La aldaba
Carlos Navarro Antolín
La mejor foto del Rey no se ha hecho
Granada - sevilla · La crónica
Si Míchel avisaba en la previa que nadie se podía quedar en El Sardinero, mencionando incluso el adjetivo de "mediocres" para los que se recrean en victorias pasadas, lo mismo puede decirse de la que los nervionenses sumaron en Granada. No les quedaba otra a los profesionales que ayer vistieron de negro, porque saben que su obligación es intentar enmendar lo mal hecho durante toda la temporada y cada partido para ellos es casi salvar una bola de partido en contra. No permitirse un solo error es lo único que le queda al Sevilla y ante un equipo en apuros que actualmente marca el límite de la zona de descenso no cabía esperarse otra cosa que impusiera su calidad de un equipo que aún aspira a meterse, de la forma que sea, en Europa.
Y como en Santander, no lo hizo, pese a lograr un idéntico resultado, con el control absoluto de la situación. Necesitó que apereciesen jugadores clave, como Palop, salvador de varias ocasiones claras de las que disfrutaron los delanteros del Granada, y como Negredo, que sin hacer el partido que encandile definitivamente a Del Bosque, dejó su sello de calidad en los dos primeros goles, o hasta Manu, que continuó su racha goleadora con dos tantos más que redondeaban un triunfo necesario para los de Míchel.
Porque no había que hacer otra cosa más que eso, ganar. Tampoco era muy complicado. Bastaba, además, con estudiar las coordenadas de un equipo que, como todos los que dirige Abel Resino, se pone en el campo con la defensa tan adelantada. Por ahí fue el Sevilla enterándose de la película, sabiendo que los esfuerzos de esa línea de tres que se movía por delante de Medel, con Trochowski ordenando la línea de presión, iba a dar opciones para hacer daño de verdad. Fue Negredo el que, antes del descanso, puso a los de Míchel por delante, pero porque varios balones cayeron con anterioridad a pies de un Manu cargado de inocencia en esa fase del partido para entonarse después. La hoja de ruta estaba trazada y faltaba cumplir las etapas, aunque también hubiera ciertas dosis de inquietud en una primera parte muy abierta en la que esta vez el Sevilla sí supo moverse bien. Porque no todo sale redondo en este equipo.
El Granada, necesitado de puntos, tampoco tiene mucho donde agarrarse, pero pudo haber puesto las cosas de otra manera porque los ayer de negro no tenían controlada la situación. La presión adelantada de Trochowski servía para que se produjeran con relativa facilidad robos en la zona de peligro, pero también dejaba muchos espacios para maniobrar a un Abel que lanzaba a veces con peligro a sus hombres, rápidos en las contras y con capacidad para menear el sistema defensivo sevillista. Por la banda de Coke, con un Dani Benítez que le cogía las vueltas con facilidad, montó contras un Granada que se veía en superioridad cuando superaba la línea que marcaban Jesús Navas, Trochowski y Reyes y entraba en zona de jurisdicción de Medel y sólo de Medel. Esa especie de 4-1-3-2 que formaba el Sevilla sufría en las contras y a menudo precisaba que uno de los dos centrales adelantara unos pasos para ayudar al chileno.
Pero todo fue más fácil para el Sevilla a partir de que Negredo sacara a relucir la calidad que, seguramente -y él va a hacer todo lo posible- lo lleve a la Eurocopa. Ya antes había tenido una ocasión que, quizá en frío, no le dio para adelantar a los suyos en un cabezazo de vaselina que se le quedó corto. Pero la primera vez que Reyes salió de su zona para sorprender por dentro convirtió un excelente pase interior del utrerano de los que hacía en el Atlético en una obra de arte con un control de lujo con la izquierda una sutil definición con la derecha.
La pestaña que faltaba por cerrar era cierto descontrol que generaba el tener menor número de jugadores a la hora de defender. El centro del campo, como otras tantas veces, podía ser una ruleta rusa y unas cuantas apariciones de Palop mantuvieron al Granada a raya y al Sevilla con confianza. Tanta que el segundo tanto fue otra demostración de lo que es capaz de cambiar en un equipo un futbolista de calidad enchufándose poco a poco. Negredo recogió un pase largo de la defensa, levantó la cabeza en la línea de fondo y habilitó a Manu, que esta vez se perfiló con un control largo en su posición preferida de disparo. El latigazo cruzado con la zurda tenía olor a suspiro de alivio en un equipo que sale a los campos como atenazado por la obligación de meterse como sea en Europa y consciente de que eso es lo que le queda de aquí al final por no haber hecho las cosas como debiera. Míchel acertó reforzando el centro con Rakitic y abrochando esta vez un triunfo que redondearía Manu y que sirve para seguir aspirando a reengancharse. Sólo para eso.
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