preciso y raso. El 0-1 ya estaba en el marcador y ahora era cuestión de seguir concentrado atrás sin perder el norte.

Pero bastaron los cambios ofensivos de Gay al descanso y la salida desconcentrada del Sevilla, con una revolución menos en la intensidad, para que se produjera el empate, a balón parado, el principal peligro local, lo que abrió el partido de par en par. Y ahí pudo pasar de todo. Un penalti no pitado a Alfaro, la posterior expulsión de Fernando Navarro y la inquietud de ver cómo se podía ir un triunfo que parecía amarrado. Con el encuentro en un auténtico correcalles, el Sevilla se fajó atrás y contragolpeó arriba. Hasta que apareció Negredo con su vitola de héroe.

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