Quien da lo que tiene... (3-1)

Valencia - Sevilla · la crónica

El Sevilla pone lo máximo que posee en Mestalla, pero esto sólo le sirve para sufrir una dura derrota ante el Valencia. El penalti fallado por Bacca pudo variar el rumbo del partido.

Foto: EFE
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Francisco José Ortega

26 de enero 2015 - 05:02

El Sevilla se topó con su cruda realidad en Mestalla. El equipo de Unai Emery cayó contra el Valencia después de haberse dejado casi todo lo que tenía sobre el césped, de intentarlo de una manera y de otra, pero que nadie se engañe, el Valencia se impuso sencillamente porque, a día de hoy, tiene mejores futbolistas en su plantilla. Se puede argumentar que los goles locales llegaron en errores puntuales de Figueiras, Deulofeu y Beto, por este orden. Y es verdad, por supuesto que sí, pero esos fallos caen la mayoría de las veces del lado de quienes tienen menos potencial deportivo y, salvo que se despilfarre, los dineros tienen mucho que ver a la hora de confeccionar las plantillas.

El fútbol no es una ciencia exacta, se dan casos inesperados, pero no es lo mismo fichar a Banega, que no le vale al adversario, que poder pagar más de 20 millones de euros por Enzo Pérez. Por algo el segundo jugó la final del Mundial con Argentina y el sevillista estaría en su lugar de vacaciones siguiéndola por televisión. Es un ejemplo concreto, pero se puede extender a los millones que el Valencia tuvo a su disposición para abonarlos por Otamendi, por Mustafi, los dos centrales contrastados mientras Fazio hacía las maletas por diez con destino a Inglaterra; los casi 30 por Negredo; los no sé cuántos por Rodrigo y Andre Gomes; y si se quiere se puede continuar con De Paúl y algún jovencito más.

Sirva esta introducción no como justificante, entre otras cosas porque el Sevilla no tiene mucho que reprocharse en la noche de ayer, ya que en Mestalla no estuvo tan lejos del mayor rendimiento que le puede exigir Unai Emery a los futbolistas que puso en juego. Otra cosa es dilucidar por qué no había ningún zurdo en la alineación inicial, por qué Kolodziejczak, un lateral izquierdo toda su carrera deportiva, no puede ser una alternativa para esa posición concreta si Fernando Navarro también requiere alguna rotación para que esté físicamente a tope; por qué Iago Aspas no empieza a tener una participación algo mayor si se ve que aporta una frescura que, por ejemplo, Vitolo está lejos de ofrecer en la actualidad.

Son algunas interrogantes que sólo puede despejar Emery con su seguimiento diario de los futbolistas en los entrenamientos. Pero incluso con los hombres que estuvieron sobre el césped los sevillistas dieron lo máximo e incluso no se resignaron ni siquiera cuando el Valencia les había asestado dos duros golpes, tampoco después del tercer tanto de Javi Fuego. El planteamiento del Sevilla fue valiente y salió a intentar dominar el juego. Hasta sorprendió incluso cierta osadía en el arranque, pues los hombres que ayer vestían un color un tanto raro, entre celeste y azul, trataron de hacerse con el control situando muchos hombres en el campo contrario.

En eso tenía mucho que ver la extramotivación de un Banega que estaba deseando sacarse la espina de Valencia. El argentino tiraba de los suyos y éstos ni siquiera se acoquinaron cuando Negredo estuvo a punto de habilitar a Rodrigo para que hiciera el primero apenas a los cuatro minutos del litigio. El Sevilla siguió tirando para adelante con osadía y no rehuyó nunca el partido físico que le proponían los Otamendi, Enzo Pérez, Andre Gomes, Javi Fuego y compañía. En esa fase llegarían algunas opciones a balón parado, pero Krychowiak no llegó a algunos remates de cabeza y Vitolo, que sí la tuvo franca en un córner, lo resolvió con bastante inocencia enviando la pelota a las manos de Diego Alves.

En esa fase de dos equipos tratando de ganar el pulso, el primer golpe correspondió al Valencia. Primer error puntual. Negredo le da una lección a Figueiras de fútbol, de veteranía, de interpretar los lances del juego para conducirlo a tus intereses. Falta por empujón claro del ex sevillista y el portugués comete la ingenuidad de pensar que eso le daba derecho a derribarlo. Penalti y el Valencia estaba uno a cero ya cuando no se había hecho acreedor a ello.

El Sevilla, lógicamente, acusó el golpe, pero no dio ningún paso atrás, siguió y en una de las numerosas acciones a balón parado que se le presentaron llegaría lo que podía haber sido la puntilla. Segundo error puntual. Deulofeu saca una falta muy mal, pero hasta ahí no hay nada que objetar, lo peor es cómo se desentiende de defender la jugada posterior. Resultado, contragolpe del Valencia, gran pase de Enzo Pérez y definición no menos buena de Parejo.

Dos a cero y cualquier equipo ya se habría derrumbado, pero el Sevilla siguió moviéndose por el área local y fruto de ello, en un visto y no visto, se encontraría con dos penaltis a su favor. En el primero acertó Bacca pese a las payasadas de Diego Alves. Tercer error puntual. El colombiano repite en el segundo máximo castigo y trata de engañar al guardameta con el efecto contrario. Ahí pudo estar la oportunidad de virar el rumbo de los acontecimientos, pues quedaba poco para llegar al descanso con un empate, y el Sevilla parecía que estaba en progresión ante un Valencia que emitía señales de miedo.

Ya eran varios golpes complicados de asimilar para un Sevilla que jamás dio un paso atrás. Se comprobó tras el intermedio, pero llegaría el cuarto error puntual. Beto saca muy mal la pelota de su área y esto descoloca a los suyos. El Valencia, lógicamente, tiene calidad de sobras para castigar ese nuevo punto negativo de los visitantes y Javi Fuego hace el tres a uno. Beto se desquitaría poco después con una palomita para evitar el cuarto, pero ya era tarde.

El Sevilla miró hacia adelante y lo intentó de todas las maneras que estaban al alcance de sus futbolistas, ojo. Porque entonces se pudo ver la solidez defensiva de Otamendi, Mustafi y Javi Fuego por delante. Los intentos se quedaban en eso, Deulofeu, Gameiro y Denis Suárez llegaban, pero el gol no se concretó y la sensación de impotencia para los nervionenses era cada vez mayor. El Valencia ganó sencillamente porque es mejor y ayer, al menos, lo confirmó. Tampoco es cuestión de darle muchas más vueltas a algo que es una evidencia.

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