De lo épico a lo milagroso
Real Madrid-Sevilla . El otro partido.
Romper la mala racha en el Bernabéu era ya una hazaña por las bajas, y la debilidad física y mental del equipo de negro lo llevó al terreno de lo utópico.
Ya no quedan más visitas al dentista. Real Sociedad, Deportivo, Betis y Granada en casa. Valencia, Sporting, Espanyol y Athletic fuera. La penitencia de jugar en el Santiago Bernabéu la pasó el Sevilla con una goleada sin efectos colaterales: ni lesionados, ni sancionados. Es triste extraer semejante lectura positiva de un 4-0 en contra cuando el perdedor se trata de un aspirante a la cuarta plaza de la Liga, a ganar la Copa y a conquistar su quinta Europa League. Pero es que el margen para la sorpresa en el gran coliseo blanco, de salida, era estrechísimo, casi imperceptible, por la diferencia de potencial, abismal atendiendo a las bajas sevillistas. Y entre el invento de Emery con el doble lateral y la actitud de su tropa, que puntuara en Madrid, ayer, frisaba lo milagroso. Literalmente.
Las bajas nunca pueden ser excusas. O al menos jamás figuran en el discurso público de los Castro, Monchi y compañía. En el club tienen celo de no caer en ese victimismo que acaba debilitando el espíritu. Pero de ahí a la flaca competitividad, al pésimo balance defensivo que exhibieron los de negro, va un trecho enorme: milagroso, pero milagroso de verdad, fue que el Sevilla se fuera al descanso bien vivo, perdiendo sólo por 1-0.
Tampoco puede ser excusa, por supuesto, la sideral distancia técnica entre el grueso de una plantilla y la de enfrente. Con ese déficit siempre se saltó a la hierba de Chamartín desde que el fútbol es fútbol y a veces, los sevillistas acabaron como héroes. Aunque no muchas. La última en la Liga 2008-09 (3-4) con aquel testarazo a la red de Renato a centro de Kanoute desde la posición de Jesús Navas. El propio Renato colgaba ayer un tuit deseando a sus ex compañeros que acabara la racha de derrotas en ese campo, que se alarga desde entonces.
Pero este Sevilla, aparte de mucho peor en lo técnico que el Real Madrid -incluso peor que aquel Sevilla que Jiménez llevó a la tercera plaza final- apenas compite lejos de Nervión cuenta con problemas en otros dos apartados vitales, troncales en un equipo de fútbol: la cabeza y el físico.
La mentalidad sevillista es un tormento cuando juega lejos de su ciudad. Da igual que lo haga en Getafe, Vallecas o Chamartín. La diferencia está en que, si lo hace ante rivales menores, como Getafe o Rayo, regala puntos a rivales muy inferiores y moribundos; y si lo hace ante el coloso de blanco, acaba zamarreado y descosido como un peluche en las fauces de un pitbull, como le sucedió ayer. Pero su laxitud, su apocado carácter cuando las cañas se tornan lanzas, es idéntica salida a salida. Lo reflejan sus 9 puntos de 45 posibles como visitante. Unai Emery no ha sabido dar con la tecla para que sus chicos jueguen con el amor propio que exige la historia de esa camiseta. Más que temor, la visita del Sevilla genera esperanza. Si está deprimido, ponga un Sevilla en su casa y la vida le volverá a sonreír.
Y el físico... La opinión pública ha colgado al Sevilla el cartel de equipo con un "enorme poderío físico" y con él juega al tiempo que los enemigos le van comiendo la tostada en los balones divididos, forcejeos... Basta con mirar al once de ayer: Coke y Tremoulinas, laterales livianos, que sufren en la fricción; si no quieres arroz, dos tazas más con Figueiras y Escudero por delante de ambos; Kolodziejczak, un central con cuerpo de lo que es, lateral; Cristóforo, redaños en un cuerpecillo de apenas 70 kilos para meterse en las trincheras de la zona ancha... Pero sí, el Sevilla es poco menos que los 300 espartanos a los ojos de los analistas.
Añadan a esos factores en contra que el Sevilla ha jugado todas las semanas dos partidos en este 2016, a diferencia de un Real Madrid apeado de forma prematura en la Copa, y conformarán un escenario en el que, efectivamente, el 2 en la quiniela rozaba lo milagroso. Y el único milagro que ayer disfrutaron los sevillistas, después de ese 95% de probabilidades de lluvia, fue ver el cielo abierto para disfrutar del más colorido y festivo de sus domingos.
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