Un dirigente forjado en las entrañas del club
enrique castelló castañeda presidente del club náutico
Enrique Castelló fue protagonista de la historia del remo sevillano y andaluz. Fue uno de los primeros olímpicos hispalenses de este deporte, concretamente en los Juegos de 1960, además de haber sido un importante veterano del Club Náutico. En 1957 participó en el primer Campeonato de España de remo olímpico, en la modalidad de dos con timonel, en el que se proclamó campeón junto a José Antonio Sahuquillo y Luis de la Torre, hazaña que repitió en 1958 y 1960, éste último con el billete a sus primeras olimpiadas donde obtuvieron un cuarto puesto en la primera serie de repesca. Hasta ese momento fue la mejor clasificación del remo español en unos Juegos.
Por ello, no es de extrañar que hace tan sólo unos días su hijo, bautizado con el mismo nombre, se haya convertido nada menos que en el nuevo presidente del Club Náutico. Tras imponerse en las elecciones celebradas el pasado martes, la candidatura encabezada por este licenciado en Económicas y con un Máster en Marketing y Dirección Comercial, con cerca de veinte años de experiencia liderando equipos, se impuso con un total de 368 votos de diferencia con respecto a su contrincante.
El sevillano sucede así en el cargo a María Dolores Blanco-Morales, la primera mujer en presidir el Náutico en sus más de 60 años de historia.
"Mi padre y también mi madre, que jugaba al baloncesto, eran socios del club. Así que prácticamente me crié allí", explica Castelló sobre una entidad que ofrece una amplia gama de deportes federados. Enrique practica baloncesto, pero al final se apuntaba a todo: natación, fútbol... "Menos remo y piragua", puntualiza, curioso teniendo en cuenta quién fue su padre, a lo que añade para resolver las dudas: "No practiqué remo por algo tan simple como que en mis tiempos se empezaba con 12 años y yo jugaba desde muy pequeño al baloncesto. Nunca me planteé otra cosa".
Aun así, se subió alguna que otra vez a una embarcación "por curiosidad", incluso llegó a remar un poco más durante una estancia en Alemania, aunque siempre como recreo. "Cuando tuve uso de razón, mi padre ya no remaba. Sobre todo practicaba tenis y, también, le gustaba mucho el mundo de la vela. Su influencia me llegó en la competitividad, de saber ganar y perder. Gracias a él, el deporte se convirtió en una adicción. Necesito hacer algo siempre", comenta sobre el remero olímpico, muy presente también en las regatas Sevilla-Betis como verdiblanco.
Actualmente el nuevo dirigente del club hispalense sigue practicando esta droga que es el deporte. "Hago tenis y, cuando puedo, fútbol con amigos del club que en su día competían allí".
"Tengo una hija y quiero que tenga lo mismo que yo tuve. Aprender valores y crecer con el deporte", desvela el hispalense. Con esta idea en mente y queriendo devolver al club todo lo que le ha dado y sigue dando, Enrique planteó con un grupo de amigos, también socios del club, presentar una candidatura para modernizar el Náutico. "Es el club en el que me he criado y me siento en deuda. Montamos una candidatura para llevarlo a los tiempos actuales", argumenta.
Para ello, dividieron los objetivos entre deportivos y sociales. Los primeros son la mejora de las instalaciones, la evaluación de la formación de los deportistas y la renovación del material. Un buen lavado de cara. Para los segundos, "ampliar la oferta deportiva, crear escuelas deportivas para niños, pero también para adultos que se animen a practicar deporte, fomentar la participación del socio, la inclusión de las nuevas tecnologías, renovar los estatutos (los actuales son de hace 14 años)", describe Castelló. Principalmente renovar el club, teniendo en cuenta la nueva Ley del Deporte y los tiempos que corren, además de equilibrar los presupuestos, como ocurre en todas las entidades.
"Realizamos una labor importante en Sevilla con respecto a los deportes náuticos. Es un club abierto a la ciudad, un referente, y no vamos a cambiar eso", concluye el nuevo dirigente que recoger el testigo de su padre para seguir llevando al Club Náutico a lo más alto, aunque no desde una embarcación, sino desde dentro.
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