El 'Currobetis' de Manuel Pellegrini

EL Betis de Pellegrini nos ha salido tan currista como otros tantos Betis de su singularísima historia. Almohadillas o pañuelos. Y si no pañuelos y orejas en la mano, cerrada ovación y vuelta al ruedo recogiendo del albero ramitas de fragante romero, como ocurrió el pasado sábado tras la brava exhibición, casta y orgullo, también sapiencia futbolera, ante el imponente Barcelona de Flick.

Con la mano templada y quirúrgica de Pellegrini, el Betis ha venido siendo un reloj suizo que ha derrotado a los que son peores, no ha derrotado casi nunca a los que son claramente superiores (excepción de aquel 0-1 en el Camp Nou con gol de Juanmi) y ha dado pares y nones con los iguales. Así, cuatro trayectos ligueros para acabar en torno a los 60 puntos y agarrar plaza europea. Ha sido como ese torero regular, quizás sin prodigarse en interpretar esa “música callada del toreo” que glosó José Bergamín, pero al cabo un matador de los altos en el escalafón.

Y en esta quinta temporada, a Pellegrini se le está saliendo del molde su Betis. Es capaz de jugarle al Atlético de Madrid como nadie lo ha hecho esta temporada y casi nadie lo ha hecho en la era Simeone, y sin embargo perpetrar los partidos de Mladá Boleslav, Mestalla o Sant Andreu. 

Pienso que el equipo ha ido perdiendo capital a medida que se fueron primero los Álex Moreno o Canales, y el pasado verano Ayoze o Guido, dos pilares del equilibrio colectivo. Y a ese factor que tiene responsables se ha unido la fatalidad de lesiones de demasiado peso: Isco por encima de todos, luego Carvalho, Lo Celso, Johnny. Muchos torpedos a la misma línea de flotación, la que arma el juego.

La salida de Isco ante el Barça tuvo muchísimo de verde esperanza. El Betis activa con ella una apasionante carrera para recuperar el tiempo perdido. El Athletic pone carísima la Champions y en Villarreal asoma una cita crucial para no alejarse del quinto también. Hay que engancharse como sea.