El central que el Betis aún hoy anda buscando

Elegante, rápido y tácticamente casi perfecto; así era Miki Roqué.

Uno de sus últimos partidos en los que marcó un gol, ante el Alcorcón, en enero de 2011.

Foto: Antonio Pizarro
Uno de sus últimos partidos en los que marcó un gol, ante el Alcorcón, en enero de 2011. Foto: Antonio Pizarro
J. Mérida/ Sevilla

25 de junio 2012 - 05:02

En Miki Roqué el Betis había encontrado a ese central que aún hoy, año y medio después de verse obligado a dejar el fútbol, anda buscando. El trempolín no era un cualquiera, aunque llegó al Betis por la puerta de atrás, como Beñat. Rafa Benítez lo descubrió para el Liverpool en el Lleida y lo hizo debutar en la Liga de Campeones con sólo 17 años, un récord de precocidad en el club aún vigente. Entró en el minuto 84 del partido frente al Galatasaray, el 5 de diciembre de 2006, en sustitución de Xabi Alonso (¡qué paradoja el momento de uno y otro hoy!).

Pero el emergente defensa adolecía de lo mismo que su amigo Piqué, por entonces en el Manchester United, falta de agresividad. No era un zaguero contundente, como se requiere en las Islas, y ello lo obligó a diversas cesiones. Oldham, Xerez y Cartagena fueron sus destinos. El Betis ya lo siguió cuando despuntaba en Chapín. Jugó poco, aunque gustó a Miguel Valenzuela, a Antonio Blanco y a Oli, su primer entrenador en el Betis B. El Liverpool no lo cedía, pero el Betis no dejó de acecharlo. Y, tras un temporadón en el Cartagena, con el que ascendió a Segunda, lo reclutó para su filial.

Miki tenía mejores ofertas, pero arriesgó. Y le salió bien, aunque hubo de esperar la llegada de Pepe Mel, ya que con Antonio Tapia y Víctor Fernández apenas entró en alguna convocatoria.

"Lo espero con muchas ganas cuando se recupere; ha tenido bastante mala suerte con la lesión", apuntaba Mel en la concentración de Nuevo Portil, a escasos días de aterrizar en el Betis. Miki compartía pretemporada con Isidoro, Israel, Razak y Fran No. Un fuerte esguince en el tobillo izquierdo obligó a escayolarlo y se perdió todo el verano. "El Betis es el equipo más grande de Segunda y me quiero quedar si el Betis cuenta conmigo". Y se quedó. Y en la jornada 7, el 9 de octubre de 2010, debutó ante Las Palmas (2-1) sustituyendo al lesionado Roversio. Y, alternándose con Belenguer, formó un tándem perfecto con Dorado que sólo interrumpió su enfermedad justo una vuelta después. Las Palmas cayó 4-1 en Heliópolis y sus compañeros y la grada le dedicaron la goleada. Él había dejado de jugar el 12 de febrero ante el Elche, ya con algún dolor.

El beticismo, como vieron Valenzuela y su gente, como Mel intuyó casi antes de entrenarlo, disfrutaba entonces de un central elegante, rápido, con un rigor táctico excelente y muy acusado para su juventud y también, por qué no, echaba en falta ese pelín de contundencia que le podía faltar y que le impidió triunfar en Inglaterra.

Fue convocado por la selección sub 21, pero no llegó a debutar. ¡Quién sabe dónde podría estar hoy de no haberse frenado su progresión tan abruptamente!

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