El derbi tocó con su varita mágica a los más discutidos

Federico Fazio, José Antonio Reyes y José Miguel González, Míchel. Tres protagonistas, dos en el campo y uno en el banquillo, emergieron en el último e histórico derbi cuando más miradas había fijadas en ellos.

La figura del argentino siempre fue objeto de comentarios de toda índole por parte de una afición que no le deja pasar ni una y que no le perdona que muchas de sus indecisiones atrás acaben en gol. Pero el fútbol de Fazio es poderoso y contundente y no admite medias tintas. O errores fatales o autoridad y un poder aéreo imparable en ataque. Los dos imponentes cabezazos que acabaron en gol ante el Betis han vuelto a relanzar la figura de un jugador perennemente discutido y del que incluso se dudaba que fuese titular por la recuperación de Botía, aunque éste apenas hubiese entrenado tres días desde que se lesionó en la Copa.

El otro jugador al que el derbi tocó con su varita mágica fue Reyes, un hombre puesto en el disparadero desde que llegó hace casi un año, pero sobre todo desde la contratación de Míchel como técnico. El utrerano fue elegido como el blanco ideal y una especie de cabecilla en esa indisciplina aireada por el propio preparador madrileño que, según él, reinaba en el vestuario. Tuvo fases muy malas, sufrió una lesión en Granada y desde entonces Míchel decidió que hiciera una minipretemporada para ponerse en forma. Y cuando más dudas había sobre su nivel y su compromiso, se convirtió en el hombre del derbi abriendo la goleada a los 12 segundos y anotando otro gol de pillo, ambos de cualquier cosa menos de un jugador poco centrado o disperso.

Por último, Míchel, con un balance muy pobre de 4 puntos sumados en seis jornadas y con el equipo décimo en la tabla, no estaba discutido, pero tenía claro que otra derrota en un derbi podía dejarlo muy tocado y con el crédito ante la afición bastante en entredicho. Ahora, todo ha cambiado y ha entrado en la historia de los derbis.