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Buscan a una banda de ladrones de viviendas que actúa en el Aljarafe

Las cuatro esquinas de Jesús

Champions: Manchester City-Sevilla · Marcaje al hombre

El palaciego demostró ante su ex equipo haber alcanzado una madurez que lo hace un mejor futbolista. Salió de la banda, disparó a puerta, buscó el remate dentro del área y fabricó un gol.

Foto: Paul Wilkinson / CarterSports
Jesús Alba

22 de octubre 2015 - 05:02

Ha cambiado mucho el Sevilla desde que un escurrido chaval de Los Palacios cogió un avión, dirección Manchester, para no volver -salvo en vacaciones-. Para cambiar, ha cambiado hasta de presidente; para cambiar, viste a rayas rojas y blancas... aunque también, para cambiar, puede hasta competir en el estadio del líder de la Premier. El Sevilla de Emery compitió en el Etihad, miró a los ojos directamente al equipo de Pellegrini y le jugó de tú a tú, pero se ahogó en la orilla como lo hacen los que aún le quedan horas de navegación en la máxima competición continental, la que da todo el prestigio del mundo.

Llevaba Jesús Navas varios días repitiendo que reencontrarse con el equipo de sus amores iba a ser algo muy especial. Grandes recuerdos, muchos buenos y algunos malos -como aquel episodio de ansiedad que tuvo la punta del iceberg en una concentración en Cartaya- y muchos, muchísimos amigos. El fantástico futbolista criado en la cantera sevillista, campeón del mundo como otros de la misma cuna, es la única amenaza posible para Pablo Blanco en su marca histórica de partidos oficiales defendiendo la camiseta del Sevilla. No ha nacido -y tardará en hacerlo, si lo hace- futbolista que se acerque a los poco más de 400 partidos que tienen al que además fuera su mentor al frente de una clasificación en la que no cabe más honor. Y Blanco sabe que si alguna vez a Jesús Navas se le ocurriera volver a Nervión su récord lo haría trizas casi en los dos primeros meses.

Jesús Navas fue ante su ex equipo ese extremo constante e incisivo que encandiló a Pellegrini en la Liga española. Una y otra vez, se fue de Tremoulinas como y cuando quiso y se mostró dañino de verdad. El primer disparo del Manchester fue un obús suyo a los siete minutos de los que de tarde en tarde dibujaba en el Sevilla. Uno al Athletic en San Mamés, otro al Real Madrid en Nervión, al Betis en Heliópolis...

El palaciego estuvo activo en ataque y fue, desgraciadamente para la que fue su parroquia, decisivo en el resultado. Rozó el gol al acercarse al remate al primer palo ante Sergio Rico y fabricó parte de la jugada del empate, en la que Iborra primero, Tremoulinas después y Kolodziejczak por último dándole el pasillo a Toure Yaya estuvieron más que permisivos. Lo suficiente como para que no celebrara el gol.

Jesús Navas parece haber alcanzado en la Premier la madurez que algunos sevillistas, quizá cegados por la costumbre de siempre pedirle algo más, le demandaban. Hoy día es un jugador que sale de la banda, un jugador que no tiene miedo a disparar a puerta y que también pisa área hasta buscar el remate en el primer palo. Dibujó centros desde la derecha a cuál mejor y se permitió ridiculizar a Iborra con un caño que tuvo la reacción del valenciano en una entrada que seguro que a muchos sevillistas no les sentaría nada bien pese a ser cometida sobre un rival. Y es que Jesús, para su afición, sigue intocable.

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