El enemigo fue Arribas (4-3)
Real Sociedad - Sevilla · la crónica
Los numerosos errores de su central impiden al Sevilla plasmar en el marcador su superioridad sobre la Real. Los nervionenses remontan antes de caer en un final horrible.
El saco de tópicos del fútbol dictamina que en un equipo ganan once y pierden once. Tal vez sea verdad en la mayoría de las ocasiones, pero no ayer. En absoluto, el Sevilla cayó derrotado en su visita a San Sebastián por el nefando partido de su defensa central, de un Arribas que estuvo implicado directamente en dos de los goles encajados por su equipo y que, además, también fue cómplice de la jugada del penalti por un córner tan innecesario como absurdo. Incluso en ataque fue capaz de estrellar en la parte superior del larguero una falta de Banega que lo había dejado solo debajo de los palos de Rulli. Claro que habría que preguntarse por elevación de la responsabilidad de que Arribas fuera alineado contra la Real Sociedad y en otros partidos con anterioridad.
Porque, sin faltarle al respeto ni como persona ni como futbolista, Arribas no tiene el nivel mínimo exigible para jugar en este Sevilla al que algunos le piden la pelea por la cuarta plaza. El defensa central, que llegara de un Osasuna que se fue a Segunda con errores tan flagrantes como los padecidos ayer por los nervionenses, está a años luz no sólo de los futbolistas que juegan en su misma posición en los equipos que pugnan con el equipo de Emery; también, por supuesto, de Fazio, al que poco más o menos lo mandaron al cadalso en muchas ocasiones por fallos infinitamente menos groseros que los cometidos ayer por Arribas. Pero cabe insistir en que en esta película ni siquiera el futbolista es el principal culpable, que cabe tirar por elevación hacia quien lo eligiera y quien lo alinea.
Centrando el relato en lo acaecido en la lluviosa matinal de San Sebastián, el caso es que Arribas comenzó a derrumbar el prometedor arranque del Sevilla con un error increíble. Perdió de vista la marca de Agirretxe en un balón sin peligro aparente y permitió que el delantero centro rematara a placer delante de Sergio Rico el uno a cero. Sucedía eso después de una puesta en escena por parte de los visitantes que ya había avisaba de lo que sucedería con posterioridad. Eso sí, la infinidad de córners que provocaron en ese primer tramo del encuentro eran desperdiciados por la falta de tensión de Deulofeu en los lanzamientos, dos de ellos directamente fuera.
El Sevilla había sido golpeado por una Real que parecía tremendamente nerviosa en ese tramo inicial, pero el estilo debía ser el mismo dentro de un equipo donde Emery había centrado los cambios de refresco en una línea completamente nueva respecto al jueves con Figueiras, Arribas, Kolodziejczak y Tremoulinas. El otro futbolista que ingresaba en el once era Deulofeu. Algunos de ellos, paradójicamente, fueron de los más flojos en el balance global del encuentro.
Pero ni siquiera esa primera andanada por parte de uno de los suyos iba a hacer que el Sevilla diera un paso atrás en su planteamiento inicial. Un par de minutos después del gol ya avisaba Figueiras con una llegada desde atrás y poco después lo haría Carriço con su primer lanzamiento desde fuera del área. Los visitantes evitaban con toques rápidos la presión de los realistas y después eran capaces de hallar a Aleix Vidal y Deulofeu, aunque éste se perdía casi siempre en acciones de difícil explicación, incluidos otros saques de esquina que iban directamente a las manos de Rulli o no se sabe dónde.
Bastó con que uno de esos lanzamientos desde la esquina fuera puesto en movimiento con cierta intención para que se produjera el primer empate sevillista al borde del intermedio. Kolodziejczak buscó en un sitio imposible uno de esos centros de Deulofeu camino de ninguna parte y lo desvió hacia la portería, donde Rulli también colaboró lo suyo con el Sevilla para que éste se fuera al descanso con tablas.
Pero pronto iba a llegar el segundo error claro de Arribas, aunque vaya en su descargo que éste no es directo, que después tienen que pasar muchas cosas para que acabe en gol. Un córner absurdo cuando el balón parecía fácil para Sergio Rico concluía en un penalti en el que Teixeira no sabe con certeza qué pita. Primero deja seguir la jugada, después todo apunta a que ha visto un posible agarrón de Kolodziejczak a Ansotegi cuando la pelota se va del área, pero lo que hace es mostrarle tarjeta a Tremoulinas después de irse al punto de penalti. Hay que imaginar que fue por su lucha con Canales.
Lo cierto es que el Sevilla está otra vez por debajo en el marcador nada más iniciarse el segundo periodo y ahí surge la fase en la que los hombres de Emery mandan más en el juego. Banega se agiganta en el centro del campo y halla siempre la conexión con Vitolo, que había suplido a Deulofeu, Aleix Vidal, Tremoulinas y Figueiras. La superioridad sobre la Real es absoluta y es increíble que no empate Arribas, otra vez Arribas, o que el zapatazo de Carriço se estrelle en el poste con semejante violencia. Hasta que una falta puesta por Banega es peinada por Bacca para el dos a dos.
El Sevilla está con toda la cuerda dada y Emery ni reflexiona para ver si Bacca debe seguir en el campo, lo cambia rápido por una herida por Gameiro. La superioridad es increíble cuando Teixeira no ve el penalti de Rulli a Figueiras. Pero no pasa nada porque el tercer gol tiene que llegar tarde o temprano y lo hace, claro que sí, con otro penalti, esta vez transformado por Gameiro.
La remontada se ha producido y es evidente que la Real se ha convertido en un rival bizcochable y al que el Sevilla debe liquidar para irse de San Sebastián con los tres puntos... Así hubiera sido de no mediar otro nuevo error de Arribas difícil de entender. El central remató hacia portería una mezcla de despeje y de rebote. La Real se enardece, el Sevilla intenta tirar de coraje, pero lo que llega es el cuarto y es que si quien debe defenderte se convierte en el principal enemigo...
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