MALTRATO
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Del 15-J a la destrucción del club

Casi cinco años después de aquella tarde que debió cambiar el rumbo del Betis, éste se halla obligado a otra regeneración. Algunos de los impulsores, Bosch y su consejo, responsables.

Miguel Guillén y José Antonio Bosch, en la ciudad deportiva de Los Bermejales. / Antonio Pizarro
Javier Mérida / Sevilla

18 de febrero 2014 - 05:02

El 15 de junio de 2009 el beticismo en masa se echó a la calle. El ominoso descenso del equipo a Segunda División, unido a la nefasta gestión deportiva y social de Manuel Ruiz de Lopera al frente de un club a la deriva, logró aunar a más de 55.000 gargantas en una manifestación sin parangón por las principales arterias del centro de la ciudad. El máximo accionista, además, ya estaba en entredicho a raíz de una denuncia de la plataforma Béticos por el Villamarín (BxV) y el gran paso para la judicialización del club, crear cierta alarma social, estaba dado y perfectamente pergeñado.

La temporada fue un fracaso, el equipo no ascendió de la mano de Antonio Tapia y Víctor Fernández, y Lopera, acorralado, puso el club en la extrañas manos de Luis Oliver. El 23 de julio de 2010, la juez de Instrucción Mercedes Alaya promulgó su auto de medidas cautelares y despojó a Lopera del Betis. En diciembre de ese mismo año, Oliver salió del consejo de administración y en el club se creó un nuevo orden en torno a la figura de José Antonio Bosch, principal responsable de cuanto ocurre hoy en la sociedad, por su manera autocrática de regir el club, principalmente tras declarar entre bambalinas, en mitad de su mandato, que lo habían rodeado de inútiles.

Algunos de los que influyeron decisivamente en la gestación de aquel Betis, de manera desinteresada y, seguramente, bienintencionada, han contribuido decisivamente con sus errores y su apoyo a Bosch hasta después de caído a la actual debacle.

El propio consejo de administración, por acción o por omisión, también ha sido cómplice, excepto algunos como Guillermo Sierra, Eduardo González Biedma o León Lasa, quienes en distintos momentos dejaron la nave con un denominador común, su discrepancia con la gestión y, principalmente, con Bosch, por mucho que siempre se disfrazaran sus adioses de modo diferente.

Además, algunos consejeros airean, porque así lo piensan, que se sienten maltratados, que están haciéndole un favor a la entidad, un planteamiento absolutamente impensable para los miles de béticos de carné de toda la vida y los que se cortarían incluso un dedo por llevar las directrices del club de sus amores.

Pero, sea como fuere, tras Bosch, hay personas que han contribuido a generar el actual estado de las cosas en verdiblanco. Desde dentro y desde fuera, desde plataformas u otros escalones del poder bético...

Mercedes Alaya

El Betis es, cada día más, una china en un zapato para ella, entregada al caso Mercasevilla y, sobre todo, a los ERE. No se asesoró adecuadamente y sólo parecía haber acertado con el nombramiento del tristemente fallecido Juan Manuel Gómez Porrúa, aunque ya éste ideaba un Betis apoyado fundamentalmente en la Fundación Heliópolis, lo que le generó algunas críticas de otras plataformas y accionistas que se sentían ninguneados.

Como ejemplo de lo ajena que es la astigitana al fútbol y al Betis, el último botón: cuando Adolfo Cuéllar, presidente de la Liga de Juristas Béticos (LJB), Manuel Serrano, de Béticos por el Villamarín y Cayetano García de la Borbolla, de Por Nuestro Betis (PNB), fueron a visitarla tras la dimisión obligada de Bosch, ésta les hizo una reflexión en el sentido de que quizá el fracaso en la gestión se debía a haber contado poco con Rafael Gordillo. Días después, nombró a un cordobés, ajeno también a este mundo y al Betis como nuevo administrador judicial, misión que puede desempeñar cualquier ciudadano. ¿Habrá béticos en paro con estudios y capacidad para desarrollar esa labor? Pues nada: Francisco Estepa y se avecina otra regeneración desde el desconocimiento y ¿con los mismos asesores?

