El cerebro es la fuerza real
Alemania | españa · frente a frente
El juego de toque español abanderado por Cesc Fábregas se impuso al rústico que practica Alemania · El joven español sacó de sus cabales a Michael Ballack
España entera por fin pudo gritar a los cuatro vientos que su selección de fútbol se había coronado como la más grande de Europa después de 44 años de sequía, en una travesía hasta este día llena de sinsabores. Y esta gloria llegó de la mejor forma posible. Aunque el conjunto nacional no pudo respirar aliviado hasta el pitido final del colegiado, la selección mostró una vez más el fútbol de toque y más toque que le ha llevado a proclamarse campeón.
En una época futbolística donde, cada vez más, el aspecto físico ha cobrado una importancia enorme, que se llega incluso a valorar por encima de la verdadera técnica del futbolista, el equipo español ha demostrado que el fútbol no es sólo cuestión de ser más rápido, más fuerte o más veloz que el de al lado, en este juego es primordial ver lo que va a suceder un segundo antes que tu adversario. El cerebro es la fuerza real, el verdadero motor para jugar al fútbol y hacerlo bien. Y la victoria de España es una clara reivindicación de este modelo.
Los alemanes quisieron basar el partido en un choque de trenes, a sabiendas de que en un juego embarullado y de choque eran muy superiores. Ballack, el capitán alemán, es el claro reflejo de este forma de ver el fútbol. Ante esta disposición, Aragonés y sus jugadores no picaron en la trampa alemana. Excepto en los primeros diez minutos, el equipo español se dedicó a hacer lo que mejor sabe: desarbolar al rival a base de pases precisos hasta que éste se cansa de correr detrás del balón sin conseguir nada.
Este duelo entre españoles y alemanes iba a enfrentar en el centro del campo a dos referentes del fútbol mundial como Ballack y Cesc Fábregas. A dos de los mejores centrocampistas de la Premier League, aunque con unas características y una forma de jugar muy diferente pese a que se suelen mover en la misma zona. Cesc es el claro ejemplo de cómo se educa a un jugador en España. Se le enseña a tocar, a buscar al compañero más cercano para hilvanar las jugadas de ataque, en definitiva, se le muestra que con menos de 1,70 y sin llegar a los 60 kilos se puede ser un auténtico referente en este deporte. Muy diferente es la forma de jugar de Michael Ballack. El alemán es todo potencia física. Basa su juego en un fuerte golpeo de pelota, unido a su ferocidad en la llegada al gol desde la segunda línea.
Y ayer quedó patente cuál es el modelo que triunfa. Pese a que Cesc no cuajó su partido más brillante de la Eurocopa -su nivel en la semifinal es casi inalcanzable-, el centrocampista catalán mostró que es un referente para sus compañeros. No rehuyó el choque con los alemanes. Incluso se encaró con algún adversario dejando claro que no se iba a arrugar por mucho que éste fuese Ballack.
El duelo entre el jugador del Arsenal y el del Chelsea se decantó claramente a favor del primero. Pero no por sus actuaciones personales durante el encuentro, sino por el modelo de juego que representan uno y otro. El fútbol está en el cerebro, no en las piernas.
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