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Lo exógeno y lo endógeno

atlético - sevilla · el otro partido

El Sevilla vuelve a dar la peor cara fuera de casa con un planteamiento que chocó con las decisiones del árbitro y los resbalones por la pésima elección de las botas.

1. Botía y Javi Hervás, que salieron desde el banquillo para suplir respectivamente a Kondogbia y Jesús Navas, cariacontecidos tras el cuarto gol del Atlético. 2. Iglesias Villanueva le realiza una indicación a Cebolla Rodríguez, al que debió mostrarle una amarilla por dar un fuerte balonazo fuera del campo. 3. Fernando Navarro cae enganchado junto al uruguayo con Maduro atento a la jugada.
Eduardo Florido / Sevilla

26 de noviembre 2012 - 05:02

Si uno repasa la historia del fútbol, el equipo de casa es favorito siempre al uno en la quiniela. Las variantes se llaman así porque varían del resultado natural de partida, el uno. El partido de este domingo era un uno poco claro. Al menos los sevillistas apostaban por que su equipo saliera con esa intensidad que pide Míchel y que casi exigió José María del Nido cuando se preguntó en público por qué su equipo no hacía lo mismo todos los domingos. La respuesta es sencilla: el Sevilla no juega todos los domingos en casa y eso, el factor exógeno, es clave.

Este domingo hubo dos factores exógenos que determinaron el partido. Uno fue el árbitro. La primera falta del partido, muy dura, la hizo Gabi, y se fue a la caseta sin amonestación. ¿Sabría Iglesias Villanueva que estaba apercibido de sanción para el derbi madrileño? Fue en el minuto 9. Cinco después, Falcao se dejó caer ante Spahic y el gallego pitó falta. A raíz de ese momento, se desquició el bosnio, que en la segunda falta sancionada, la primera que cometió, ya fue advertido por el árbitro. Spahic terminaría viendo la amarilla y jugó condicionado. Perjudicó a su equipo en los tres primeros goles: permitió el control de Falcao en el penalti, llegó tarde en el centro de Turan y lo desvió a gol e hizo mutis por el foro ante Diego Costa en el 3-0. Se unieron el factor exógeno y el endógeno.

Otro factor que no controlaba el Sevilla es que Iglesias Villanueva iba a aplicar el reglamento a favor de corriente siempre, y más aún en una temporada en la que el Atleti de Simeone acapara los focos mediáticos como hacía tiempo que no hacía el club del Manzanares. ¿Por qué expulsó a Fazio si el derribo, al que contribuyó Coke dejándose caer, fue en un barullo? Aplicó el reglamento. ¿Por qué no le mostró tarjeta amarilla a Cebolla Rodríguez cuando lanzó un balonazo fortísimo ya fuera del campo porque se le había ido el control? No aplicó el reglamento.

Luego hay otras contingencias que este domingo el Sevilla no supo contrarrestar. Excepto Palop, posiblemente todos los futbolistas del Sevilla se resbalaron alguna vez. A Cicinho le pasó con más contumacia que a los demás y, por ejemplo, fue a resbalarse cuando Falcao arrancó en la jugada del 2-0. Pero el brasileño no fue el único. En el escaso rato que jugó, Kondogbia se fue al suelo cuatro o cinco veces. Igual que Jesús Navas, Rakitic, Reyes, Spahic, Botía... Hasta Perotti, que salió más allá de la hora de juego se fue al suelo porque sus tacos no se agarraban bien al piso. ¿Para qué sirve el calentamiento? ¿Nadie del cuerpo técnico se apercibió del problema ni avisó a los que salieron desde el banquillo? ¿Sólo llevaban un tipo de botas? El factor exógeno se impuso de nuevo al endógeno.

Son cosas que suelen pasar fuera de casa. Y la presión ambiental, pese a los muy desagradables cánticos, no influye tanto como este tipo de cuestiones que son decisivas. Sobre todo si el local se emplea con la intensidad que el visitante pretende. El resbalón, la faltita inexistente, la amarilla que va para uno y para otro no... Por eso, a veces, es imposible mantener la intensidad. Sobre todo si falta Medel y tampoco está Negredo para que desahogue el juego. En la primera parte, Babá tocó tantos balones como goles encajó el Sevilla y todos los perdió. Quizá sea una cuestión de planteamiento y no de mentalidad: a veces, es mejor dejarse de discursos grandilocuentes sobre la actitud y tirar de pragmatismo, adaptarse al medio y arroparse bien. Porque en Madrid siempre hace más frío que en Sevilla.

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