La desigual aplicación de la ley, palpable

Uno de los aspectos que más está indignando al Sevilla y a su afición es la disparidad de criterio del Comité de Competición a la hora de atender los múltiples informes y propuestas enviados por la LFP. La muerte del aficionado del Deportivo en los altercados del Manzanares provocó la sinergia de los órganos federativos, la patronal de clubes y el Consejo Superior de Deportes para erradicar la violencia de los estadios. Bajo el marco jurídico de la Ley 19/2007, de 11 de julio, contra la violencia, el racismo, la xenofobia y la intolerancia en el deporte, LFP y RFEF endurecieron sus posturas esta temporada. El Sevilla atendió las solicitudes de controlar a sus aficionados más radicales con seguridad privada en la grada y envió constantes mensajes en pro de la deportividad y contra la violencia durante los partidos y a través de su web. Pero hasta ahora parece que sólo la afición del Sevilla, o el sector más radical de la misma, es la que profiere insultos en los partidos.

La LFP aplica los artículos 2.1 c) y 2.2 d) de la citada ley, que castiga "la entonación de cánticos que inciten a la violencia, al terrorismo o a la agresión en los recintos deportivos, en sus aledaños o en los medios de transporte organizados para acudir a los mismos". De hecho, ha estado enviando desde la muerte del aficionado deportivista constantes informes. Sin afán de ser exahustivos, en la web de la patronal de clubes se recogen los citados informes. Por ejemplo, el 9 de diciembre de 2014 denunció ante el Comité Antiviolencia para que los remitiese a Competición en cinco partidos insultos graves, como los proferidos en el Real Madrid-Celta ("Messi, subnormal" o "puta Barça y puta Cataluña"); en el Deportivo-Málaga ("Atleti mierda" o "Tino cabrón, sal de Riazor" y "Tino muérete", en referencia al presidente del Dépor) o en el Barça-Espanyol ("Puta Espanyol" y "Odio Espanyol"). Sin embargo, sólo el Sevilla está siendo castigado duramente por cánticos similares.