Un estadio con enjundia
Supercopa del Europa · El ambiente
El exótico Boris Paichadze, construido en pleno estalinismo en 1936, tiene un amplio anecdotario y llegó a acoger a 110.000 espectadores.
El estadio del Dinamo Tiflis, escenario de la Supercopa de Europa entre el Barcelona y Sevilla, es un estadio con casi 80 años de historia y que puede presumir de haber acogido un partido con 110.00 espectadores. Construido en vísperas de las purgas estalinistas (1936), recibió primero el nombre de Lavrenti Beria, el temido jefe de los servicios de seguridad con Stalin y, una vez fusilado el comisario georgiano, fue rebautizado como Lenin. Acogió desde sus inicios los partidos del Dinamo Tiflis, uno de los equipos punteros de la Unión Soviética, no en vano se alzó en dos ocasiones con el título de liga (1964 y 1978) por delante del Dinamo Kiev y el Spartak Moscú.
Ante el gran interés que el fútbol despertaba entre los georgianos, las autoridades decidieron acometer su ampliación, con lo que el estadio aumentó su aforo hasta los 75.000-80.000 asientos en los años 70. Esa fue la época dorada del Dinamo Tiflis, que eliminó al Liverpool en los octavos de final de la Copa de Europa tras endosarle un claro 3-0 en 1979 a un equipo que contaba con Clemence en la portería, Souness en el centro y Kenny Dalglish en la delantera.
En esa ocasión, el 3 de octubre de 1979, el estadio del Dinamo albergó a nada menos que 110.000 espectadores, que hicieron posible la remontada de los georgianos que habían perdido en la ida (2-1) y metieron el miedo escénico en el cuerpo a los ingleses en el partido de vuelta.
Los georgianos serían seguidamente eliminados por el Hamburgo de Kevin Keegan, que ganó ambos partidos y que posteriormente llegaría a la final tras apear en las semifinales al Real Madrid de Vicente del Bosque.
Esa derrota no fue un duro revés para el Dinamo, sino, muy al contrario, un aliciente que lo llevó a alzarse con la Recopa de Europa a la temporada siguiente (1981) al derrotar en la final al Carl Zeiss Jena de Alemania Oriental (2-1). El estadio volvería a llegar a los 110.000 espectadores en una última ocasión, ya después de la independencia del país, con ocasión de un partido oficial entre las selecciones de Georgia y Alemania (1995).
Desde 1991, ni el Dinamo ni el fútbol georgiano han podido reverdecer los viejos laureles, aunque la afición al fútbol no ha disminuido ni un ápice en este país del Cáucaso.
Por motivos de seguridad, fue remodelado en 2006 para que todos los aficionados fueran sentados y ahora tiene capacidad para 55.000 espectadores.
Uno de los últimos grandes partidos vividos por los aficionados en este estadio fue el 11 de septiembre de 2012, cuando la flamante campeona mundial y doble campeona de Europa, España, visitó Tiflis. El equipo de Del Bosque se las prometía felices en el primer partido de clasificación para el Mundial de Brasil, pero los georgianos vendieron cara la piel y estuvieron a punto de dar la sorpresa.
Con la excepción de Iniesta, España puso en liza a todas sus estrellas, desde Casillas a Sergio Ramos, y desde Xavi a Silva, que se toparon con la muralla numantina de los locales. Tuvo que ser Soldado, entonces delantero del Valencia, el que marcara el gol de la victoria a falta de tres minutos para el final.
Los barcelonistas Piqué, Busquets y Pedro son los únicos futbolistas que vivieron aquella victoria y que tendrán la oportunidad de pisar de nuevo el terreno de juego del estadio del Dinamo Tiflis.
Los georgianos no sólo no guardan un mal de recuerdo de aquella derrota, sino que, en una muestra de deferencia con el fútbol español, tienen previsto rendir homenaje a Del Bosque, quien precisamente dejará el cargo tras la Eurocopa de Francia 2016.
La Supercopa será el mayor acontecimiento que acoja el estadio en lo que va de siglo, por lo que las autoridades se han tomado muy en serio los preparativos. Aunque en 2012 ya había sido instalado un nuevo césped, se han acometido en los últimos meses mejoras en las gradas, los marcadores, el alumbrado y la megafonía, lo que exigió una inversión de 9 millones de dólares. El propio primer ministro, Irakli Garabashvili, revisó personalmente las obras de remodelación y recibió ayer a Michel Platini, presidente de la UEFA, para ponerlo al día de todo ello.
Una de las prioridades es la seguridad, ya que en el histórico partido entre Georgia y Alemania la entrada de espontáneos en el terreno de juego para abrazar a sus ídolos obligó a interrumpir el partido en varias ocasiones.
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