Rafael Gordillo

Administrador judicial en primera instancia, junto a Porrúa y Luis Huidobro, luego presidente del club y hoy de la Fundación, impulsada por Bosch con unos ocultos intereses que han llevado a PNB a solicitar ante notario una Junta Extraordinaria.

Ha tomado varias decisiones clave en el ámbito deportivo. Fue el responsable de la destitución de Miguel Valenzuela como responsable de la cantera y de la composición de la secretaría técnica primitiva, con Vlada Stosic y José Antonio Gordillo, luego reubicado, al frente.

Estos errores, graves, los palia mínimamente con la representación institucional, aunque también en alguna ocasión ofreció discursos poco apropiados.

Fundación Heliópolis

Presidida hasta hace unos meses por Miguel Cuéllar e íntimamente relacionada con la Liga de Juristas, al frente de la cual está su hermano mayor, Adolfo. Béticos de cuna y el segundo con buena relación con la juez Alaya, participaron activamente en el 15-J pero no se quedaron ahí, al sugerir candidatos a miembros del consejo (Miguel Guillén y Pablo Gómez Falcón, de la FH, y Manuel Domínguez Platas, entonces sólo secretario) y asesorar también con algunas contrataciones en el club, como la cada día más controvertida de José Francisco Ruiz Maguillo, abogado que había jurado apenas un año antes a entrar en el club y responsable, entre otros asuntos, del problema que se generó el pasado verano con las licencias UEFA y que desembocó en que Pepe Mel descartase a Matilla y Chica, produciéndose la primera fractura, y grave, en el vestuario del primer equipo. El abogado, sobrino nieto de Manuel Ruiz (presidente del Betis en los 50), fue apadrinado en su jura como nuevo letrado por el propio Adolfo Cuéllar. Ruiz es hoy un poder fáctico en el club, que le fue dado por Bosch, quien, según fuentes, también habría sido propuesto a la juez Alaya por los Cuéllar tras el fallecimiento de Porrúa, de ahí su a veces inexplicable defensa, siempre bajo la conseja de que "viene el coco", en alusión al regreso de Lopera.

Béticos por el Villamarín

Su principal responsabilidad, compartida con los anteriores, ha sido la de permitir las conductas de Bosch e incluso facilitar su reinado. Aunque siempre tuvo críticos como Emilio Soto, Hugo Galera, más influyente que éste, ha seguido defendiendo al administrador judicial aUn después de su poco ética y autoritaria labor. Eso sí, la asociación apenas ha influido en la gestión del club e incluso Miguel Espina acabó por abandonar la Fundación del Betis.

Por Nuestro Betis

Introdujeron al consejero León Lasa, opuesto en sus modos a lo que se estila en el órgano. Pronto chocó con algunos, como Miguel Guillén, y acabó marchándose en diciembre, días antes de la asamblea, aunque ya amagaba desde el verano. Con contar que era consejero de la cantera y Heliópolis se puso en marcha y se presentó con él ausente, queda todo dicho. Su labor la dejaron reducida apenas a ser un constante apoyo de Pepe Mel, a quien salvó la cabeza en Pamplona hace dos años y con el que siempre fue fiel, al punto de negarse a su destitución esta temporada cuando ya se rumoreaba. Fue futbolista del Betis Deportivo y la única persona con conocimientos de fútbol en el consejo.

Por lo demás, PNB, desde el primer día, chocó con Bosch, aunque puede que le haya faltado vehemencia en algunas decisiones, quizá por deberse a todos sus asociados, pequeños accionistas y peñistas.

Miguel Guillén

Creyó en Bosch casi hasta el final y lo consintió demasiado, de ahí que su figura de presidente, labrada tras su gran labor en el departamento de marketing, se haya visto manchada. Fue renegando de algunos asesores desinteresados que veían venir esta debacle, acabó separándose de quien llegó a ser su amigo, Mel, y se acercó a Bosch. Sabía que al Betis le faltaban hombres de fútbol en el consejo y en los puestos importantes del club, pero nunca supo imponer sus criterios a Bosch, entre otros asuntos porque el fiasco del director general Santiago Pozas, obra suya, le restó fuerza.

