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La dura realidad

La caída copera ante el Atlético rompe el cántaro de la lechera y devuelve a los de Emery a la contrarreloj de la Liga para llegar a Europa La prioridad económica, otro hándicap

La dura realidad
Jesús Alba Sevilla

01 de marzo 2013 - 05:02

Y el sueño se acabó. De golpe y porrazo, toda la ilusión que el sevillismo había puesto en la presente edición de la Copa del Rey se esfumó como limpiaba el aire de Nervión la tormenta de agua y granizo que cayó mientras se iniciaba el partido de vuelta ante el Atlético. Tan helados como la noche, los pensamientos de los aficionados blancos se iban al limbo cuando todo se consumaba. Las cuentas de la lechera se resumían en el cántaro roto en el suelo y llegaba el momento de volver a vivir en la dura realidad.

Y esa realidad en el Sevilla hoy día no es otra que la de ir a contrarreloj en la Liga una vez que la bala de la Copa la malgastó un equipo que en el global de la eliminatoria demostró tener mucha menos hombría que el Atlético de Madrid. Y hombría aquí no es aquello que, por ejemplo, quiere dar a entender Gary Medel con sus episodios de rabia que lo que hacen es perjudicar al equipo. El Sevilla posiblemente superó en cuanto a fútbol a su rival a excepción de los primeros 20 minutos del partido de ida, pero el equipo de Simeone tuvo más cuidado de dejarse llevar por acciones infantiles, como los dos penaltis totalmente evitables en el Calderón, o la incapacidad para levantarse tras recibir un golpe como el que Diego Costa asestó a los seis minutos el miércoles.

Al Sevilla sólo le queda ahora correr para llegar a Europa a través de la Liga con una plantilla cada vez más limitada -a lo que hay que añadir la durísima sanción de cuatro partidos a Kondogbia- y con errores de antaño para los que no acaba de encontrar las soluciones, fallos que acaban casi siempre de hundir en el fango los intereses sevillistas.

Autocontrol

Un problema que viene de antiguo. Con quince expulsiones esta temporada, el Sevilla es el equipo más castigado por los árbitros y ello se traduce en el sobreesfuerzo que en cada encuentro tiene que hacer en inferioridad numérica.

Emery lo avisaba en la previa de la semifinal ante el Atlético. La sobreexcitación es perniciosa en este tipo de encuentros y, mucho más, teniendo a jugadores que se encienden con facilidad. El ejemplo más claro es Medel. El chileno, que ya la pasada campaña fue castigado en la última fase de la Liga con tres partidos de sanción, se pierde demasiados encuentros por esta circunstancia, ya sea por expulsiones por entrar duro, por acumulación de amarillas -pues agota con celeridad los ciclos de amonestaciones- o por agresiones o arrebatos de rabia. Spahic, un jugador que he dejado la plantilla, también es otro con temperamento fuerte y el técnico de Fuenterrabía temía que ello pudiera ocurrir. El exceso de ansiedad hace que las chispas salten con más facilidad y el autocontrol es una de los mandamientos que hay que tener presente en el fútbol. Emery ya ha avisado de que "hay que seguir trabajando para que no ocurra más", pero tiene una tarea ardua con este asunto y, de momento, se va a quedar sin algunos de sus futbolistas durante un tiempo.

Falta de calidad

No nos engañemos. Cuando ni Míchel ni Emery le dan minutos a Babá en partidos oficiales pese a no tener más delantero que Negredo será por algo. Cuando Javi Hervás apenas cuenta pese a que la plantilla es cada vez más corta también obedece a alguna razón presente en el ambiente, pero que no se nombra. Es tabú. Hay ciertos jugadores que hacen que el nivel futbolístico del equipo baje considerablemente cuando están en el campo. Ante el Atlético el ejemplo estaba claro con Botía, el central que permitió a Diego Costa y a Falcao rematar con cierta comodidad en los dos goles. Las virtudes del murciano levantan muchas dudas tras la decisión del club de aceptar la propuesta del Anzhi ruso para la cesión de Spahic, un defensa que, sin ser para tirar cohetes, era titular junto a Fazio.

Lo económico importa más

La situación financiera que vive el Sevilla, con deudas entre otros a la mismísima plantilla de jugadores, es tan preocupante que a los rectores del club no les tiembla el pulso si hay que desprenderse de algún futbolista a costa del nivel deportivo del equipo. En la víspera del choque de ida tuvo un pie fuera Fazio, pero el mismo jugador abortó la operación. Emery tiene claro, porque se lo han explicado, que en el Sevilla ahora mismo está en venta hasta el encargado de cortar el césped y que ninguna prioridad deportiva pesa sobre la económica. La prueba, la salida de Spahic cuando aún había opción de entrar en una final. Rakitic, Negredo, Jesús Navas... su futuro está en el aire y puede girar de la noche a la mañana.

Exceso de juventud

El Sevilla es un equipo muy joven con jugadores con demasiada inexperiencia en puestos clave. Eso lo ha pagado el cuadro nervionense esta temporada no una, ni dos, ni tres... sino muchas veces. El ejemplo más reciente ha sido la semifinal de Copa. Juegan niños que muchas veces no pueden contra un equipo de hombres.

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