En cuadro ante la caballería

Previa

El Sevilla defiende su holgada ventaja ante un rival ansioso por tumbar el tocado sistema defensivo

Rakitic mira a la cámara en el estadio de Breslavia junto a Marin, Vitolo y Bacca entre otros.
Rakitic mira a la cámara en el estadio de Breslavia junto a Marin, Vitolo y Bacca entre otros.
Eduardo Florido

29 de agosto 2013 - 05:02

Hace dos años, por estas mismas fechas, el Sevilla le dio a su hinchada la segunda gran decepción de los últimos tiempos. Tras el desastre absoluto con el Sporting de Braga, que significó el epílogo triste a la etapa más gloriosa del club, el Hannover 96 dejó mudo Nervión con un empate que apeaba al Sevilla de la competición que más lo encumbró. Ya no había ninguna bala en la recámara, como sí hubo en aquella eliminación de Champions que propició la lenta caída desde el Olimpo de los héroes vencidos. Y fue como una catarsis para redescubrir la humildad perdida. Una catarsis que está durando demasiado tiempo. Hoy, el Sevilla de Unai Emery debe reencontrar toda esa humildad para mirar de frente y frenar la rabia de este Slask Wroclaw ansioso por reescribir otra página épica, como ante el Brujas.

A pesar de la holgada ventaja de la ida, ese colchón que supuso un 4-1 labrado desde la expulsión de Dudú, no antes, los polacos querrán aprovechar el mínimo resquicio de distracción o confianza para asaltar la muy debilitada defensa sevillista. Cualquier duda, la mínima grieta, será una brecha por la que entrarán rabiosos los polacos, que querrán emular ante su revoltosa hinchada las gestas de su heroica y reconocida caballería, que dejó para la literatura universal Henryk Sienkiewicz, Premio Nobel de Literatura en un año tan señalado en blanco y rojo como 1905. Sin Fazio, sin Pareja, sin Carriço y sin M'Bia aún, ya que el camerunés no ha podido ser inscrito en la lista provisional de la UEFA, Emery debe encontrar la fórmula para acorazar a su equipo ante las ardorosas acometidas del Slask Wroclaw, que ya creó muchos problemas al contraataque en el partido de ida.

El sistema defensivo del Sevilla está horadado por las lesiones y las circunstancias, como en un feo guiño del destino queriendo recordar cuál ha sido el déficit de esta plantilla en los últimos años, y se pondrá nuevamente en entredicho a poco que el equipo no responda como tal, como un bloque que, ante los ataques de la caballería, se cierre en cuadro y cubra las bajas hombro con hombro. Coke, Cala, Fernando Navarro y Alberto Moreno tendrán que recibir toda la ayuda posible de Iborra, Rakitic y, sobre todo, los hombres que se ubiquen en la línea de tres cuartos, cuya misión no sólo ha de ser mirar hacia arriba, sino evitar que éste monte cómodamente los ataques. Porque basta mirar la convocatoria para ver que sólo Iborra figura como mediocampista de destrucción...

Dejando a un lado los tintes dramáticos y épicos, hay que reconocer que el Slask no lo tendrá nada fácil ante un Sevilla que, en teoría, debe salir a defender su renta. El equipo polaco pierde para el encuentro a varios de sus hombres clave y esto es mucho más condicionante para los locales que para los visitantes, ante la evidente diferencia de calidad de ambos. Dudú, expulsado en Nervión; Paixao, autor del gol, y Stevanovic, cerebro del equipo, causan baja por sanción. Más allá de estas sustanciales bajas en el Slask, el partido tiene otro aliciente para el aficionado polaco, que sospecha que será la última vez que podrá ver en directo a su gran héroe, Sobota, su Jesús Navas particular. Schalke 04, Werder Bremen y West Bromwich Albion son las novias que, según la prensa local, están flirteando con el extremo polaco, que podría salir por un millón de euros, su cláusula de rescisión.

A pesar de que el 4-1 de la ida ha enfriado un poco el ambiente en Breslavia, el moderno estadio del Slask, que tiene una capacidad similar al Ramón Sánchez-Pizjuán y fue una de las sedes de la última Eurocopa, presentará una gran entrada, con lo que bien hará el Sevilla en no permitir que esta olla a presión entre en ebullición. Con una defensa cogida con alfileres y un equipo en plena fase de engranaje y con mucho por andar aún, lo último deseable es que algún gol tempranero o algún otro infortunio mine el camino. No debe haber pie ninguno a la confianza que dé lugar a la gesta polaca, porque, como dijo Del Nido, caer sería un auténtico desastre.

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