Pablo Gómez Falcón

Actual vicepresidente del Betis e ingeniero industrial, pasa algún día a la semana en Barcelona al trabajar en Ayesa. A la sombra, es de los que más ha participado en las decisiones importantes. En su haber, que fue el más crítico y valiente con Bosch en la reunión del consejo que acabó con éste, aunque fue fiel defensor y partícipe de cómo gestionaba el club hasta ese día. Paradójicamente, se postuló como director general del Betis en una reunión del consejo tras la destitución de Pozas, hecho que cogió por sorpresa incluso a Bosch, quien acabó asumiendo las funciones cuando Pablo Gómez Falcón, días después, adquirió más relevancia en su empresa y declinó su nombramiento como alto cargo del Betis en la cita propuesta a tal efecto.

Manuel Domínguez Platas

Secretario y consejero, por cooptación, desde la marcha de Bosch. Muy próximo a éste siempre y actuando, con mando en plaza, como un consejero más. El pasado verano propuso a sus compañeros que el Betis blindara a sus futbolistas de lesiones pagando un seguro a la empresa Willis, como suele hacer el Real Madrid con sus figuras, en el caso concreto que propuso, con Gareth Bale. Eso sí, no escondió que un cuñado suyo trabajaba para Willis y podría llevar a cabo la encomienda. El no fue rotundo.

Isabel Simó

Archivera y miembro de la FH que entró en el consejo por ser hija del insigne Manuel Simó Mateos y que apenas se inmiscuyó más que en algún asunto de carácter social. Empero, cuando el consejo comenzó a barajar la destitución de Mel, la lista de Stosic contemplaba tres candidatos: Martín Lasarte, Pepe Bordalás y Gabriel Humberto Calderón. Al parecer, ninguno convencía y ella intervino, al comentar que en Valencia le habían hablado muy bien de Juan Carlos Garrido. El resto de la historia de entrenador tan nefasto en la vida presente del Betis corresponde a Bosch, quien, en su éxtasis de prepotencia, contactó con el técnico, se dejó embaucar, lo contrató y le otorgó poderes de mánager general, que desembocaron en el pago de 1.300.000 euros (ficha de 800.000 al margen) por la cesión por sólo cinco meses de Leo Baptistao. La rápida destitución de Garrido tras la defenestración de Bosch evitó un despilfarro mayor en el mercado de invierno.

Antonio José Sánchez Pino

Doctor en Derecho Mercantil por la Universidad de Huelva y, junto a Lasa, el único consejero con el que se puede hablar de Telechía, Eulate o Sánchez Valles sin tener que dar explicaciones sobre quiénes fueron en el Betis. Bético y aficionado al fútbol desde niño, sólo su bonhomía y humildad lo han mantenido en el consejo aunque discrepe de algunas actuaciones.

Fernando Criado

Economista, da su opinión pero tampoco participa siempre en la toma de decisiones. De hecho, cuando Bosch pretendió de él más dedicación, con algún tema concursal o las asambleas, sugirió a Fernando Casas, bastante más activo en la sociedad.

Fernando Casas

El último en llegar y, seguramente, el que más dedicación le ofrece al club, sobre todo tras el adiós de Bosch, ya que es, junto a Guillén, el brazo fuerte del consejo. Ha sabido contener el gasto cuando era necesario y también apoyado las contrataciones de Adán y N'Diaye al considerarlas necesarias y ajustadas. Muy trabajador, sí congenió muy pronto con Bosch y tardó más de la cuenta en calarlo.

El futuro del Betis

Gran parte del consejo, quizá al completo, saldrá en breve, de ahí que el futuro pase por el nuevo administrador judicial, Francisco Estepa, quien parece obligado a buscar nuevos asesores entre el beticismo, ya que los que participaron en el diseño de este orden, interino y judicializado, han fracasado pese a su buena fe. Sólo un gobierno democrático de los principales accionistas, con miembros de todas las facciones pero con el beticismo como denominador común, se antoja factible en tanto no se acabe la instrucción o se deroguen las medidas cautelares. Quizá en la discrepancia halle el Betis la paz que desde el autoritarismo de Lopera o de Bosch le fue imposible.

Un presente y un futuro inmediatos distintos del que pretenden la Fundación Heliópolis o su brazo alargado, la Fundación del Betis, de la que sotto voce Bosch y compañía decían que estaba creada para librar al club de "los malos" si pretendían regresar algún día. La idea podía ser más o menos buena para el club; su ejecución ha resultado un despropósito.

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