La deuda saldada del fútbol
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España se desprende del estigma perdedor que le perseguía desde hace 44 años
Era el más esperado y llegó último a la cita: con el título conquistado en la Eurocopa el fútbol cerró el círculo, puso fin a las asignaturas pendientes del deporte español. Con este logro la selección española de fútbol dejó al fin de ser el patito feo. Atrás deja ya el estigma de equipo perdedor que le ha venido acompañando durante 44 años, cuando conquistó su anterior Eurocopa. Ahora ya se puede decir que el fútbol español también sabe ganar.
El inicio de la era contemporánea del deporte español cabe situarlo con los Juegos de Barcelona. España ocupó el sexto lugar del medallero, con la conquista de 22 preseas, incluida la categoría de fútbol. Diferentes estrellas iban surgiendo en otros deportes y otros equipos triunfaban. Por ejemplo, España conquistó el Mundial de baloncesto hace menos de dos años, y pronto surgieron las comparaciones con la selección de fútbol, tan indeseadas por unos y otros. "Son unos perdedores", decían aficionados sobre los chicos del balompié.
España seguía acumulando decepciones y su punto más bajo podría situarse en la Eurocopa de Portugal 2004. El equipo, entrenado por Sáez, no pasó de la primera fase, fracaso mayúsculo para un país que se jactaba de tener la mejor competición nacional del mundo. Las cosas no mejoraron en el último Mundial: España quedó fuera en los octavos.
Entretanto, Nadal se consolidaba como un tenista soberbio, haciendo de Roland Garros un terreno de éxitos continuados. Gasol lideraba la época dorada del baloncesto español y Alonso situaba a España en el panorama del automovilismo. Pereiro y Contador le daban a España sus primeros Tours desde la época de Induráin.
España afrontaba la nueva Eurocopa con más humildad que otros años, como escarmentada de tantos fracasos. Y lo hizo con una nueva generación de jugadores, chicos jóvenes que, sin embargo, ya habían demostrado su valía en sus respectivos clubes.
Y el combinado español fue avanzando, dejando rivales por el camino. Y lo hizo con un estilo muy atractivo que traspasó fronteras. De alguna forma, España le dio la razón a los menottistas: jugar bien es la forma más corta de llegar al triunfo.
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