El crucial valor de la insistencia

Sergio Ramos mejoró con el paso de los minutos y la mayor profundidad en el juego de la selección · Siempre buscó el ataque y controló bien a sus enemigos

Sergio Ramos lucha por el balón con el portugués Fabio Coentrao durante un lance del duelo.
Sergio Ramos lucha por el balón con el portugués Fabio Coentrao durante un lance del duelo.
Daniel Lagos

30 de junio 2010 - 05:02

Muchas razones tenía ayer Sergio Ramos para brillar con luz propia ante el conjunto portugués. Su compañero de equipo Cristiano Ronaldo tenía un particular duelo contra él al tiempo que uno de los laterales con más proyección del momento, Coentrao, amenazaba su dominio a lo largo de la cal.

Sergio Ramos tardó pocos minutos en conocer cuáles serían sus preocupaciones ante la selección lusa. En el primer minuto se topó con Simao, algo más tarde con Cristiano, y durante casi toda la primera parte tuvo que subir mirando el retrovisor ante la constante salida al contragolpe de Fabio Coentrao. Todo ello limitó su potencial e incluso desubicó su habitual orden táctico.

Pero el sevillano no abandonó sus principios. Insistió, trató de asistir y recorrió la banda derecha incluso cuando el marcador ponía darle una tregua. Su primer tiempo fue sólo una toma de contacto. Algunos errores en el despeje y su escaso acierto en sus centros al área sirvieron para que Ramos mejorara todos los aspectos tras la reanudación.

Con España más volcada, el lateral madridista se convirtió en un extremo en cada ofensiva y en un defensor impenetrable en cada acción defensiva. La entrada de Llorente no sólo mejoró a la selección, sino también al hispalense, que encontró una referencia de mayor envergadura dentro del área a la hora de levantar la cabeza para colgar balones. Uno de sus servicios estuvo cerca de convertirse en el primer tanto en una asociación con Llorente.

Con el marcador a favor, tal vez faltó algo de cautela en las subidas del lateral, aunque su atrevimiento sirviera para mantener a Coentrao en su parcela defensiva y provocar que Cristiano contactara con el balón demasiado lejos de la zona de peligro.

Sergio Ramos pudo completar su actuación con una impecable jugada que terminó con un disparo que Eduardo mandó a córner. Pero nada cambió. Las costillas del sevillano no se resintieron y la banda derecha española recobró la energía agresiva de siempre. La que aporta un jugador que nunca se esconde en las grandes citas.

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