DEPORTE
Sevilla, preparada para la Carrera Nocturna

Una difícil apología

En un Nervión que se vaciaba volvió a sonar el “Jiménez, vete ya” · El nuevo tropiezo puede ser letal para su futuro

Foto: Antonio Pizarro
Eduardo Florido / Sevilla

17 de marzo 2010 - 08:56

La grada de Nervión es sabia y, pese a que últimamente no responde en las grandes citas como no hace tanto tiempo, sabe esperar para dictar sentencia en el momento idóneo. El Sánchez-Pizjuán fue de más a menos como el propio Sevilla y, cuando la mayoría de los aficionados iban buscando el consuelo del hogar escaleras abajo, después del pitido letal de Viktor Kassai y el nuevo fracaso de Jiménez en una gran cita, estalló en un grito casi unánime:“Jiménez, vete ya”. Antes, la grada intentó meter al equipo en el partido como pudo, desesperándose ante un Sevilla impotente pese a ver sobre el césped a todo un arsenal de grandes jugadores. Y sólo al final, los que se quedaron, estallaron en el mismo grito que cierta tarde en la que Juande Ramos salió victorioso con el Real Madrid.

A partir de hoy, será difícil realizar una apología del técnico de Arahal. Las dudas que existían en los indecisos se decantarán hacia el signo condenatorio, pulgar hacia abajo. Los críticos ya lo tenían, como se barruntaba el propio técnico. Y los defensores... Qué difícil tarea. La prueba de ello es que José María del Nido tuvo que ratificarlo en el cargo tras el partido:“Jiménez seguirá pase lo que pase”. ¿Pase lo que pase a partir de cuándo?.

Era una noche grande, una noche especial, aunque el Sánchez-Pizjuán, no se sabe si por la crisis por lo poco enganchados que están muchos sevillistas a este equipo que maneja Jiménez, no presentaba el lleno de las noches mágicas, la del Schalke 04 o la de Osasuna de Pamplona, en sendas semifinales de UEFA.

Aun así, diez minutos antes de que Viktor Kassai diera el pitido inicial y con los vomitorios del estadio soltando aficionados hacia las gradas comenzó a sonar el himno que acompaña al Sevilla desde 2005. De pronto, Nervión parecía lleno sin estarlo, al grito de la colina de Gelsenkirchen: ¡Looo, lo-lo-ló...! Apenas se oyó el himno de la Champions. Pero el fútbol de Slutsky y la impotencia de los de Jiménez fue poniendo sordina hasta ese estallido final. Hoy se multiplicará el debate y el de Arahal estará en boca de todos tras el duro palo de ayer.

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