De la diversión al error fatal
El derbi sevillano. Informe del Sevilla FC.
Sampaoli busca el equilibrio entre un ataque en tromba que no encuentra espacios y una defensa en inferioridad Muchos riesgos en el inicio del juego.
Pronto, demasiado pronto para que la identidad sea creíble, fiel a la realidad y transparente hacia el exterior. El sevillismo espera hacerse una imagen más completa de lo que Sampaoli va a ser capaz de dar con este proyecto en el que ha mostrado lo mejor y también lo peor. Lo mejor, en ataque, aunque en un solo partido, ante el Espanyol, y lo peor en la reorganización defensiva, deficitaria al atacar con muchos jugadores.
De lo que nadie duda es de la calidad técnica de una plantilla en la que ha habido un cambio muy acusado en lo que se refiere al estilo. Se sustituyó toque por físico y el modelo que el argentino traía en la cabeza trata de adecuarse a todo: a la competición, a los rivales, al ritmo de juego...
SIN BALÓN
La presión colectiva es el secreto para recuperar y cuanto más cerca del área rival, mejor. Pero si a la selección de Chile se le vio apretar muy arriba con bastante coordinación, esa herramienta aún no se ha visto del todo bien ajustada en el Sevilla. Sí apuntó ciertos detalles ante la Juventus en Turín, donde la presión se orientó bien a las bandas y no surgieron espacios muertos. También es verdad que fue el partido en el que alineó a más jugadores de naturaleza defensiva y modificó el dibujo con dos pivotes en lugar del 4-1-4-1 con el que se ha presentado generalmente en la Liga. No obstante, Sampaoli también ha trabajado un esquema de tres centrales con el que igualmente corre muchos riesgos y en el que el medio centro hace las coberturas a los zagueros cuando éstos se suman al ataque.
Hasta ahora, el gran problema de este nuevo Sevilla ha sido su a todas luces insuficiente manera de defender las transiciones. Con los laterales convertidos en delanteros, sólo queda un triángulo atrás (N'Zonzi y los centrales) que acaba siendo desbordado en situaciones de tres contra tres, cuatro contra tres o cualquier inferioridad numérica. Esto se ha producido a menudo, ya sea desde el campo contrario o mucho más cerca del área con errores en la salida del balón.
CON BALÓN
El propio Sampaoli lo reconoció ayer. Su equipo busca tanto tocar al máximo desde atrás entre el portero y los centrales que ello servido para "activar a los rivales". En ese aprendizaje del proceso, con un portero como Sergio Rico que tiene un gran lanzamiento en largo pero que no está todo lo suelto en el pase corto que esta manera de jugar requiere, el Sevilla se está viendo en serios apuros, sobre todo porque los contrarios ya lo han visto y lo provocan.
Pero cuando estos jugadores superan esta primera línea de presión acumulan mucho talento y ahí puede pasar cualquier cosa. El problema es que atacar con tantas piezas por delante del balón también lleva aparejado otros inconvenientes, como cierto estatismo si no surgen las combinaciones al primer toque. Si los rivales esperan, los espacios tardan en aparecer y el equipo, sencillamente, no llega al área rival, convertiendo su preciada posesión en algo estéril y aburrido.
LO MEJOR
Los desequilibrios pueden aparecer en una conducción por potencia de Vitolo o con un pase interior. El golpeo a balón parado es más fértil que otros años con Sarabia y Kiyotake: tres goles ya de córner.
LO PEOR
La organización defensiva, empezando por su balance numérico, y los regalos sacando el balón.
EL PERFIL. Franco Vázquez. Con el fútbol de Román y Verón en la cabeza
Habla pausado, pensando lo que dice, pero habla. Franco Damián Vázquez (Tanti, Córdoba, Argentina, 22-2-89) no es Mudo. El apodo, sambenito de sus tiempos mozos, le sirve para hablar en el campo, donde ofrece un fútbol exquisito que por momentos recuerda al de Román Riquelme, el ídolo de su niñez. También Verón... y de ambos tiene ramalazos. Ahora bien, no le pidan que se mate corriendo. Él la escupe a la primera y la pone al pie, la aguanta y ve el hueco, lanza el desmarque de la gente de arriba...
En el Palermo disparó a Dybala, con el que formó una pareja demoledora en la liga italiana, tanto que debutó con la selección azurra con el pasaporte que le regaló su madre, una padovana que se casó con un argentino de Córdoba. Con la albiceleste sólo le dio tiempo de acudir a dos concentraciones en la sub 20, en la que coincidió con el Toto Salvio.
En el Sevilla se encumbró nada más llegar, pues se metió al personal en el bolsillo con cuatro cositas en la fiesta del fútbol ofensivo en que acabó la jornada inaugural ante el Espanyol. Un golazo desde fuera del área con un bello golpeo con el pie abierto, un sombrero en la banda y un juego soberbio y elegante lo convirtieron en un nuevo ídolo. El sevillismo lo sigue esperando desde entonces y seguro que volverá a aparecer, igual que algun día aparacerá Ganso, pero se tienen que dar los condicionantes idóneos.
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